El pasado 16 de marzo en FATE los trabajadores dijeron basta. Después de semanas de esperar reuniones que no se cumplen y con la respuesta irónica de los jefes de que hay que tener paciencia, los reclamos sobre el reconocimiento de categorías y su correspondiente cobro fueron la chispa que desató la bronca, y se desarrolló el paro por más de dos horas hasta que se concretó una reunión con el gerente de relaciones laborales de FATE, quien se comprometió a reconocer las categorías que estaban adeudadas y terminar con esa dilación que desarrollaron los jefes de sectores en estos últimos años. Cada trabajador ingresado a los 6 meses debe ser evaluado y promovido a la categoría correspondiente a su tarea.
El detonante fue el último accidente la noche del 9 de marzo, con el compañero Marcelo Amaya que sólo de milagro terminó con los dedos quebrados, ya que, podía haber perdido la mano al ser atrapado por los rodillos del molino. El Departamento de Seguridad e Higiene sale siempre a buscar dónde pararse para echarle la culpa de los accidentes por supuestos actos inseguros de los trabajadores. Pero esto no es así. Lo hemos venido denunciando y también lo hemos demostrado: hay faltante de medidas de seguridad en las máquinas para que éstas sean paradas ante una emergencia, no hay barreras lumínicas, hay mucha inseguridad en la forma en que trabajamos. También se demostró en este último paro, que quieren acusar a los trabajadores de estar haciendo la tarea que no corresponde a su categoría y, por ende, de no estar preparados para la tarea.
La bronca estalló en las tres calandras y luego se desarrollaron sucesivos reclamos entre los que se solucionó el pedido de condiciones ambientales del sector talones, y el resto quedó pendiente de solución. Ante el compromiso patronal se reanudaron las actividades.
Si no cumplen con lo requerido, se reanudarán los reclamos y las acciones, de manera espontánea y sin aviso como ocurrió esta vez. La bronca y los reclamos de los trabajadores de FATE no puede seguir esperando.
Claudio Mora