El sábado 12 de diciembre se realizó en Plaza de Mayo un evento nacional de varias organizaciones que dieron en llamar Encuentro de los Pueblos. Prometían juntar 10.000 personas pero asistieron solo 900. Mayoritariamente compañeros desocupados de los barrios pobres de la Capital y el Gran Buenos Aires. Las dos organizaciones que condujeron la reunión fueron el movimiento porteño La Dignidad, que recientemente se fusionó con el grupo jujeño que tiene al “Perro” Santillán como referente y el Frente Popular Darío Santillán Corriente Nacional, uno de los tres sectores en que se dividió el FPDS. A ellos se sumaron pequeñas corrientes.
Fue un evento antimacrista, sin críticas al kirchnerismo con el que los convocantes conviven, por ejemplo en la CTEP, también presente en Plaza de Mayo. El objetivo declarado fue “construir un espacio común desde donde elaborar un programa de los pueblos, democrático, amplio y popular”, sin mayores precisiones. Y aunque se habló de la necesidad de unirse para enfrentar lo que vendrá, no se hizo ningún llamado a otras organizaciones.
Con estos compañeros hemos compartido muchas luchas durante los últimos años y seguramente lo seguiremos haciendo en el futuro. Tenemos acuerdos en una serie de temas y diferencias muy importantes.
No compartimos por ejemplo la caracterización que tienen del proceso latinoamericano, del actual gobierno venezolano o la del propio FPV, a quienes consideramos responsables del avance de la derecha en nuestro continente y no sus víctimas. El fracaso de éstas y otras experiencias similares demuestra que sin tomar medidas anticapitalistas y sin un pueblo decidiendo democráticamente cada paso finalmente se termina retrocediendo y abriéndole las puertas a las fuerzas más reaccionarias de la sociedad.
El actual escándalo por la expulsión de un delegado opositor y de izquierda en el SEOM de Jujuy que conduce Santillán, principal referente del Encuentro, pone de manifiesto que también defendemos modelos sindicales muy distintos. Lamentablemente no es la primera vez que desde referentes de izquierda se reproducen métodos ajenos al movimiento obrero, propios de la nefasta herencia del estalinismo y la burocracia sindical peronista.
Pero tal vez en lo que más diferencias tengamos sea sobre el tipo de organización política que debemos construir los revolucionarios. Y si debe estar o no al servicio de disputarle el poder a la burguesía y el imperialismo. Discrepamos profundamente con las concepciones autonomistas y seudo horizontales que a partir de una falsa y maliciosa analogía entre el leninismo y el estalinismo niegan la necesidad de construir partidos revolucionarios. Partido sin el cual es imposible disputar el poder y derrotar el capitalismo.
En todo caso el debate real es cómo se construye dicho partido. Cómo garantizamos que exista un verdadero y democrático funcionamiento interno donde el debate colectivo sea el arma fundamental para garantizar su éxito. Cómo erradicamos todo rasgo de sectarismo, autoproclamación y dogmatismo sin caer en el oportunismo.
Y en la etapa actual, cómo aprendemos a trabajar con otros, no solo en lo social sino también políticamente, con los que nos pueden unir muchas cosas y al mismo tiempo tener diferencias tan importantes como las que tenemos con los compañeros que acaban de realizar este encuentro.
Un partido así y un proyecto de Nueva Izquierda como éste estamos intentando construir desde el MST.
A. B.