En 2011 este frente electoral superó las PASO proscriptivas. Después en 2013 una muy importante elección lo consolidó como un polo en la izquierda del país. Desde entonces, sectarismo, autoproclamación y sobre todo, política testimonial para no incidir en la realidad, lo llevaron a estancarse y retroceder. Este armado ya mostró que no es alternativa ni electoral ni en la lucha de clases. Hace falta barajar y dar de nuevo.
El kirchnerismo se construyó para intentar retomar el control burgués del país después del Argentinazo. Pese a que ocupó el espacio de centroizquierda y parte de la izquierda, siempre hubo condiciones para construir una referencia independiente. Incluso, que actuara dialécticamente para ensanchar un puente para facilitar la ida hacia la izquierda de los mejores elementos progresistas de la base social kirchnerista. En su momento Proyecto Sur apareció con posibilidades en ese andarivel político, finalmente frustradas por el abandono del programa antiimperialista y un giro a derecha liquidador. El giro de PSUR y la efímera vida del FAP de Binner, fue capitalizado en parte por el FIT en 2011. Primero fue el “milagro de Altamira”, pero después dio un salto electoral en 2013. En ese momento, este armado tuvo una oportunidad que dejó pasar: convocar al conjunto de la izquierda política y social por fuera del FIT a una amplia confluencia basada en un programa de ruptura antiimperialista y anticapitalista para organizar miles de activistas obreros y de la juventud para intervenir en la lucha de clases y en el plano electoral. Nuestro partido insistió con propuestas de unidad que fueron rechazadas sistemáticamente desde ese momento hasta el balotaje de hace menos de 30 días.
Las razones del “frenazo” electoral y la prueba no superada
Así lo reconoció el propio Altamira después de las presidenciales. “Frenazo” lo llamó. Obviamente siempre para explicar fenómenos sociales y políticos hay combinación de causas. Pero lo esencial en este caso, para explicar el estancamiento y retroceso del FIT radica en la idea cerrada, dogmática, de no disputa de poder de un limitado acuerdo electoral vedado a otras fuerzas de izquierda. Los argumentos justificatorios de esa cerrazón son varios: “tuvimos diferencias en el pasado”, como si para acordar sobre las tareas presentes y futuras y contribuir al desarrollo de una alternativa hubiera que coincidir en todo siempre monolíticamente. O lo que es peor, abdicar de las posiciones de otro momento. Lo más paradójico es que para el caso de fuerzas como la nuestra, la impugnación al MST se basa en “diferencias pasadas” que casualmente son posiciones similares a las de Izquierda Socialista, uno de los grupos que integran el FIT. La no apertura, el desechar tácticas de construcción audaces y que respondan a la etapa política actual hizo retroceder al FIT y golpea sobre el conjunto de la izquierda con una marca grave: la ubicación marginal en el debate político nacional y la atomización en el proceso de lucha de clases. Así se contribuye a la confusión del voto útil al mal menor de trabajadores y trabajadoras, de la juventud, el movimiento socioambiental y las mujeres. Y en el movimiento obrero, a que la burocracia recupere terreno.
Hace falta otra cosa: una amplia confluencia de toda la izquierda y el verdadero progresismo
El gobierno de Macri se prepara para ajustar. Es una gestión capitalista directa de las corporaciones. Con ese panorama, la conflictividad social y la búsqueda política de miles de luchadores y luchadoras se van a intensificar como fenómeno. La izquierda va a volver a tener su oportunidad. Por eso los balances y las conclusiones son una clave. Nuestro planteo es claro: alrededor de un programa de ruptura antiimperialista y anticapitalista, tenemos que aglutinar a todo el espectro político y social de izquierda en Argentina. Un verdadero movimiento político con un programa claro y un funcionamiento democrático que facilite el choque de ideas y posiciones de las distintas corrientes que actúen a su interior. Miles de independientes de izquierda están en esa búsqueda. Muchos más después del fin de ciclo del FPV van a sumar a esa perspectiva. Es crucial tender a la unidad con todos ellos en una herramienta común. El MST milita y se construye para contribuir a darle mayor volumen político a esa idea. Convocamos a todos y todas a asociar voluntades en esa misma orientación. Hagámoslo juntos.
¿Del Caño? ¡Ausente!
Como es sabido, Mauricio Macri citó a todos los ex candidatos presidenciales. No faltó ninguno, salvo Del Caño. Desde ya, Macri hizo esas reuniones para mostrar que “dialoga”. Pero Del Caño rechazó asistir, argumentando “estar en las antípodas” del PRO…
Es un error total. Del Caño pudo haber ido a la cita y luego contar qué dijo Macri y señalar sus diferencias con él. Pudo haber ido con una lista de reclamos populares. Pudo haber llevado una serie de proyectos alternativos. Pudo haber ido con una delegación de obreros de Cresta Roja a exigir soluciones. Pudo haber tomado mil y una iniciativas para aprovechar públicamente la reunión con el presidente. Pero eligió la peor variante: borrarse. ¡Como si la izquierda no tuviera nada para decir y proponer!
Ya antes su compañera de fórmula, la diputada Myriam Bregman, también se había negado a concurrir a la asunción presidencial en el Congreso. Es evidente que Del Caño, Bregman y el PTS no se plantean avanzar como una alternativa política seria para llegar a gobernar. Les gusta ser así, una izquierda sectaria, abstencionista, estudiantilista. El problema es que el país no es un centro de estudiantes.
Mariano Rosa