Mientras el INDEK anuncia que junio fue el mes de mayor crecimiento interanual de un primer semestre bueno y anuncia un mejor segundo semestre, los datos reales de la economía real desnudan la verdad: mayores complicaciones en el mediano y largo plazo.
No hay dudas que gran parte del triunfo en las PASO de Scioli y el oficialismo K se debió a que la economía no se desbarrancó. Pudieron mostrar cierta estabilidad del dólar oficial, un aumento del consumo (que pretenden siga creciendo hasta octubre por lo menos) y cierto amesetamiento en la pendiente inflacionaria. Según el INDEK el primer semestre todo fue de crecimiento con respecto a 2014, en especial junio con un crecimiento del 3,8%. Para los economistas burgueses opositores el crecimiento no sería tal, sino mucho menor, casi cero. Pero terminan reconociendo lo obvio, la economía no estalló y eso le permitió al gobierno fortalecerse ante el electorado. Un presente “tranquilo” que presagia un futuro turbulento.
El costo de la “tranquilidad económica” actual
El problema para el gobierno, y sobre todo para el que venga después de octubre, es que esta coyuntura de aparente bonanza económica, no se debe a un crecimiento real de la economía con mayor inversión, aumento de la producción industrial o agrícola o crecimiento del empleo; ni siquiera a una etapa de fortalecimiento relativo como se vivió en años anteriores. Muy por el contrario, se trata de una tranquilidad forzada, conseguida a través de maniobras económicas y financieras que traen aparejado un alto costo a mediano plazo, aunque le haya sido útil en el corto plazo, veamos.
El principal factor para que la inflación no se disparase, fue la relativa estabilidad del dólar oficial, que sigue en torno a los $9, muy por debajo del blue a $16. Pero esto se logró debilitando las reservas del BCRA que si se descuentan los U$S 8.000 millonesdel swap (crédito interno) con China, no superarían los U$S 25.000 millones (habían superado los U$S 50.000 millones en el 2008) y según estimaciones caerían otros 8.000 millones de dólares más de aquí a diciembre. Y en segundo lugar se consiguió aumentando las tasas de interés bancario para tratar de acaparar dinero en los bancos, que no se vayan al dólar blue o al consumo. En menor medida también retuvieron dólares bajando las autorizaciones para la venta de dólares ahorro y otra serie de medidas con los bonos y manejos con las liquidaciones de importaciones y exportaciones. Pero estas medidas no pueden sostenerse en el tiempo, la caída de las reservas hace muy vulnerable la economía frente a embestidas y especuladores, lo que se nota en la subida del dólar blue a más de $16, sin contar con que ya no le están dando los dólares a los importadores para que paguen sus compromisos externos y eso hará escasear las mercancías que provienen del exterior (sobre todo de la industria automotriz o de medicamentos, por ejemplo) lo que puede traer problemas de producción, empleo, suspensiones, etc.
Para intensificar el consumo el gobierno sigue apostando a la “maquinita” de hacer billetes, con la mayor emisión monetaria de los últimos años, lo que a su vez mete presión inflacionaria y hará prácticamente imposible sostener el precio del dólar en el futuro.
Como venimos insistiendo, no hay ninguna señal de que se hayan revertido los problemas estructurales de la crisis económica: sigue sin crecer la producción industrial y el empleo, no hay inversión real que traiga dólares a la economía, en el comercio exterior sigue creciendo el déficit (cada vez se importa más y se exporta menos), se siguen subsidiando a las empresas privatizadas, de transporte, etc.
Lo nuevo: mayores dificultades y crisis internacional
Muy por el contrario de lo que sucedió en la mayor parte de la década pasada, donde los precios de las materias primas (sobre todo alimentos) estaban en alza, el dólar bajo, crecimiento económico de Brasil y los salarios bajos en dólares producto de la devaluación de Duhalde, lo que permitió a la burguesía argentina acumular grandes sumas de dólares de las exportaciones y al gobierno tener un superávit del comercio exterior, hoy la situación internacional es mucho más complicada y traerá consecuencias negativas para nuestra economía en el mediano plazo, sin ninguna posibilidad de blindaje o restos del famoso viento de cola.
El aumento del valor del dólar, primero frente al Euro y ya en el 2015 frente a todas las monedas, ha hecho que todos los países de la región y sobre todo nuestro principal socio comercial, Brasil encima en crisis, tengan que devaluar. Esto hace mucho más difícil exportar y más caro importar, sobre todo cuando aquí el precio del dólar sigue bajo y es la razón por la cual tanto Macri como Masa hablan de devaluación, que es lo que exige la burguesía y la oligarquía del campo para poder exportar y ganar “competitividad”.
Pero no es sólo un fenómeno regional, la propia Europa está devaluando, hasta China que en los últimos años siguió con su moneda al dólar, tuvo que devaluar casi el 5% este mes. De nuevo, se nos hace más difícil exportar materias primas y más caro importar materias elaboradas con valor dólar, mientras le facilita a los países vecinos inundarnos con mercancías relativamente más baratas, lo que atenta contra el empleo en nuestro país (algo parecido aunque en menor cuantía a lo que pasó con Menem).
Pero el problema no es sólo financiero, de diferencias cambiarias o precios relativos. El problema es también económico real: la Argentina no ha logrado cambiar su matriz productiva en esta supuesta “década ganada”, seguimos siendo un país exportador de materias primas, sobre todo alimentos, que ahora están en baja en el mundo entero y por eso sigue cayendo el volumen de nuestras exportaciones tanto en dólares como en toneladas a exportar, la crisis de nuestros países socios como Brasil, hace que nos compren menos también, a China con su devaluación le conviene menos importar materias primas de Argentina ya así sucesivamente, por eso crece el déficit comercial.
Todas estas razones son las que nos hacen sostener lo que dijimos al principio, bajo las reglas del juego capitalista-imperialista esta coyuntura de tranquilidad, no es más que eso, un corto periodo que presagia mayores dificultades y crisis a futuro.
No hay salida sin cambiar el modelo
La razón por la que tanto Scioli como Macri o Massa casi no hablan de la situación económica ni de las propuestas al respecto es porque los tres están de acuerdo en que hay que ajustar y hacer pagar la crisis a los trabajadores. Para Macri y Massa el ajuste pasa directamente por hacer una fuerte devaluación, emparejándonos con los países vecinos y a tono con el capitalismo mundial que baila al compás de los EEUU. Esto llevaría a una brutal caída en el salario real, ya que el poder adquisitivo en una economía dependiente como la nuestra está directamente relacionado al ingreso en dólares, esto ya lo vivimos en el 2002 con Duhalde y su megadevaluación.
El problema para Scioli es que no puede seguir aplicando la receta del kirchnerismo de la última década, porque como ya explicamos en el otro artículo, se acabó el viento de cola que tuvimos y ahora la crisis internacional aprieta también a los BRICs, a Europa y China, todos eligieron la vía de la devaluación, y tampoco se puede afirmar en las retenciones a la soja cuyo precio sigue cayendo o en mayor emisión monetaria porque ya es récord. Por eso él también sabe que tendrá que ajustar, de manera más o menos ortodoxa.
Nosotros sostenemos que la crisis del capitalismo-imperialismo continúa y es grave, por eso las grandes potencias, con EEUU a la cabeza están tratando de salvarse ellos y no dejan márgenes ni para los BRICs ni mucho menos Argentina. Por eso decimos que hay que romper con esta lógica de siempre que hay crisis creciente se ajusta a los trabajadores y los pueblos.
Sostenemos que tenemos que cambiar de modelo rotundamente, ajustando a los que provocaron la crisis, empezando por no pagarles un dólar más de la deuda externa ni a los Buitres, ni al resto, porque toda es fraudulenta. Nacionalizando la banca (que gana fortunas en Argentina como en ningún otro país del mundo) y el Comercio Exterior (por donde se fugan miles de millones de dólares anuales y se hacen todo tipo de maniobras en beneficio de los grandes capitalistas). Imponiendo una profunda reforma Fiscal donde paguen más los que más tienen, empezando por las grandes empresas y monopolios, con impuestos progresivos a las grandes ganancias y fortunas, gravando la renta financiera el juego y combatiendo la especulación, sacando el subsidio a las grandes empresas amigas del gobierno, etc. Mientras descomprimimos la presión sobre los trabajadores y el pueblo, eliminando el IVA a los productos básicos y el impuesto al salario. Con todo esto sobraría plata para aumentar los salarios, jubilaciones y planes al nivel de la canasta familiar y bajaríamos la inflación, sin tener que devaluar, que es lo que exigen los grandes empresarios y lo que cumplirán rigurosamente Scioli, Macri o Massa por más que en estos meses de campaña traten de disimularlo.
Gerardo Uceda