El domingo 4 de octubre, nos llegó la triste noticia: nos dejaba Eduardo «Tato» Pavlovsky, un hombre de los grandes.
Médico psiquiatra, psicoterapeuta, pionero del psicodrama en América Latina, Tato Pavlovsky fue además un actor de raza y un dramaturgo incansable. Su producción artística, profesional y teórica fue muy amplia: fue autor de más de 20 obras y 15 libros. Entre sus obras teatrales más reconocidas podemos incluir El Señor Galíndez, Potestad, Pablo, Paso de dos, Rojos globos rojos, Telarañas y Cámara lenta.
Su última creación dramática fue Asuntos pendientes, sobre los jóvenes excluidos, que se estaba dando en el Centro Cultural de la Cooperación.
Intelectual comprometido
Intelectual de izquierda, lejos de las torres de cristal y de los que pululan al amparo de los gobiernos, Tato siempre mantuvo su firme compromiso político con las causas justas y con el socialismo.
En noviembre de 1974 la banda fascista Triple A puso una bomba en el Teatro Payró, en donde se representaba su obra El Señor Galíndez, sobre la doble vida de un torturador. En 1977 la dictadura militar prohibió Telarañas y más tarde allanó su domicilio particular y su consultorio. Con la cobertura de compañeros del Partido Socialista de los Trabajadores, eludió al «grupo de tareas» que lo perseguía y pudo escapar por los techos. En 1978 no tuvo más remedio que salir al exilio en España.
En 1981 Tato volvió al país y participó del movimiento cultural antidictatorial Teatro Abierto. A poco de iniciado el ciclo, en agosto de 1981, otro «grupo de tareas» puso tres bombas que incendiaron la Sala del Picadero, donde se daba su obra Tercero incluido. Asimismo, fue candidato en nuestras listas en varias elecciones.
Como nos contaba su familia en el velatorio, Tato estuvo trabajando hasta pocos días antes de que su corazón dijera basta. «La revolución será alegre o no será», escribió alguna vez. Y se fue bien, en su cama, en su casa.
Ciudadano Ilustre
En abril de este año, por la Ley 5.257 de autoría de nuestro diputado Alejandro Bodart, la Legislatura porteña distinguió a Pavlovsky como Ciudadano Ilustre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. «¡Pero este hombre nos ‘putea’ en arameo!», se quejaban algunos diputados del PRO…
No obstante las reticencias, la ley finalmente resultó aprobada por unanimidad. Como lo afirmó con orgullo Bodart en la ceremonia, en el Salón Montevideo a pleno, al entregarle el diploma, «Tato se merece esta distinción por partida doble: por su vasta obra creadora y por su compromiso social y de izquierda de toda la vida».
«Sigo haciendo teatro porque no puedo dejar de hacerlo -nos dijo Tato en aquel momento, lo importante es no perder las ganas de luchar». ¡Y vaya él, que no las perdió nunca!
Más que un adiós, un hasta siempre
Al velatorio de Tato, en su barrio porteño de Belgrano, asistimos los compañeros Cacho Bidonde y Alberto Sava, junto a Vilma Ripoll, Guillermo Pacagnini y yo en nombre de la dirección nacional del MST-Nueva Izquierda. También hicimos llegar una corona de flores.
Abrazamos a su compañera Susy Evans y a sus hijos, y también les transmitimos un afectuoso saludo de parte de Bodart, que está de gira política en el exterior. Todos ellos nos relataron lo contento que estaba Tato por la distinción de Ciudadano Ilustre, cómo hablaba de ese «momento feliz» y les mostraba el diploma a sus grupos de alumnos… Imposible no volver a emocionarse.
Querido compañero Eduardo «Tato» Pavlovsky, ¡hasta el socialismo siempre!
Pablo Vasco