Julio Matamoros, Mónica de Olazo y Alejandro Ford vivían en el barrio de las Mil Casas de Tolosa, en La Plata y eran militantes del PST, Partido Socialista de los Trabajadores. Julio (Bocha, 21) se acercó a nuestra organización siendo estudiante en Derecho. Militó en la JS, ingresando luego al Banco de Crédito Provincial. Moniquita (18) comienza a militar siendo estudiante secundaria. Alejandro (el Negro, 20) era estudiante de Bellas Artes y dirigente de la Juventud Peronista en la UES. Su caso fue resonante porque, siendo un cuadro importante de la JP, rompe en su apogeo y abraza el Trotskismo-Morenismo. Alejandro y Mónica forman pareja y él ingresa a la Destilería La Plata de YPF.
Cuando llega el golpe del ‘76 el PST debió funcionar en la clandestinidad, en «células» tabicadas donde se manejara la mínima información para cuidar la seguridad de todos. Debatíamos la situación política, nos formábamos teóricamente y planificábamos actividades. Como la calle era difícil, compartíamos mucho y se generaban lazos de amistad. Teníamos claro que hacía falta construir esa herramienta, el PST que, en el auge del peronismo y el guerrillerismo, se ganó su lugar.
En la tarde-noche del 11 de mayo de 1977 llegó un grupo de tareas y se llevó a los tres. Desaparecidos. Así pasan décadas de incertidumbre, sin saber qué había sido de ellos. Pero hace 2 años se pudo comprobar la verdad. El Equipo de Antropología Forense los descubre enterrados como NN en el cementerio de Berazategui. Los habían fusilado frente a la comisaría de esa localidad, simulando un atentado…
Pasaron 38 años. Los recuerdo con esa sonrisa y las tremendas ganas de cambiar esta realidad por la de un mundo más justo, socialista. Esta es una de las razones por las que vale la pena seguir construyendo esta organización revolucionaria en la que ellos, hace mucho, pusieron algunos ladrillos que la sostienen. Por eso, compañeros Moniquita, Alejandro y Julio, hasta el socialismo siempre.
Pepe Rusconi
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