Según dijo, César Milani dejó de ser jefe del Ejército “por motivos personales”. Algunos dicen que fue para no complicarle la campaña a Scioli; otros, que estaba tomando demasiado vuelo propio. En todo caso, el kirchnerismo sostuvo hasta donde pudo a un represor de la dictadura, que además se enriqueció en su cargo y montó el mayor aparato de espionaje interno en democracia para utilizarlo contra el pueblo trabajador.
Impunidad para los amigos
Poco después del pase a retiro de Milani, la justicia tucumana desplazó al fiscal Gómez, quien analizaba citarlo a indagatoria por la desaparición del soldado Agapito Ledo en La Rioja durante la dictadura. Gómez sostuvo que el general fraguó actas para hacer creer que Ledo había desertado e incluso puso un testigo falso. La “justicia” sancionó al fiscal para defender al general represor. Esto muestra que pese a su retiro, Milani sigue amparado por Cristina y Scioli, que hasta piensa incorporarlo a su gobierno si gana.
Surgido del riñón de la Inteligencia militar, Milani desarrolló un aparato enorme destinado a espiar, perseguir y judicializar luchadores populares y dirigentes sociales y políticos. Fue actor clave de la ley “antiterrorista”, el Proyecto X y otros dispositivos represivos.
Antes de irse, Milani ubicó a familiares suyos en ministerios y dependencias, logró que el Ejercito tenga más generales que bajo Videla y aumentó su fortuna en varios ceros: una verdadera “década ganada”.
La herencia del general
Luego de la muerte de Nisman, salió a luz que el aparato de espionaje interno -SIDE y Ejército- gozaba de buena salud. La “disolución” de la vieja SIDE y su traspaso a la nueva Secretaría de Inteligencia (SI), a cargo de Parrilli, fue cambiar algo para que nada cambie. Ese aparato no sirve para encontrar chicas desaparecidas en estos años, ni esclarecer violaciones a los derechos humanos ni colaborar en investigar casos de violencia institucional y gatillo fácil. Sólo sirve para armar causas ficticias contra los obreros de Lear y Gestamp o para espiar y judicializar a luchadores y dirigentes como Vilma Ripoll.
La Inteligencia del Ejército gasta $ 600 millones al año, mucho más que la SI de Parrilli y otro tanto manejará la procuradora Gils Carbó, ahora a cargo de las escuchas. Aunque elogien a Ricardo Cundom, sucesor de Milani, o hagan algunos cambios cosméticos, el aparato represivo sigue vigente.
Juicio y castigo a Milani
Un represor no puede pedir su retiro como si fuera un funcionario más. Milani es responsable de crímenes de lesa humanidad, y como tal debe ser juzgado y encarcelado. Junto con eso, hay que abrir todos los archivos secretos y desmantelar todo el aparato de inteligencia. Crear una comisión investigadora independiente, integrada por organismos de derechos humanos, sociales y victimas de la represión estatal sería la mejor herramienta para avanzar en esa tarea democrática.
Martín Carcione