El pueblo griego dio un mandato inequívoco el domingo 5: no soporta más ajuste por parte de la Troika (Comunidad Europea + Banco Central Europeo +FMI). Le dio al primer ministro Tsipras un respaldo político enorme para poder retomar el programa de Tesalónica, aquel por el cual Syriza fue elegida desplazando a los partidos tradicionales de la derecha griega.
Sin embargo Tsipras, repitiendo viejos errores que le provocaron el cuestionamiento de un amplio sector de Syriza, su ala izquierda, que en la reunión del Comité Central de mayo pasado reunió al 45% de las voluntades contra continuar con la política de ajuste impuesta por la troika, ahora retoma las negociaciones aceptando las concesiones centrales exigidas por Merkel y compañía. Con el argumento de no caer en default (el 20 de julio vencen 3.600 millones de euros que debe al Banco Central Europeo, a lo que hay que sumar los 1.600 millones ya vencidos con el FMI), la última propuesta elevada por el gobierno griego aceptaría un nuevo “rescate” por 3 años con fuertes recortes en las pensiones, y un aumento de la carga impositiva sobre el pueblo en forma inmediata.
Las medias son tan leoninas que incluso el Banco Central europeo (que en las últimas horas permitió alguna liquidez a los bancos griegos) aconseja estirar el corralito existente por un buen período de tiempo.
Poco después de terminado el plebiscito Tsipras se juntó con los principales partidos de derecha que fogonearon el SÍ, para dar la imagen de una unidad nacional griega que respalda sus negociaciones. En realidad lo que hizo es darle aire a partidos muy golpeados por la derrota, cuyos jefes renunciaron antes (PASOK) y después del triunfo del No (Samaras de ND). Este hecho sumado al reemplazo del ministro de economía Varoufakis por Tsakalotos, un negociador de mejores relaciones con los banqueros, ha desnudando que no piensa utilizar la fuerza del triunfo en el plebiscito para romper con la troika, el ajuste y emprender un camino independiente, sino que intenta utilizar su fuerza coyuntural relativa para obtener alguna concesión dentro las desmedidas exigencias de los acreedores. No parece estarlo logrando. Al contrario de los textos que se conocen, incluso la exigencia de una reestructuración importante de la deuda actual, ha salido de los papeles y quedado como una promesa difusa para más adelante.
El pueblo griego no soporta más ajuste
La deuda griega es impagable. La consecuencia de los planes de ajuste impuestos por la troika (que de firmarse el nuevo rescate seguirá monitoreando la economía griega por tres años más) ha significado una parálisis del desarrollo productivo y el achique de la economía. La mayoría de los economistas y hasta el propio Obama y el FMI ya hablan de que hay que reestrucutar a largo plazo la deuda si no se quiere que Grecia entre en una nueva cesación de pagos. Hasta una parte de los halcones que rodean a Merkel han empezado a hablar de que un Grexit (salida de Grecia del Euro) podría acolchonarse y hacerse sin mayores costos.
Más allá de tal cuestión económica lo que se está discutiendo después del fuerte pronunciamiento que el pueblo griego brindó con su No en el referéndum es que la dinámica política de Grecia puede ser incontrolable para el imperialismo si ésta finalmente rompe con la Eurozona. Pero a su vez tienen una contradicción de hierro, no pueden aparecer derrotados y que otros pueblos puedan retomar este nocivo ejemplo. Y más cuando a la crisis europea se le suma una coyuntura de inestabilidad aportada ahora por el estallido de una burbuja especulativa en la bolsa china.
La cuerda se sigue tensando. Si Tsipras finanlmente claudica frente a las exigencias de ajuste, dependerá de la Plataforma de Izquierda de Syriza y el resto de la izquierda griega el constituir un polo para continuar dando la pelea. Una pelea que los griegos van a seguir dando por que en ello les va la vida.
Cristina y la demagogia K
Cristina dedicó buena parte de su actividad política del domingo pasado a resaltar la lucha del pueblo griego contra el ajuste del FMI y la banca europea. Muchos comentaron que era más fácil para ella hablar de Grecia, que de los resultados electorales en Buenos Aires o Córdoba donde los K sufrieron contundentes derrotas.
Pero más allá del momento, los kirchners han vendido como parte de su doble discurso una postura de defensa de la soberanía, contra los ajustes exigidos por el FMI y el imperialismo. Poco le va quedando de ese discurso a un gobierno que pagó 190.000 millones de dólares de deuda externa, que regala nuestro petróleo, minería y recursos agropecuarios a empresas como Chevrón, Barrick Gold, Brithish Petroleum, Monsanto o las multinacionales chinas.
Los griegos hoy enfrentan a los partidos que entregaron el país a los bancos y multinacionales que dominan Europa. Lo contrario de lo que ha hecho y hace el kirchnerismo.
La izquierda argentina y el sectarismo hacia Syriza
En sus materiales escritos, como en debates orales que hemos tenido con el PO o el PTS, ambas fuerzas del FIT ha manifestado un importante sectarismo frente al fenómeno político que representa la coalición de izquierda radical Syriza en Grecia. Con sus contradicciones, este frente del grueso de la izquierda helena, reúne a distintos sectores provenientes tanto de rupturas del PC, como del maoísmo o del trotskismo, entre otros. Y esta unidad le permitió presentarse como una opción apta para gobernar, logrando que el pueblo griego, inmerso en una enorme lucha contra un ajuste salvaje, los eligiera para reemplazar a los viejos partidos del régimen.
Tienen hacia Syriza una política que tiene puntos de contacto con la del viejo PC stalinista griego (KKE), que apoyándose en tal o cual diferencia táctica y criticándolos “por izquierda” ha boicoteado el surgimiento de un fenómeno progresivo por fuera de los viejos aparatos. Nuestra corriente, sin ocultar sus contradicciones y limitaciones, ha saludado su aparición ahora frente a los errores de Tsipras, el desarrollo de un ala izquierda de decenas de diputados y enorme influencia.
Frente al plebiscito en sus comienzos, aunque luego se reacomodaron, el sectarismo los hizo arrancar mal. Así se refería al mismo Pitrola del PO en el diario Clarín del 1º de julio “El temor de que esta división se reproduzca en el Parlamento ha llevado a convocar a un referendo. El referendo no resolvería nada, porque está diseñado para habilitar una continuación sin fin de las negociaciones, y hasta podría triunfar un voto de rechazo al gobierno. La única salida, el envío a pérdidas de la deuda externa de Grecia, llevaría a la bancarrota a la UE.”(resaltados nuestros). Flor de lío se armó en Europa con el referéndum griego… y para Pitrola no servía para nada… ¡el sectarismo mata!
Gustavo Giménez