Grecia dijo No

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El domingo 5 de julio millones de griegos concurrieron a un plebiscito llamado por el gobierno de Syriza para pronunciarse sobre las terribles condiciones exigidas por la Troika, para aprobar un nuevo tramo de los préstamos destinados a cancelar los vencimientos de su impagable deuda externa.
Una nueva vuelta de tuerca de un durísimo plan de ajuste destinado a pagar una fraudulenta deuda, que representa el 177% de su PBI, que achicó un cuarto de la economía, generó una desocupación del 25%, que llega hasta el 50% en el caso de los trabajadores jóvenes, liquidó conquistas sociales históricas, inició un profundo plan de privatizaciones y una desmedida presión impositiva sobre un pueblo empobrecido.
Las nuevos exigencias que se centran en recortes al ya castigado sistema de pensiones y un aumento importante del IVA sobre los productos de primera necesidad y uno de los motores de la economía griega que es el turismo, fueron resistidos en una negociación que ya lleva varios meses, en primer lugar por enormes movilizaciones en las calles, de un pueblo que no ha dejado de movilizarse y luchar.
El primer ministro griego Alexis Tsipras intentó equivocadamente buscar un acuerdo con los acreedores europeos, ya que es imposible conciliar las exigencias planteadas con las más elementales necesidades del pueblo griego. Esto generó una crisis al interior Syriza, la coalición gobernante, que fortaleció a su ala izquierda, al calor de sus firmes críticas a esos intentos de acuerdo que dejaban de lado parte del compromiso con su base electoral y social. Finalmente Tsipras llamó correctamente al referéndum para que sea el pueblo griego el que decida y se pronunció por el No.
La primera reacción imperial fue brutal. Echaron al Ministro de Finanzas griego de la reunión con sus pares del continente. Señalaron que pedirle al pueblo que se pronuncie era romper con el euro y dejar a Grecia fuera de Europa. Al interior del país una campaña de miedo copó rápidamente la TV y los medios importantes de comunicación. Para completarla el gobierno tuvo que levantar un corralito bancario, ya que el Banco Central Europeo dejó a los Bancos locales sin dinero para pagar jubilaciones y los movimientos básicos de la economía.
Tal fue la presión, que en los momentos previos, los analistas no descartaban un triunfo del Si, y la caída del gobierno de Tsipras. Los tradicionales partidos de derecha y la socialdemocracia hacían su labor llamando a importantes movilizaciones por el Si, que competían con las mayoritarias que en la Plaza Sintagma se pronunciaban por el No.
El resultado fue contundente. El 61 % de los votantes griegos dijeron No. No al ajuste, no a la Troika, no a la prepotencia imperial. Planteando un peligroso ejemplo en una Europa que luego de la crisis desatada en el 2008, ha desmantelado gran parte del estado de bienestar y castigado brutalmente a las economías más débiles como Portugal, Chipre, Irlanda o España, entre otras. Donde nuevos fenómenos y formaciones de izquierda radical como Syriza en Grecia o Podemos en España, desplazan a los partidos tradicionales y amenazan los planes de ajuste de la Europa imperial.
Tan fuerte ha sido el desafío griego que los representantes del imperio se han dividido en cómo responder ante semejante irreverencia. Las “diferencias” entre los halcones de Merkel y los bancos y las nuevas propuestas del FMI, Obama u Hollande, solo se explican por una situación que se les ha ido de las manos y amenaza sus planes más preciados.
Desde el MST-Nueva Izquierda, que apoyamos y nos movilizamos como parte de la campaña mundial en solidaridad con Grecia, reiteramos nuestro apoyo incondicional a esta trascendente pelea. Corren días decisivos. Pasado el Plebiscito una nueva ronda de negociaciones se ha abierto entre el gobierno griego y la Comunidad Europea. Más allá de su resultado inmediato, de algo estamos seguros, la lucha del pueblo heleno es hoy la punta de lanza de todos los pueblos que luchan contra los brutales planes de ajuste de la Troika, y quieren recuperar su soberanía sometida hoy a las decisiones de los banqueros y gobiernos que dominan Bruselas. Que pelean por una Europa Unida al servicio de los trabajadores y los pueblos y no de las grandes multinacionales, banqueros y gobiernos imperialistas.

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