Otro fiasco previsible. La Cumbre sobre Cambio Climático de la ONU en París volvió a dejar claro una verdad de perogrullo: es utópico pensar que la salida para resolver la crisis climática venga de la mano de sus directos responsables.
¿A qué no saben qué concepto no aparece ni una sola vez en el “Acuerdo de París” firmado en la COP? Aunque no lo crean, sí: combustibles fósiles. Nunca, ni una vez. Este dato no es leguleyo, es profundamente político. La causa fundamental de la alteración brusca y desaforada del clima, no está mencionada en el documento que pretende ser presentado al mundo como “un paso adelante en la lucha contra el cambio climático”. El acuerdo es tan ridículamente estéril que solamente basta detenerse en sus puntos clave. Para empezar los muy difusos compromisos y a larguísimo plazo -2050- de reducción de emisiones no son vinculantes. Reducir las emisiones «cuando sea posible” o “en el menor tiempo que se pueda”. Increíble. Además no plantea nada en relación a descarbonizar la matriz energética o prohibir el fracking. Mucho menos dice nada sobre el alerta científico a la necesidad de dejar enterrados el 80 % de las reservas fósiles del planeta. El texto es tan ambiguo, tan laxo que sigue habilitando la resolución –imposible- capitalista de la crisis climática: mercados de carbono, venta de derechos de emisión de gases, etc. Ningún paso adelante en esta nueva cumbre de contaminadores.
Cambiar el sistema, no el clima
Está probado científicamente que el verdadero problema de la humanidad en esta etapa histórica no es el clima, es el capitalismo. Esto no es una abstracción, es muy concreto. La lógica productiva del sistema tiene como objetivo esencial maximizar el beneficio privado de los capitalistas. Para lograrlo, éstos necesitan producir siempre más a menor costo de salarios y naturaleza, y fomentar el sobreconsumo. Ese círculo conduce inexorablemente a consumir energía de forma bulímica. La matriz predominante actual son los hidrocarburos que no paran de ser quemados y emitir gases de efecto invernadero que acrecientan el cambio climático. Frente a esto, hay que tomar medidas urgentes: expropiar los monopolios energéticos e iniciar una transición hacia energías renovables y limpias. Reconversión productiva y laboral con garantía estatal de estabilidad. Reducción de la jornada laboral y reparto de horas. Prohibir el fracking y sustituir el agronegocio por un modelo agroalimentario basado en el principio de la soberanía alimentaria: sin transgénicos ni agrotóxicos. En definitiva, es central una estrategia de salvataje urgente del clima y el 99 % de la gente. Esto implica provocar rupturas y cambios revolucionarios.
M. R.
