Hace pocos días se conoció una encíclica del papa Francisco sobre la situación ecológica del planeta. Este folleto de casi 200 páginas desarrolla una muy inteligente posición del Vaticano sobre este tema. Con este primer artículo vamos a analizar el contenido, las causas políticas y los objetivos que persigue ese documento del que está hablando el mundo.
El papa Francisco publicó hace una semana esta encíclica sobre medio ambiente. En ella hace definiciones importantes:
Dice por ejemplo que “el sistema económico tiene un comportamiento suicida” y que está transformando el mundo en un “depósito de basura”
También el documento plantea que “el estilo de vida actual” es “insostenible” y denuncia el “consumismo compulsivo” como responsable de la situación
Finalmente propone una orientación centrada en dos estrategias: 1) impulsar una profunda “revolución cultural” en las pautas de consumo social y 2) convoca a ejercer una “sana presión” sobre los poderes político y económico.
La crisis civilizatoria y el rol de la iglesia con el papa Francisco
La dimensión o escala de la crisis capitalista desatada en 2008 y cuya continuidad actual nadie discute, es de carácter sistémico. Esto significa que no se circunscribe a un aspecto parcial del sistema capitalista mundial, ni a una región del mundo, sino que abarca la globalidad y tiene rasgos particulares. Con el sentido de que sirva para este debate particular nos queremos detener en una arista de la crisis civilizatoria del capital: la catástrofe socioambiental a la que está siendo conducida la humanidad. El capitalismo desde hace siglos progresó con destrucción a su paso: la primera colonización y conquista de saqueo de América; el despojo colonial también de África; las dos guerras mundiales en el siglo XX para dirimir la disputa intercapitalista por los mercados y finalmente el siglo XXI, el actual. El saldo destructivo del capitalismo en este período histórico es sin lugar a dudas el medioambiente planetario. Por eso, frente al fracaso de las ONG que predican la “responsabilidad social empresaria”; o la estafa de la economía verde y el bochorno de las cumbres climáticas, el Vaticano como institución capitalista y tutora del statu quo global está transitando una etapa de reorientación para mejor jugar su rol histórico: desviar la energía de cambio social antisistémico de las mayorías y amortiguar la movilización social de contenido revolucionario. La elección de un papa sudamericano en medio de la crisis mundial, el perfil “progresista” del mismo para lavarle la cara a esta reaccionaria institución milenaria y ahora está eco-encíclica, tienen el sentido profundo de contener en los cauces del sistema el cuestionamiento social creciente al capitalismo sin salida.
Dos definiciones de apariencia progresista y esencia reaccionaria
La eco-encíclica del papa es un documento político emanado de una superestructura política que influencia la conciencia de millones y por lo tanto, el análisis que nos parece pertinente es detectar qué propone y qué orientación plantea desarrollar a los pueblos del mundo. No se trata de analizar de forma aislada tal o cual párrafo sino el documento como política integral.
Y entonces ahí encontramos el meollo de la estrategia vaticana: revolución cultural, y sana presión sobre el poder constituido. El concepto de “revolución cultural” tiene el siguiente límite como estrategia de salvataje ambiental del planeta y es que delega en la responsabilidad individual la tarea de modificar pautas de consumo y activar una especie de militancia multiplicadora que por contagio cultural provocará cambios en el sistema –no de sistema. No se trata de inocentadas semánticas. El segundo curso de acción propuesto por el papa es “la sana presión” sobre el poder político. Esta tesis lleva a un callejón sin salida. Claro que hay que modificar patrones de consumo y movilizarse contra el poder. Pero sin una reorganización del sistema de propiedad y producción –incluyendo la planificación democrática de esta última- difícilmente cambien los parámetros de consumo. Es decir: bajo la ley de hierro de la ganancia privada todo lo que se produce, distribuye y consume se subordina a maximizar el beneficio capitalista, no a cuidar la naturaleza o la salud de la población. Por lo tanto, ni contagio cultural individual ni “presión” para humanizar o “ecologizar” el poder político que gerencia los intereses de las corporaciones capitalistas. Esa orientación distrae de lo fundamental y alimenta ilusiones en un cambio positivo del poder político y económico actual. Nosotros estamos convencidos de que no hay salidas intermedias posibles: para salvar el planeta hay que salir del capitalismo y la revolución necesaria no es “cultural” e “individual”, sino social, económica y política, y profundamente colectiva con sentido anticapitalista y de ruptura con el orden de cosas actual.
Mariano Rosa, coordinador de la Red Ecosocialista