Luces de alarma se encendieron al compás de las paritarias con pedidos de aumentos superiores al 30%. En muchas provincias docentes y estatales consiguieron aumentos que llegaban al 35%. El panorama se ensombreció con el ascendente reclamo de los gremios como bancarios y el transporte por la modificación del impuesto al salario, que desembocó en la convocatoria al paro del 9/6.
Frente a este panorama y previendo que en el sector privado pedirían lo mismo, la UIA salió con los tapones de punta en boca de Méndez su presidente, diciendo que para ellos era imposible otorgar más de un 20-25%, amenazando con que si no cerrarían fábricas y tendrían que despedir trabajadores. Su reclamo encontró en el gobierno y principalmente en el ministro Kicillof su mejor socio. Rápidamente hicieron frente común gobierno y empresarios. El ministro de economía (de quien Cristina dice que es su ministro dilecto y preferido) salió a sostener que la inflación se había desacelerado y que para todo el 2015 no llegaría al 20% y continuó diciendo que el ministerio no avalaría acuerdos por encima del 25-27% (metiéndose a terciar directamente en las paritarias como no habían hecho en todos estos años). Contaban con la complicidad de la burocracia sindical de la UOM, comercio y otros gremios amigos que rápidamente, luego de algunas amenazas terminaron acordando el 27% en dos cuotas.
Por inflación o “ganancias” perdemos los trabajadores
Tanto el gobierno como los empresarios utilizan el viejo argumento que dar aumentos de salarios acelera la inflación. Por eso Kicillof le pone el techo del 27%, tratando de mantener la endeble estabilidad actual y los empresarios amenazan con el fantasma de la recesión y despidos si nos atrevemos a pedir por encima de eso.
Pero la realidad es muy distinta, solo en el 2014 los salarios perdieron en promedio frente a la inflación, entre un 6,5% y 8,9% de su poder adquisitivo. Llamativamente dentro de los gremios que más perdieron están los “amigos de Crisitina”, comercio con un 15% y metalúrgicos con el 17%. Por eso mal pueden ser la causa de la inflación si están por detrás de la misma. La realidad es que los comerciantes y grandes empresarios se cubren a futuro, aumentando los precios de acuerdo a una inflación supuesta, que siempre es superior al aumento de sueldo que otorgan a sus empleados. Además el mecanismo de darlo en 2 cuotas empeora las cosas para el trabajador que no sólo trae la caída del poder adquisitivo del año previo, sino que en los meses que va del primer al segundo aumento vuelve a perder un remanente frente a la inflación real que actúa mes a mes en el supermercado.
La cosa no termina allí, porque cuando ganás un poco mejor te agarra el impuesto al salario, que como no se han modificado las escalas porcentuales ni siquiera el mínimo desde hace 2 años los trabajadores pierden otra parte del poder adquisitivo del sueldo porque pagan cada vez más ganancias en forma neta y porcentual (olvidemos el engendro que hizo hace unos días Kicillof, que ni siquiera él podía explicar y que redundó en que luego de las paritarias y aumentos terminen pagando aún más que antes).
Preparar el paro y la continuidad
Por eso sobra la bronca para un paro y plan de lucha, porque más allá del acuerdo patronal-gobierno y la complicidad de la burocracia más adicta o las dilaciones e incongruencias de las que se dicen opositoras, en la base sobra la fuerza para garantizarlos, porque los trabajadores no necesitamos que nos vendan espejitos de colores de desaceleración de ritmo inflacionario o nos amenacen con despidos, sabemos de sobra que la plata alcanza cada vez menos y año tras año, mes tras mes perdemos capacidad de compra.
Desde el MST, que apoyamos el paro del 9/6, decimos que no alcanza con un paro aislado, que necesitamos tirar abajo este modelo, para que la crisis la paguen los que se beneficiaron desde siempre. Para eso proponemos un salario mínimo, jubilaciones y planes sociales que cubran el costo de la canasta familiar y actualizados cada 3 meses según la inflación real, la eliminación del IVA a todos los productos de consumo masivo y la aplicación de la Ley de Abastecimiento para enfrentar verdaderamente la inflación y la especulación capitalista y una profunda reforma tributaria, con impuestos progresivos a las grandes ganancias y fortunas, como los banqueros que ganaron el año pasado nada menos que el 54% y no les quieren dar a los bancarios ni el 30% que vienen pidiendo. Sobran las fuerzas por abajo, si se discutiera el paro y plan de lucha democráticamente en las bases, para imponer estas medidas a los que provocaron la crisis que como siempre intentan que paguemos los trabajadores y el pueblo.
Gerardo Uceda