MST - Movimiento Socialista de los Trabajadores Lunes 27 de Agosto, actualizado hace 4 hs.

Se necesita una reforma política. Democracia devaluada

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Mirando para atrás en el calendario es difícil encontrar un domingo en el que no haya habido alguna elección en nuestro país. En las provincias, los municipios o a nivel nacional, con boleta electrónica, única o con el viejo sistema de boletas tradicionales, miles de candidatos se disputaron y se disputaran en las que restan aún, los favores de los votantes. Esta abundante “oferta” electoral no representa para nada un fortalecimiento de la democracia, sino todo lo contrario, una exacerbación del fraude, una retorcida maraña de mecanismos para violentar la voluntad popular y garantizar la continuidad, mediante el despilfarro de millones de pesos, de un sistema perverso.

Cada cual atiende su juego

Si hay algo que caracteriza al sistema político argentino es su heterogeneidad o, para decirlo más claramente, en cada feudo provincial los “barones” de turno acomodan a su antojo los sistemas electorales, los métodos de votación y las fechas de las elecciones para favorecer a sus propios intereses.
Provincias donde rige la boleta única como Córdoba o Santa Fe, boleta electrónica como en Capital o Salta, o la boleta tradicional como a nivel nacional y la mayoría de los distritos.
Reelecciones indefinidas de gobernadores, pisos proscriptivos para las minorías, entrega de mayorías automáticas a los que ganan por un voto, etc.
Esta descomposición en porciones del tablero electoral representa, en definitiva, la descomposición como tales de los grandes partidos. El PJ y la UCR otrora ejes rectores del sistema democrático burgués argentino, son hoy una asociación de bandas que cuidan primero su quinta y no tienen reparo en saltar de un “líder” a otro en cualquier momento.
La última reforma electoral, que tenía como objetivo unificar las distintas tendencias burguesas y funcionar como un filtro para las fuerzas emergentes, poco efecto ha tenido en lo primero y mucho en lo segundo. Las PASO se han consolidado como un filtro que las bandas burguesas violentan de cualquier forma, mientras que los sectores que cuestionamos el régimen actual y contamos con menos recursos quedamos, la mayor parte de las veces, en sus redes.

Contradicciones y desafíos

Que llevemos más de 30 años sin golpes de estado es sin duda una victoria enorme de nuestro pueblo, que derrotó a la sangrienta dictadura y evitó, en momentos de crisis, el retorno de las salidas represivas que fueron constantes en el siglo XX.
Este hecho no puede esconder la contradicción fundamental de nuestros tiempos: la burguesía ha capturado esa conquista y la va transformando poco a poco, ajustando los mecanismos de control para que las numerosas tendencias vivas de la lucha de clases se expresen lo menos posible en los resultados.
Desde la izquierda se impone entender estos escenarios que son distintos a los que enfrentaron los grandes teóricos del marxismo, donde los reclamos democráticos que desnudan estas contradicciones tienen un valor agregado en las batallas de nuestros tiempos.
Un desafío planteado en las últimas elecciones sin ir más lejos, expresa que para enfrentar los procesos electorales en la actualidad, la unidad de las tendencias de la izquierda es fundamental para tallar como alternativa real, una enseñanza que lamentablemente hay muchos sectores que aun desdeñan.
En definitiva, resolver el desafío de batallar contra un régimen que se presenta como democrático y suma cada día más restricciones, donde los procesos electorales siguen teniendo un peso enorme en la conciencia del movimiento de masas.
Desde el MST-Nueva Izquierda denunciamos incansablemente el carácter restrictivo de las PASO y lo seguiremos haciendo, planteando la derogación de esta antidemocrática ley electoral, proponiendo al mismo tiempo mecanismos de revocatoria de mandato, el establecimiento de un sistema electoral único nacional, eliminando las listas sábanas, las reelecciones, los sistemas de acoples y las leyes de lemas. En el camino hacia una asamblea constituyente soberana que establezca, entre otras medidas para reorganizar el país, una profunda reforma política para democratizar la democracia, sumándole las medidas anticapitalistas que permitirán, en definitiva, construir una nueva sociedad.

Martín Carcione

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