Las presiones de sectores burgueses parecen haber comenzado a cobrar forma y la UCR en su convención nacional terminó con lo que quedaba de UNEN y corrió a los brazos del macrismo. De esta forma, se consolida una opción de derecha que pretende, aun sin resultados medibles, aglutinar el espectro anti kirchnerista. Pero a pesar de esos avances, hay un temor que se va agrandando a medida que se acercan las elecciones; ninguno de los candidatos supera el 25%.
Alianza de derecha
No hace falta ser un gran politólogo para darse cuenta de que la interna entre Macri, Carrió y la UCR es una parte de la campaña electoral de Mauricio. Es por eso que las discusiones fundamentales se concentran en las listas de diputados y «equipos» de gobierno. Lo que tampoco es una gran ciencia es notar que la composición, los «proyectos» y el perfil hacen de ese frente una alianza de derecha, que se define esencialmente por oposición a todo lo que no sea capitalismo como «debe» ser.
Este engendro tiene una particularidad más, es profundamente funcional al kirchnerismo y pretende recrear de alguna manera los polos del extinto bipartidismo, el juego clásico de la democracia para ricos en la que vivimos.
Como una parte del espectro de centro izquierda fue ocupado por el propio kirchnerismo, los abanderados del «progresismo» de café se movieron rápidamente al polo supuestamente opuesto. Todo sea por la supervivencia del sistema y tener contentos a los que pagan las campañas para recoger los beneficios.
No entusiasman a nadie
La situación política del país está cambiando desde hace un tiempo, no se trata sólo de una disputa electoral, sino de intentar construir un «proyecto» que les permita a los grandes grupos económicos seguir manteniendo el poder real. Lamentablemente para ellos, las heridas que la movilización popular les abrió al régimen político en diciembre del 2001 comienzan a ser avivadas por vientos de cambio. La contención del kirchne-rismo se va deteriorando y la experiencia de miles con su falso progresismo comienza a generar un espacio cada vez mayor para las propuestas de la izquierda.
Este fenómeno se expresa, aun, de manera negativa, es la explicación de que ninguno de los candidatos más promocionados logre superar el 25% de los votos, con un gran número de gente que ya no confía en nadie y lo único que quiere es no inundarse más, poder tener luz, dejar de estar ahogado por los impuestos o entrar y salir de su casa seguro. Deseos básicos que ninguno de los candidatos del sistema puede cumplir, porque gobiernan y son responsables de los problemas.
Se amplifica el espacio a la izquierda
Estamos a algunos meses de las elecciones y es difícil pronosticar completamente lo que va a pasar, sobretodo porque la falta de proyecto de la oposición y su poco anclaje en las estructuras fundamentales del movimiento de masas fortalece su carácter de mercenarios por un voto, pero si es posible decir con claridad que más allá del resultado electoral puede surgir un nuevo escenario donde se fortalezca la izquierda como oposición real, con propuestas y salidas de fondo ante el fin de ciclo K y la nueva derecha que se apronta a remplazarlos.
Si esto no cobra mayor fortaleza electoral (y estructural) en esta elección es por la decisión sectaria del actor de izquierda mejor posicionado electoralmente, de no impulsar una política unitaria que aglutine a la izquierda y presione a las opciones de «centro» hacia una salida a favor de los trabajadores.
Sin embargo está planteado seguir peleando por esa perspectiva, es fundamental aprovechar esta campaña para fortalecer las propuestas y salidas de fondo que abonen a ello. Esta es sin dudas, la mejor manera de enfrentar a la nueva derecha y los falsos progresismos.
Martín Carcione