En el marco del proceso de acercamiento entre los gobiernos cubano y estadounidense, el Papa Francisco inició una gira para visitar ambos países. Primero fue a la isla, desde el 19 al 22 de septiembre. Allí fue recibido por el presidente Raúl Castro, anfitrión de su visita. Estuvo en La Habana, Holguín y luego en Santiago de Cuba, desde donde partió a Washington. Hubo una gran movilización de fieles en las ciudades que visitó.
Es importante que quienes luchamos por una sociedad justa e igualitaria reflexionemos sobre los motivos (y objetivos) políticos que explican el viaje de la máxima autoridad de la Iglesia Católica por estos dos lados.

Consolidar el proceso de apertura

Aunque se trata de un proceso que lleva ya bastante tiempo, la decisión del gobierno cubano de iniciar la apertura económica a los capitales internacionales pegó un salto muy grande este año. Las reuniones bilaterales entre la diplomacia norteamericana y la cubana, la apertura de la embajada yanque en La Habana y hasta el izado de la bandera del Tío Sam en la Plaza de la Revolución se enmarcan en este giro político retrógrado.
La visita de Francisco a Cuba tiene como un primer objetivo consolidar esta apertura, apostando a una rápida penetración capitalista en el lugar, por las implicancias geopolíticas e históricas que tendrá para la región.

Arrodillaos, hijos

Más allá de la retórica rebelde, las intenciones del líder del Vaticano son las mismas que ha tenido la jerarquía religiosa desde hace siglos: mantener a las grandes masas dentro del sistema de dominación vigente. Antes con los nobles y señores feudales, ahora con los capitalistas.
En un mundo afectado por la crisis global, con procesos revolucionarios y convulsiones sociales, los de arriba se desesperan ante la posibilidad de que los humildes tomen las calles y reclamen lo que les han robado. Cuba verá los espejitos de colores del capitalismo, con sus sueños y promesas de éxito individual; pero sobre todo vivirá la profundización de las desigualdades y problemas sociales a un nivel desconocido por más de medio siglo.
El Papa fue a convencer a los cubanos de que ese es el destino que tienen que aceptar pasivamente.

El papel de Raúl Castro

Sin dudas, la importancia de Cuba y su revolución ha sido (y es) muy grande en nuestro continente. Tan es así, que incluso hoy no son pocos los que creen que este acercamiento ha sido una derrota del imperialismo, que fue obligado a reabrir el diálogo.
Pero la realidad, lamentablemente, es muy diferente.
Lo que ha pasado es que luego de implementar una política de recortes (que implicó el despido de cientos de miles de trabajadores estatales, entre otras cosas), el gobierno de Raúl Castro definió profundizar enormemente la apertura económica a los capitales extranjeros. Aunque duela decirlo, lo que estamos presenciando es el avance de una restauración capitalista en la isla.
Lejos de ser un gran diplomático o un profundizador del modelo socialista, el rol objetivo de Raúl Castro es (si lo logra) el de hacer retroceder la revolución que cambió la historia de Latinoamérica y fue la piedra en el zapato para el imperio.

Socialismo o barbarie

El heroísmo de ese pueblo, que nunca se doblegó, se ganó el corazón de millones. Hoy, por la descomunal campaña publicitaria y de los grandes aparatos, probablemente haya confusión en sus filas, hasta escepticismo.
Pero las rebeliones populares en el mundo, los cientos de miles de jóvenes que no aceptan la opresión imperante, los movimientos sociales, deben servir como espejo donde mirarse para encontrar el camino a seguir. No habrá negociación con los verdugos que permita una mejor vida para los de abajo: será la lucha sin cuartel contra el capitalismo la que puede darnos una posibilidad a las grandes mayorías.
Desde el sur del sur, creemos que la alternativa sigue siendo Socialismo o Barbarie. Y que somos muchísimos los que antes que un McDonald’s queremos ver la cara del Che al llegar a nuestra Cuba.

                                  Martín Torres