La rebelión de los estudiantes en Paraguay

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Los estudiantes paraguayos tomaron la mayoría de las facultades de la UNA (Universidad Nacional de Asunción). Todas ellas, salvo unas pocas, se encuentran en el Campus ubicado en el municipio de San Lorenzo en las afueras de Asunción. Un gigantesco predio de más de 50 hectáreas, con sus monumentales edificios que albergan las Facultades de Ciencias Agrarias, Arquitectura, Medicina, Veterinaria, Ingeniería, etc.
El conflicto comenzó por causa de una pelea entre el senador colorado Galaverna (conocido como Calé), histórico stronista y el presidente Horacio Cartes, un empresario outsider de la política y del mismo partido colorado.
La rebelión de los estudiantes paraguayos se da en un marco de retroceso de los progresismos latinoamericanos, de la crisis de Dilma en Brasil, Maduro y un gobierno más represivo en Venezuela. Se da en el marco de grandes luchas en Latinoamérica donde las masas van buscando alternativas más democráticas y nuevas direcciones.
En Paraguay, así como en el resto de Latinoamérica, las masas no quieren saber nada de medidas represivas. Aquí, al entrar más tarde al proceso revolucionario de la región, nos saltamos algunas etapas. Este es un hecho progresivo, la radicalización de la pequeña burguesía refleja centralmente la ruptura con los antiguos partidos (Liberal y Colorado).
La rebelión estudiantil es parte de la tarea democrática del movimiento de masas de Paraguay: echar a los colorados de todos los estamentos del poder. En el 2008 comenzó la revolución democrática, con la derrota del Partido Colorado en las elecciones de ese año a manos del ex obispo Lugo. Allí comenzó la crisis de ese partido, devenido en democrático, sin salida como dirección del movimiento de masas. Esta crisis pegó un salto luego de la masacre de Curuguaty, un escándalo a nivel nacional y mundial. Esta masacre no amedrentó a ningún sector, si bien en un primer momento creó confusión en la vanguardia.
Esta matanza produjo un efecto contrario al deseado, una vez repuesto el movimiento de masas, comenzó un ascenso que hasta hoy continua imparable. Hay un dato insoslayable: la vanguardia es urbana y no campesina, es obrera-estudiantil, surgiendo de este último movimiento unos activistas extraordinarios, sobre todo nuevos, sin experiencia en la luchas de clases.
Varios de nuestros compañeros son parte de la dirección y activistas de la lucha.
A esta altura se echó y logró encarcelar al rector Froilán, se echaron a 46 funcionarios, entre ellos a rectores y altas autoridades de la Universidad. Todos ellos elegidos por los gobiernos colorados y el actual de Cartes.
Los estudiantes han tomado en sus manos la tarea que les correspondía. Hace más de un mes solo gobiernan ellos la UNA. Manejan la seguridad del campus, tienen patrullas de estudiantes que en bicicletas recorren el predio y cerraron las entradas. En un primer momento ellos decidían quien entraba y quien salía de la UNA, las cuestiones más importantes las discuten en asambleas multitudinarias, que son puntuales y el que no llega a horario queda afuera. No son sectarios, llaman a los padres, a los parientes, a los amigos, a la población en general a apoyar, a ser parte y todos apoyan entusiastamente la lucha. La UNA es un verdadero campo revolucionario, con una inmensa solidaridad, fraternidad y democracia.
Ahora hay que correr a los colorados de todos lados. De los centros de estudiantes de los colegios secundarios, de los barrios de todo el país, vaciar de gente sus 5000 locales, de las fábricas, de los organismos del Estado, de los sindicatos, de las comisiones internas, etc.
La gran tarea, entonces, es barrer, borrar del mapa al corrupto Partido Colorado – otrora fascista y ahora oportunistamente democrático – y a todos sus secuaces.

Alfredo Miñarro y Luciano “Teju Jagua”

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