La izquierda sindical y la nueva dirección. Demasiadas asignaturas pendientes

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Culmina un año y un ciclo político, con fuertes luchas, más crisis de la burocracia y un proceso de recambio desde la base. Pero no hay un polo de reagrupamiento, en gran parte por responsabilidad de un sector de la izquierda.

Para lograr paritarias “por productividad” y salarios y condiciones de trabajo a la baja, Macri necesita un pacto social. Por eso tantas reuniones de unidad de la CGT. Por eso puso a Triaca, amigo de “los gordos”. Y con Moyano, negocia el control de la plata de las obras sociales. La base del acuerdo es blindar el viejo modelo sindical burocrático y asegurarles el control de las paritarias.

La unidad combativa, ausente

Lo preocupante es que no surge un polo de reagrupamiento del activismo combativo y los nuevos dirigentes de base. El gobierno K no logró unificar la CGT ni un pacto social, pero en sintonía con patronales y burocracias desarticuló peleas como Terrabusi-Kraft o Lear. Pudo cooptar y domesticar a la dirección del nuevo sindicato del subte, surgida de años de lucha. Dividió la CTA y sumó a Yasky, evitando luchas docentes unitarias.
Pero la falta de unidad de los que luchan y desarrollo de una nueva dirección no se debe sólo a la burocracia y los gobiernos. Si en el plano político el FIT desperdició la oportunidad de lograr una opción unitaria, a nivel sindical el crimen es aún mayor. A su divisionismo en las luchas y la organización le sumó su rol burocrático en los organismos donde alguna de las fuerzas del FIT tuvo puestos de conducción.

Sectarismo y divisionismo

El FIT se abstuvo de disputar en la CTA. La CTA Autónoma, que se ubicó en oposición al gobierno y desarrolló unidad en la acción de la que surgieron los paros generales, mostró sus grandes limitaciones para agrupar y desarrollar a los nuevos dirigentes de base. Nosotros batallamos en ese sentido, pero si hubiéramos logrado un fuerte polo de izquierda al interior de la CTA seguramente hubiéramos logrado avanzar. PO, PTS e IS tuvieron una línea abstencionista y sectaria en el proceso de la CTA, dividiendo fuerzas en las luchas y a la hora de agrupar.
Además, nunca pusieron sus cargos sindicales al servicio de un polo de reagrupamiento. En 2014, Lear, Kraft, Donnelley y Enfer-Tatsa dieron ejemplo de lucha, con conducciones de izquierda y mucho activismo. Era necesario coordinar para enfrentar unidos a los mismos enemigos. Pero los partidos del FIT, en vez de hacer una convocatoria amplia y unitaria a un encuentro sindical combativo que sea un polo de referencia para todos los trabajadores, optaron por hacer cada uno su propio encuentro. Lamentable. Por eso todos estos conflictos se debilitaron y ahora están en retroceso, salvo los compañeros de Enfer-Tatsa que resistieron y hoy son ferroviarios. Si hubiera una coordinación común, esas luchas hubiesen tenido mejor destino y miles de activistas tendrían una referencia.

El debate del modelo sindical

Muchas de las nuevas conducciones no pasaron la prueba porque reprodujeron prácticas del viejo modelo de la burocracia. Así pasó con la Bordó ferroviaria, orientada por referentes de IS, y aquellas seccionales del SUTEBA donde el PO tiene mayor incidencia. En vez de un ámbito de debate y decisión, transformaron las asambleas en una vía para “bajar línea”. Se negaron a que los cuerpos de delegados funcionen con mandato de sector. En la formación de listas y el funcionamiento sindical impusieron un criterio de pensamiento único, negándose a integrar a quienes opinan distinto.
Hace poco, en Lear, el PTS tuvo responsabilidad en la derrota. Como antes lo hizo en Kraft, durante el conflicto privilegió las decisiones de un pequeño sector del activismo y desarrolló acciones que nunca decidió la mayoría de los trabajadores. Esto facilitó el rol de la burocracia para quebrar la lucha.
También está el caso de Ademys, el sindicato docente porteño cuya conducción mayoritaria es la Multicolor (PTS, PO e IS). En una asamblea muy poco concurrida impusieron cambios al estatuto sindical para concentrar poder y facilitar la expulsión de las minorías.
Impulsar una nueva dirección y que no surja una nueva burocracia requiere combatir esas tendencias del viejo modelo sindical.

Por un encuentro unitario

El escenario de mayor ajuste abre un nuevo momento para los luchadores y la izquierda.
Lo primero es apoyar todas las luchas, más allá de quién esté al frente. Además hay que fortalecer a los nuevos delegados y direcciones, con tácticas de exigencia y denuncia frente a la burocracia e impulsando la democracia sindical, con asambleas soberanas e integrando a todas las corrientes antiburocráticas.
La otra tarea es llamar a un gran encuentro sindical de todos los sectores combativos y de izquierda, sin exclusiones. Organizarlo por consenso entre todas las corrientes en base a un programa y una agenda común. Allí abrir todos los debates, en el camino de impulsar un modelo sindical donde las bases decidan y una nueva dirección democrática y para la lucha. Esas son las propuestas de la Corriente Sindical del MST.

Guillermo Pacagnini

Donnelley


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