Finalizada la primera parte del año electoral surgen algunas tendencias generales que muy probablemente estén presentes en las elecciones provinciales que vienen, y en la batalla presidencial. Conclusiones importantes para enfrentar la perspectiva en las mejores condiciones.
Ya se votó en Salta, Mendoza, Santa Fe, Neuquén y Capital.
Es necesario extraer conclusiones que ayuden a enfrentar lo que viene. Aunque no recompusieron la normalidad del país ni la antigua alternancia bipartidista, desde el establishment han logrado instalar escenarios de polarización electoral. Entre las alternativas conservadoras como el macrismo, los radicales y el gobierno que retuvo parte de su caudal, han capturado la mayoría de los votos y por ello el espacio para las distintas listas izquierda se ha visto más reducido. Ello coloca más que nunca el debate sobre la alternativa que hace falta.
Las opciones del régimen lograron concentrar la mayoría de los votos
Veamos los hechos:
En Salta se polarizó entre Urtubey y Romero.
En Santa Fe, Del Sel con Lifschitz (PS-UCR) y Perotti (FPV).
En Mendoza Cornejo (UCR) y Bermejo (FPV).
En Neuquén entre Gutiérrez (MPN), Rioseco (FPV) y Quiroga (PRO+UCR).
En Capital entre Larreta y Michetti del PRO, Lousteau (Eco) y Recalde (FPV).
En cada elección, estos candidatos que expresan variantes conservadoras se llevaron alrededor del 80 al 85% de los votos.
Manipulando encuestas, bombardeando desde los medios masivos de comunicación y, por supuesto, haciendo campañas multimi-llonarias, el régimen en su conjunto logró construir estos escenarios de polarización electoral entre sus candidatos.
A nivel nacional el que más viene capitalizando el voto anti-k es el acuerdo PRO-UCR y desde el establishment vienen insistiendo en ampliarlo a nuevos sectores para polarizar en la presidencial con el Frente para la Victoria. El gobierno, pese a transitar por el fin de su ciclo, sigue dando pelea y logra retener un sector. Una contención relativa y transitoria de ciertas variables económicas que evitan un desmadre de la situación, el rol sostenedor de la gobernabilidad por la burocracia sindical que se niega a impulsar, apoyar y coordinar las luchas o dar continuidad al paro nacional y, sobre todo, el perfil conservador y de derecha de los que se postulan para suceder al gobierno K como Macri y sus socios o Massa, le permiten retener una parte del voto «progre» y ganar cierto aire. Pese a la bronca de la gente y a que el candidato que se perfila para la presidencial sea Scioli, quien se parece más a los candidatos tradicionales y se lleva bien con las corporaciones.
Aunque no hay ningún reverdecer del bipartidismo tal cual lo conocimos entes del argentinazo de 2001, a nivel de las disputas político-electorales que atravesamos se trata de una tendencia que se empieza a verificar. Sobre esa tendencia tratarán de fortalecer un escenario de polarización de cara a las presidenciales, entre el polo conformado alrededor de Macri y el que se perfila con Scioli.
Este contexto de tendencia a la polarización tampoco se presenta propicio para variantes de la centroizquierda más tradicional como se verifica en Santa Fe y con la debilidad de la postulación de Stolbizer.
La izquierda frente a un escenario electoral complejo
En las provincias que han tenido elecciones, las votaciones de la izquierda han bajado. Y hay que estar preparados para que esto pueda repetirse en las que vienen. Si bien el FIT sigue apareciendo como la opción más votada en cuatro de los cinco distritos, en todos los casos pierde entre el 40% y el 60% de los votos obtenidos hace dos años o incluso hace dos meses como en Mendoza.
Como lo dijimos hay una causa objetiva que se explica por la tendencia a la polarización inducida desde el régimen. Pero no puede explicarse el retroceso en votos solamente por esta razón objetiva ni solamente por ser una elección de carácter ejecutivo.
Sin lugar a dudas la fragmentación de las fuerzas de izquierda es la otra razón determinante del retroceso. Nosotros planteamos la necesidad de hacer una gran coalición de todas las fuerzas de la izquierda política y social, propusimos mecanismos democráticos para ordenar las candidaturas y lo hicimos en cada uno de los procesos electorales que se dieron en cada provincia como también de cara a las presidenciales. Sin embargo nuestro planteo fue rechazado sistemáticamente por el FIT quien por su ubicación lograda en elecciones anteriores tenía mayor responsabilidad y por la Unidad Popular y sectores afines. Ello evitó que se conformara una alternativa que terciara y disputara con fuerza.
La responsabilidad del FIT es clara por su acumulación electoral previa que lo empezó a colocar como una referencia. La negativa a confluir en herramientas más amplias para albergar a quienes buscan algo nuevo hartos de los partidos tradicionales, no permite fortalecer un proyecto que dispute en serio. Prefieren mantenerse en el terreno testimonial. Ocurre lo mismo por la no utilización de los puestos electivos logrados; desperdiciando la posibilidad de responder con proyectos e iniciativas a las necesidades reales de los trabajadores y sectores populares.
Terminan siendo funcionales a la política desplegada desde el poder permitiéndoles recuperar terreno a las alternativas conservadoras.
Lamentablemente no vemos a los compañeros del FIT reflexionando sobre esta realidad, lo que puede llevarnos al costo de perder una posibilidad inédita para la izquierda y los sectores populares, más allá de que se logre ubicar algún que otro cargo más o menos.
Estos resultados deberían también plantear un proceso de reflexión también en los compañeros de la Unidad Popular de De Gennaro y Lozano. Ya que su cerrazón para trabajar políticamente en común con sectores de izquierda como le hemos planteado; con nuestros llamados a confluir en una gran coalición con el resto de la izquierda política y social, han debilitado mucho a esta corriente, con magros resultados en las elecciones transcurridas.
Como reflejamos en el análisis de cada una de las batallas electorales en otras páginas, nuestros resultados no han escapado a esta reducción del espacio de la izquierda. Lamentablemente no logramos la conformación de una coalición amplia de izquierda para esta contienda. Una izquierda dividida no resulta atractiva para enfrentar a los de arriba. Por lo que estamos más convencidos que nunca en que es necesaria esa confluencia para disputar por el cambio de fondo que se necesita.
En ese marco, la acumulación de fuerzas lograda en cada lugar, estará al servicio de seguir difundiendo y debatiendo, a caballo de las elecciones presidenciales, nuestra propuesta con la fórmula Bodart-Ripoll para reforzar la idea de un nuevo proyecto de izquierda.
Las perspectivas y próximas tareas
En las próximas instancias provinciales y, como explicamos en la nota que acompaña esta columna, en la presidencia, muy probablemente tengamos que batallar en un escenario electoral nacional de polarización entre Scioli-Macri. Dos propuestas muy parecidas, que teatralizarán como distintas para capturar la mayoría de votos.
Pasado el raid electoral, el gobierno que pudiera emerger de esa dualidad sería claramente la continuidad «gerencial» del verdadero poder fáctico de las corporaciones. Es decir: del poder económico del 1% que gobierna sin presentarse a elecciones.
Los equipos económicos de uno y otro anticipan claramente el programa que se proponen aplicar, todo camuflado con los eufemismos del caso: devaluación del peso, para «recuperar competitividad»; más endeudamiento externo o «volver a los mercados de crédito»; recorte presupuestario en áreas sociales, que se presenta como «reasigna-ción del gasto social» y criminalizar la protesta frente a las luchas que vendrán.
Por supuesto todos coinciden en profundizar la matriz extractivista y primaria de la economía nacional: la mega-minería, sojadependencia, fracking y cementación urbana. Este combo de medidas, es el recetario que comparte la globalidad de los candidatos de las fuerzas tradicionales, porque es la plataforma de los verdaderos dueños del poder en la Argentina.
Por eso es necesario seguir dando la pelea en las próximas elecciones provinciales en Córdoba, Tucumán y en las presidenciales para continuar sembrando la propuesta de una nueva izquierda que se postule para superar toda postura testimonial.
Porque difícilmente ninguna variante de los arriba que surja vaya a tener la fuerza y muchos menos el consenso para allanar el camino a un país «serio y normal», a la medida de lo que exigen las corporaciones que quieren hacernos pagar los costos de la crisis.
Más allá del desenlace electoral de este ciclo, los trabajadores y el pueblo responderán con más luchas y la necesidad de seguir peleando por una nueva dirección política y sindical va a estar a la orden del día. En ese contexto, cada voto y aporte a este proyecto de Nueva Izquierda, expresado en la fórmula del MST que postula a Alejandro Bodart a presidente y a Vilma Ripoll para vice, junto a los referentes de cada provincia o distrito, puede y debe contribuir hacia el cambio que postulamos.
Guillermo Pacagnini