“El sueño será nuestro o seremos esclavos del sueño de los otros”
Recibió el diploma que reconoce su trayectoria. Fue un acto de justicia promovido por el diputado Alejandro Bodart.
El miércoles 14 de octubre el Salón Montevideo se llenó de público. Artistas de distintas generaciones, jóvenes alumnos de teatro, familiares, amigos, militantes y periodistas le brindaron al actor y director Norman Briski el gran premio que la gente le reserva a los artistas más queridos: la ovación. La alegría se hizo sentir en el aire.
En el evento estuvo la actriz Susy Evans, compañera de Eduardo “Tato” Pavlovsky. Con su presencia se hizo más fuerte el cálido recuerdo de Tato, recientemente fallecido, quien también fue reconocido como Ciudadano Ilustre por iniciativa de Bodart.
Lo popular como bandera
Además de su firme compromiso con el arte popular, Norman participó en 27 películas, en medio centenar de tiras televisivas, obtuvo el premio Martín Fierro por Bajamar y Tiempo Final, realizó innumerables representaciones teatrales, es autor y director.
Es esta trayectoria la que a su turno reconocieron el periodista Carlos Aznárez y el psicoanalista Osvaldo Saidón, presentes en el panel que homenajeó a Briski.
Aznárez recordó los inicios de Briski en la década del ‘60 con el Teatro del Pueblo, luego el exilio y una conducta permanente “Norman no cambió la coherencia por cargos o prebendas, siempre denunció al capitalismo”.
En tanto que Saidón dio cuenta del aporte de Briski como “un intelectual comprometido del siglo XXI, con calle, escritorio, coraje y claridad, que aporta un modo de decir la verdad, alternativas de pensamiento y acción”.
Un orgullo
Desde que asumió su cargo, Alejandro Bodart se preocupó porque la cultura popular tuviera un espacio en la Legislatura. Por eso siempre apoyó los reclamos de distintas expresiones amenazadas por el gobierno, y fomentó desde su banca el reconocimiento a aquellos artistas que mantienen su compromiso con las causas justas, sin importar de qué tradición política provengan.
Sus palabras reflejaron esta manera de pensar cuando dijo: “Se hizo justicia en un lugar donde prima la injusticia. La llama de la rebelión está encendida y personas como Norman ayudan a ver con optimismo el cambio social”.
Antes de finalizar Bodart remarcó: “Es un merecido reconocimiento a un actor admirable, transgresor por naturaleza y defensor de causas justas. Norman ha sido y sigue siendo un incansable impulsor del teatro popular, siempre con su mirada reivindicativa y cuestionadora. Él entendió la cultura como lo opuesto a la mercancía”
Sin maquillaje
Finalmente Norman cerró una jornada emotiva. Saludó los ruidos de lo vivo, de las protestas e hizo una punzante crítica a la “cultura oficial”. A continuación reproducimos las palabras que nos dedicó:
“La cultura tiene su definición. Si la cultura no es manifestación del malestar de esta civilización, que le dio por la paradoja fatal del capitalismo-democrático, no será nada.
La ‘cultura’ oficial Tecnópolis-celular, la del Colón amarillo -refinado cinismo de los virtuosos- y la zurda con eructos de la cultura-cooperativista del Banco Credicoop son el espectáculo que dirige Tinelli con el pene-batuta orquesta. El rating del consumo, que la presidenta necesita para sostener la mustia economía dependiente. Y finalmente Obama y el Papa a puro dogma se desplazan hacia “el centro”, lugar de la inmovilidad para evitar la tormenta. Como si los republicanos y demócratas no fueran pura derecha.
La otra cultura se expresa no sólo resistiendo -que nunca es suficiente-, sino que sigue pensando que ‘no debemos ser el sueño de dominio de nadie’… y para eso, el sueño será nuestro o seremos esclavos del sueño de los otros.
La cultura tiene que expresar, emancipar y configurar lo distinto en lo diverso. Y todos esos ‘di’ ponerlos en la ametralladora de las preguntas. ¿Dónde vamos a parar con tantos billetes de 100, me pregunto? ¿No será la cerveza el opio de los pueblos? ¿Y si la democracia es puro cuento? ¿Y si no voy a trabajar más para el patrón? ¿Y si ni voto en blanco? ¿Y si no voy a la cancha, qué hago? ¿Y si le declaro mi amor a mi cuñada? ¿Y si no fumo más, a quién voy a matar? ¿Y si voy hasta el río a ver la otra orilla? ¿Y si apago el televisor de 84 pulgadas? ¡No respondas a ninguna! Siga usted y ‘usteda’ con sus propias preguntas. Eso es cultura.”
Y finalizó llamando a la unidad para defender a los teatros populares. Una tarde de lujo en la Legislatura.
Rubén Tzanoff