El jueves 22, en Córdoba, el tribunal que condenó al asesino de Paola Acosta dio a conocer los fundamentos de su fallo. Una vez más, allí estuvimos.
Haber logrado la cadena perpetua para Gonzalo Lizarralde a tan sólo un año del crimen es una victoria en nuestra batalla por justicia. Y así lo valoramos.
No obstante, queremos que su crimen sea calificado como lo que realmente fue: un femicidio. A contramano del sentimiento popular, el tribunal denegó esa causal. Todo el sistema judicial sigue aplicando criterios machistas. Por eso, con el apoyo de especialistas en violencia de género, estamos preparando la apelación.
Según el tribunal no hubo femicidio porque en la relación “no hubo desigualdad de poder” y Paola no era “una mujer vulnerable, sumisa ni dominada”. Es una concepción muy errada y patriarcal. ¿O acaso una mujer tiene que ser vulnerable, sumisa y dominada para que los jueces consideren que existe violencia de género?
Es un absurdo total. Pao defendió siempre sus derechos y los de Martina, por cierto. Pero el hecho de que Lizarralde no quisiera reconocer a su hija ni aportarle alimento ni obra social, más su desprecio al tirarlas a una alcantarilla, confirman su arraigada violencia machista. Violencia económica, física y también simbólica. Él sabía que Paola necesitaba el dinero y por eso armó todo para engañarla. Impuso su desigualdad de poder y se sintió dueño de ambas vidas hasta el punto del femicidio.
El tribunal no quiso reconocerlo así. Pero por la memoria de Pao, por nuestra querida Martina y por todas las mujeres, nosotras no vamos a parar así sea necesario llegar hasta la Corte Suprema. Femicidio es femicidio. ¡Paola, presente!
Maru Acosta y Luciana Echevarría