El mundo estaba sacudido por revoluciones y guerras. El triunfo de la revolución cubana y la derrota del imperialismo yanky a manos del ejército y el pueblo vietnamita eran vientos huracanados para alentar las ansias de jóvenes y obreros en todo el mundo. En nuestro país, de controvertida historia, las luchas de obreros y estudiantes que enfrentaban a la dictadura de Onganía en 1969 – Cordobazo y Rosariazo- promueven un tipo de dirección del movimiento obrero totalmente distinta a la burocracia sindical peronista. Corrientes clasistas como Sitrac Sitram, dirigentes combativos como Tosco y Salamaca, Ongaro, Piccinini, entre otros, debatían la conformación de esa nueva dirección.
Esta situación requería por parte de los trabajadores y de la militancia avanzar en resolver tareas históricas: avanzar en la construcción de una nueva dirección sindical que rompiera el freno de la burocracia sindical peronista y en el terreno político, la conformación de movimientos o partidos que rompieran con la influencia de políticos patronales al estilo de Perón.
Sin coordinadora nacional el clasismo perdió una gran oportunidad
El 20 de abril de 1974, en el estadio de fútbol Riveras del Paraná, en Villa Constitución se realizó un plenario histórico para el movimiento obrero. Estaban presentes las comisiones internas y delegados de las principales fábricas del país cuyas direcciones estaban en manos del peronismo de izquierda o combativo, del clasismo cordobés, de partidos de izquierda como el PST, PC, PCR, además de Tosco, Salamanca, Ongaro, Piccinini, etc. En los hechos el crecimiento del clasismo y la izquierda en la vanguardia obrera constituían otro poder sindical nacional ante la burocracia. Se debatió en ese plenario la necesidad urgente de los trabajadores de una coordinación nacional, como lo pedía nuestro PST, ante la ofensiva del lopezreguismo con la Triple A y la Juventud Sindical Peronista, brazo armado de la burocracia.
El PST perdió la votación con esta propuesta pero logró que casi la mitad del plenario la votara. La balanza la inclinaron Tosco, Salamanca, Piccinini que junto a otras organizaciones como PC, PCR y Peronismo combativo, alegaban que no era el momento, lo que para nosotros -aunque no lo dijeran- era confiar y no querer enfrentar a Perón y el peronismo. El clasismo dejó pasar así una oportunidad histórica de postularse ante nuestra clase como otra conducción sindical nacional, frente a la traidora burocracia sindical.
El camino emprendido después de aquel plenario histórico del abril de 1974 fue de aislamiento de los luchadores y derrotas, que obligaron a pasar a la clandestinidad a muchos compañeros, entre ellos estaban Tosco y Salamanca. Sin coordinadoras la cosa se le hizo más fácil al gobierno que intensificó la represión.
La Huelga de Villa
Aún así, en ese marco de ofensiva del gobierno, en diciembre de 1974 ganó la lista marrón el sindicato de la UOM de Villa Constitución con cerca del 70% de los votos. Tres meses después, en marzo de 1975, comienza la represión abierta con la detención de 150 compañeros, casi todos de la lista marrón, entre ellos Piccinini. Este fue el detonante del segundo Villazo, la Huelga larga.
El segundo Villazo no fue una pueblada, fue una Huelga larga, de base y con una organización democrática -Comité de Lucha- surgida de las votaciones por fábrica, que dirigía desde la clandestinidad, y que se apoyaba en delegados metalúrgicos barriales, de los pueblos y otras ciudades, en fin un cuerpo de delegados de metalúrgicos que se extendía desde Rosario a San Nicolás.
Los trabajadores nos elegían conscientemente para que dirigiéramos y coordináramos las acciones de la huelga, que consistían en organizar la solidaridad –fondo de huelga-, la información – los boletines de huelga que se emitieron fueron 21 en 60 días-, las asambleas relámpagos que convocaban los delegados en los barrios, como así también acciones, los dos paros regionales que hubieron y la gran movilización del 22 de abril, brutalmente reprimida, de la cual quedaron muchos heridos y un compañero asesinado.
El pueblo entero como un solo puño en alza
Nada de esto podría haberse realizado sin el acompañamiento firme y decidido de las familias de los huelguistas y del pueblo de Villa y poblaciones aledañas. La adhesión y colaboración fueron fenómenos masivos que abarcó a comerciantes, chacareros, estudiantes y trabajadores de otros gremios. Todos fueron artífices de la defensa de los barrios contra la represión, de generar piquetes para disuadir algún carnero, de acudir a las familias con apoyo y solidaridad para sostener la huelga y más tareas aún. Si no hubiera existido esa autoorganización les hubiera sido imposible al comité de lucha y a los delegados barriales mantener las fábricas paradas durante 60 días.
A 40 años de esta gran huelga se hace tarea imprescindible incorporarla a la rica historia que tiene la clase obrera para extraer las experiencias y enseñanzas necesarias para el presente y el futuro de las luchas obreras, de su organización y su conciencia.
El PST pasó la prueba (1969-1976)
En el proceso del clasismo, que va desde 1969 hasta el golpe de 1976, el PST jugó un destacado papel al lograr que ingresaran centenares de luchadores obreros como José Páez, uno de los dirigentes más importantes del clasismo cordobés. El crecimiento de la organización fue cualitativo en militantes y cuadros forjados al calor de huelgas como la de Villa Constitución entre otras. Logró desarrollarse en los períodos de ascenso y de retroceso aún en las etapas de derrotas y convertirse en la primera organización que sacó al socialismo revolucionario del ostracismo y la marginalidad y lo instaló como parte activa de la clase obrera y de la vida política del país.
Los presos y los más de 100 compañeros asesinados por la Triple A y la dictadura genocida son una muestra más de la valentía de los militantes de este partido.
Oscar Pacho Juárez, integrante del Comité de Lucha de la Huelga, militante del PST y actualmente del MST