Ese fatídico 26, el gobierno de Duhalde, intentó con una represión a sangre y fuego programada con las principales fuerzas de seguridad, quebrar al movimiento piquetero, que ese día se había movilizado al Puente Pueyrredón reclamando trabajo y aumento en los planes sociales. La lección, que se cobró la vida de Maxi y Dario y decenas de heridos y detenidos, tenía que alcanzar para empezar a poner coto también a los asambleístas que se movilizaban en todo el país, a los que ocupaban y recuperaban fábricas cerradas, a los estudiantes, a los obreros, para intentar retomar las riendas de un país fuera de control después del 19 y 20 de diciembre de 2001, que reclamaba en las calles “que se vayan todos”.
Grosero error de cálculo, la de Duhalde y todos sus funcionarios, entre ellos del inefable Aníbal Fernández. Un pueblo que había peleado y derrotado a los milicos, que los empezó a meter en cana, no se iba a dejar intimidar así nomás y movilizaciones multitudinarias terminaron con sus aspiraciones políticas y lo obligaron a llamar a elecciones y preparar la retirada.
La lucha por Justicia llenó muchas veces el Puente y muchos otros lugares. Los autores materiales, los policías que dispararon como Fanchiotti y Acosta fueron presos, pero los responsables políticos nunca pisaron un tribunal y en eso los gobiernos de los Kirchner, pese a su demagogia inicial, fueron fieles garantes de la impunidad. Ni Duahlde, ni Solá, ni Vanossi, Aníbal Fernandez, Atanazof, el fallecido Soria o Juan José Álvarez pisaron nunca un tribunal para rendir cuentas.
Por eso este viernes 26 nuestro Teresa Vive, vuelve junto a muchas organizaciones al Puente Pueyrredón. Para exigir que se termine con la impunidad y vayan presos los responsables políticos de la masacre. Porque está lleno de jóvenes que, como Maxi y Darío, quieren una Argentina distinta, un país sin opresión, explotación y miseria, una Argentina Socialista.