Realizadas las elecciones a representantes estudiantiles en los Consejos Directivos y a Centro de Estudiantes en 12 de las 13 facultades de la UBA, es evidente que se consolida una tendencia que se venía expresando en años anteriores: avanzan las agrupaciones ligadas a las gestiones del Rectorado y de los decanatos de las facultades, en particular Franja Morada (Nuevo Espacio) y algunas expresiones del peronismo y retrocede o se estanca la izquierda de conjunto.
Este fenómeno, que ya se había anunciado con la pérdida del Centro de Medicina hace 2 años, tuvo ahora su manifestación en la derrota en Sociales a manos de un megafrente peronista, en la pérdida de la mayoría estudiantil en el Consejo en esa facultad y en la de Arquitectura y lo mismo para la representación estudiantil por minoría en las facultades de Odontología, Filosofía y Letras y Económicas. De esta manera, de no mediar un urgente cambio de orientación y política, se empieza a cerrar peligrosamente el ciclo de ascenso de la izquierda en el movimiento estudiantil porteño.
¿Fin de un ciclo?
Hacia fines de los 90 y comienzos de la década pasada, el menemismo y posteriormente la Alianza, tuvieron una política de ajuste directo y brutal sobre la Universidad. Esto, combinando con un crecimiento de la lucha popular, generó un fuerte ascenso del movimiento estudiantil, que hizo una profunda experiencia con la dirección de Franja Morada y la barrió de casi todos los Centros de Estudiantes de la UBA. La izquierda conquistó estas posiciones, y además ocupó la conducción de la FUBA hacia fines de 2001. Este ascenso tuvo un nuevo pico en 2006 con las luchas por la democratización del cogobierno de la UBA y tuvo sus últimos estertores allá por el 2010 con las tomas por reivindicaciones edilicias. Pero hace más de 6 años que con un gobierno kirchnerista que ha evitado confrontar directamente, manteniendo una asfixia presupuestaria de sintonía fina, ese ascenso se frenó, entrando en una etapa de pasividad del movimiento estudiantil.
El privatismo contraataca
Fue sobre este terreno, que Franja Morada, camuflada bajo distintas denominaciones, con millonarios recursos garantizados directamente desde la Secretaría de Hacienda de la UBA y de varias facultades y con un fuerte perfil de “servicios al estudiante” se ha dado la táctica de paralelizar a los Centros vistos como ineficaces y se ha logrado recomponer. Sin embargo, además de haber recuperado el Centro de Derecho luego de 14 años, Franja Morada ganó la mayoría estudiantil en FADU en alianza con el PRO, pasó a ocupar la totalidad de la representación estudiantil en Odontología y Económicas, creció enormemente en Medicina y avanzó peligrosamente en Psicología, donde ante el estancamiento de El Impulso -aunque igual le alcanzó para retener el Consejo y ganar el Centro- y el retroceso de EPA-PO, quedó a tiro de la disputa por el Centro el año que viene. La cantidad de delegados a FUBA que obtuvo, lamentablemente la pone al borde de volver a recuperar la Federación en alianza con otros sectores de derecha. Párrafo aparte merece la elección de Sociales donde un conglomerado de agrupaciones peronistas gana ese Centro por primera vez y luego de varios intentos.
El FIT y aliados en la conducción de Centros y la FUBA: ni lucha ni gestión
Las principales organizaciones de izquierda que han conducido al movimiento estudiantil en estos años han tenido también una directa responsabilidad en esta situación. En primer lugar, y sobre todo de parte de PO, se impuso una lógica sectaria y burocrática en la conducción de los Centros, que sólo interpela a los estudiantes radicalizados políticamente, sin darle peso a las cuestiones gremiales y académicas más específicas como forma de contener al conjunto de los estudiantes estando ausente de esta manera, por ejemplo, en los distintos procesos de reforma de los planes de estudio o las políticas de extensión universitaria en los barrios. En cuanto al funcionamiento cotidiano, la ausencia de asambleas democráticas, comisiones de trabajo, revistas de los Centros o el nulo funcionamiento de las Secretarías que prácticamente ya ni se asumen son un ejemplo de esto. Y todo el énfasis está colocado en la coordinación del aparato de bares y fotocopiadoras. El colmo de ese modelo se refleja en los últimos congresos de la FUBA, poco frecuentes y reducidos a meros trámites burocráticos para cumplir con el protocolo formal, sin siquiera disimular participación alguna con comisiones de discusión previas. Este sector político además nunca se propuso unificar un pliego concreto de reivindicaciones por facultad y construir planes de acción para concretarlos. Por otro lado La Mella/Patria Grande, y otras expresiones menores, aunque con una visión distinta a PO, han priorizado su propia construcción por encima de la necesidad de reconstruir en unidad las herramientas gremiales del movimiento estudiantil aportando a la chatura generalizada. En esto también les cabe responsabilidad frente al retroceso global de la izquierda.
Por una urgente reorientación
Para recuperar el terreno perdido y enfrentar los planes del rectorado y el ajuste que se viene, es indispensable provocar un giro brusco en la izquierda universitaria. Hay que superar la dispersión, y lograr una unidad durante el año y también en las elecciones que contenga la diversidad de perfiles y propuestas que existen en la izquierda con un norte claro puesto en frenar el avance de las agrupaciones estudiantiles del Rectorado y los Decanatos. Hace falta abrir los Centros a la participación masiva, buscar las vías necesarias para interpelar al conjunto de los estudiantes para que vuelvan a ver en sus Centros la herramienta organizativa que necesitan para luchar por sus reivindicaciones. Nuestra concepción de Centro es distinta a la actual en el resto de la izquierda, porque defendemos un modelo participativo, democrático, inclusivo y de lucha al servicio de la transformación de la Universidad y de la sociedad. Nos proponemos contribuir con todo lo que esté a nuestro alcance a esa perspectiva que planteamos.
Juventud Socialista del MST – UBA