Apenas pasadas las seis de la tarde del domingo 22, los medios, tanto oficialistas como opositores, reprodujeron el titular que le ponía un final contundente a un ciclo político que se venía agotando hace tiempo. Pero ese «Ganó Macri» ya se olfateaba en el aire desde bastante antes, cuando Cristina Fernández de Kirchner encolumnó a dedo al «modelo nacional y popular» tras la figura de otro neoliberal y menemista de origen: Daniel Scioli.
Del viento de cola a los vientos de cambio
En los primeros años de gobierno K la coyuntura económica fue muy favorable, asentada sobre todo en una fuerte devaluación previa y en una marcada alza de los commodities. Con trasfondo de luchas obreras y populares, el gobierno kirchnerista tuvo que otorgar concesiones evidentes. Pero a partir de la crisis capitalista de 2007 los «vientos de cola» comenzaron a aflojar y los relatos construidos sobre ellos se fueron alejando cada día más de las condiciones reales de vida del pueblo.
Entonces el kirchnerismo fue mutando. Del cambio en la Corte Suprema mene-mista… al plan para controlar a la justicia. De las paritarias libres… a los techos salariales. De descolgar el cuadro de Videla… al Proyecto X y a designar al represor Milani al frente del Ejército. Del chau al ALCA… a la bienvenida a Monsanto, Chevron y la Barrick Gold. Del matrimonio igualitario… al matrimonio con el Papa y la Iglesia. Del doble discurso… a la mentira directa.
Si a todo esto le sumamos una inflación y una corrupción oficial que no dejaron de subir, los resultados están a la vista. Es cierto que una parte del voto a Macri es de centro o de derecha, pero la clave de su triunfo es que cosechó el voto castigo y el tremendo hartazgo con el gobierno nacional. En esa franja de votantes hay miles de docentes y trabajadores de la salud que cobran mal, obreros y empleados hartos del impuesto al salario, desocupados cansados del mal vivir, jubilados y pensionados muy mal pagos, jóvenes sin futuro, familias sin vivienda.
La responsabilidad K
Mauricio Macri gana no porque la gente se derechice, sino porque el falso progresismo del Frente para la Victoria no resolvió los problemas de millones. En medio del enojo popular le abrió la puerta a un candidato como Macri, que aprovechó la necesidad de cambio. Es importante entender esto, porque algunos punteros K o del PJ le echan la culpa a la gente para eludir su propia responsabilidad, que incluye a personajes como Boudou, la Morsa, Jaime y De Vido.
Es verdad que con Macri ganan las corporaciones, pero éstas ya venían ganando con Cristina y también hubieran ganado con Scioli. Es verdad que con Macri viene un duro ajuste, pero ajuste y recortes ya había en muchos sectores. Es verdad que Macri trae devaluación, pero el peso venía perdiendo valor hace tiempo. En sus 12 años en el poder, el gobierno K no resolvió esos problemas ni tampoco quiso afectar los intereses de las grandes corporaciones financieras, mineras, petroleras y del agronegocio.
Macri ganó también porque el FPV pactó con él y de ese modo le permitió fortalecerse. En la CABA le votaron las principales leyes al PRO. En la Provincia de Buenos Aires, acordaron. Y en el Congreso, votaron juntos leyes desastrosas como la ley «antiterrorista». Detrás del discurso anti-macrista de los K hubo años de negociaciones y pactos. Macri construyó un discurso para ocultar sus verdaderos planes. No habló más de privatización, sino de la continuidad de las medidas sociales. Incluso planteó mantener las empresas del Estado y otorgar el 82% móvil a los jubilados, entre otras promesas de campaña. Pero si terminó ganando es porque su principal aliado fue el falso progresismo K.
Martín Carcione