Debates de campaña: Con Scioli, Macri o Massa aumentará la pobreza

Spread the love

Primero estuvieron los dichos de Aníbal de que en Alemania había más pobres que en la Argentina. Luego las estadísticas de la UCA (Universidad Católica Argentina) que la ubican en un 28,5%. Finalmente, el cuadro de desnutrición y muerte en el Chaco, en las provincias norteñas o incluso cerca del Obelisco, en el barrio de la Matanza llamado «Nicol» (ni colectivo ni colegio).
La pobreza se instaló en la campaña también como parte de un modelo político. El del clientelismo. El de la utilización de planes sociales, bolsones de alimentos o favores de distinto tipo para comprar votos, aprovechando la falta de trabajo y recursos de millones de argentinos. Y los bolsones en Tucumán los repartía tanto Manzur (FPV-PJ) que es el que gobierna, como también la gente de Cano (UCR-Cambiemos) donde controlaba el territorio.
La última cifra del INDEK conocida en 2013 ubicaba la pobreza en el 4,7%. Y pese a que Kicillof se niega a medirla «para no estigmatizar a los pobres», abarca hoy a más de 12 millones de personas y entre niños y adolescentes supera el 40%. Estas cifras van en crecimiento de la mano de las suspensiones y pérdida de puestos de trabajo, la inflación en los alimentos y el estancamiento de la economía.
Ahora los tres candidatos centrales, todos bendecidos por la Iglesia, hablan de la pobreza. Scioli habla de los logros de la gestión K y a través de sus voceros mete miedo al señalar que si gana la oposición se acaban los planes sociales. Macri habla de pobreza cero, cuando el volumen de las villas de emergencia porteñas ha crecido en su gestión esperando ser urbanizadas pesa a que maneja el presupuesto por habitante más alto del país. Massa, ex jefe de gabinete de Cristina, habla de invertir importantes fondos para la infancia a través de las gestiones municipales, cuando en su municipio, Tigre, tiene enormes barriadas pobres sin ninguna mejora.

El agotamiento del modelo K

Las cifras de pobreza, desnutrición infantil e indigencia vienen creciendo porque se está agotando el modelo K, que repuntó de la crisis catastrífica del 2001 en base a una transferencia brutal de ingresos con su devaluación «asimétrica» y de precios récords de la soja y las exportaciones.
Esa situación extraordinaria para la economía del país no se utilizó para recuperar nuestra soberanía económica desarrollando y modernizando la industria. Todo lo contrario. Se ocupó parte de la capacidad ociosa industrial sin una inversión importante en maquinaria y tecnología. La vedette que fue la industria automotriz, en gran medida es una ensambladora de piezas con bajo componente de productos nacionales. Hasta la Unión Industrial señala que hoy la producción del sector es igual a la de hace 40 años.
Desde el 2007 para acá viene produciéndose un deterioro creciente del empleo: 38% de trabajo en negro, proliferación de contratos basura y la creciente cobertura con planes sociales cada vez más devaluados, que hoy llegan a 8 millones. Con la llegada de los efectos de la crisis internacional se afirma aún más un modelo productivo basado en la exportación de productos primarios y que ha pagando una cifra récord por la fraudulenta deuda externa: 190.000 millones de dólares, según la propia Cristina.

Gane quien gane, preparan un fuerte ajuste y más pobreza

Detrás del teatro electoral los economistas de los tres candidatos discuten cómo enfrentar la crisis. Ya en el Presupuesto para el 2016 enviado por Kiciloff al Congreso no están previstos fondos para aumentar salarios ni asignaciones familiares. Todos discuten cómo devaluar y achicar subsidios y, como todos sabemos, el costo de esos ajustes siempre lo pagamos los trabajadores y los sectores medios y populares. Y para traer plata para «inversiones» están discutiendo cómo pagarles a los buitres los 7 a 15 mil millones de dólares que reclaman. Nada de esto tiene que ver con las promesas de desarrollo e impulso a las pymes. Es un terrible ajuste, menos trabajo y más dependencia del país.
No hay manera de enfrentar la pobreza si no es con un desarrollo industrial real del país, con la inversión en obras de infraestructura y destinadas al autoabastecimiento energético, que generen las fuentes de trabajo necesarias, y terminando con el modelo de capitalismo semicolonial que nos domina.
Para ello es necesario dejar de pagar la deuda externa, nacionalizar la banca y el comercio exterior, e imponer fuertes impuestos y controles a los monopolios que manejan nuestra economía, empezando por los bancos y las grandes empresas comercializadoras y formadoras de precios.

                          Gustavo Giménez

pobreza-chaco


Publicado

en

por

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *