Arabia Saudita e Irán: ruptura de relaciones y tensión

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El 2 de enero, el régimen monárquico de los Saudí -apellido que da nombre al país- ejecutó por decapitación al clérigo chiita Nimr al Nimr y a otros 47 acusados de «terrorismo». Esto desencadenó una protesta religiosa-popular en Teherán, la capital de Irán, en donde los manifestantes ocuparon e incendiaron la embajada saudita. Arabia expulsó entonces al embajador iraní y rompió relaciones diplomáticas. Enseguida, la «caja chica» saudita llevó a sus socios Sudán, Bahréin y Somalia a romper con Irán.
Múltiples motivos fecundan el encono entre ambos países, tal vez los más importantes de culto musulmán del Medio Oriente. Existe una rivalidad religiosa de siglos entre la rama de los sunnitas, que es mayoría en Arabia, y los chiitas, mayoritarios en Irán e Irak. Además en los años ’80, Arabia apoyó a Irak en su guerra contra la República Islámica de Irán surgida tras el derrocamiento revolucionario del sha Reza Pahlevi, aliado de EE.UU. y de Arabia. Las razones de la actual ruptura están en el presente de la crisis capitalista mundial que afecta a ambos países y profundiza las disputas interburguesas.
En los ’70, Irán era uno de los mayores productores mundiales de petróleo y competía por ese liderazgo con Arabia Saudita. Una década después, el embargo imperialista privó a Irán de poder exportar y quedó muy retrasado en el mercado mundial. Pero desde el año pasado, sus acuerdos nucleares y concesiones al imperialismo hacen que empiece a recuperar y aumentar su producción de hidrocarburos -que significa el 85% de sus ingresos-, presionando el precio del petróleo a la baja y volviendo a competir en ese terreno con Arabia. Además en 2011 Irán había llegado a un acuerdo con Irak y Siria para atravesar sus territorios y vender gas al Líbano. Y hoy eso se ve truncado por la guerra provocada -entre otros- por Arabia Saudita, que es uno de los principales promotores de Al-Qaeda y el ISIS.
Arabia también es un país monoproductor, en donde el petróleo representa el 90% de los ingresos. La caída brutal del precio desde mediados de 2014 llevó a la economía saudita a un déficit fiscal del 15% del PBI, debiendo utilizar 109 mil millones de dólares de su reserva. Según el FMI, ésta podría agotarse en sólo cinco años. Por eso empezaron a aplicar un plan de ajuste, quitando subsidios a la energía, al agua y a la vivienda, que permitían la popularidad de la familia real. Esos beneficios sociales están llegando a su fin y el desempleo entre los jóvenes ronda el 30%, mientras que la monarquía saudita prevé incrementar un 27% los gastos militares hasta 2020. Arabia lleva adelante una guerra devastadora contra la población en Yemen, en donde una fracción chiita le está disputando el poder.
Estos son los motivos materiales de que Arabia Saudita e Irán, dos regímenes teocráticos y reaccionarios que aplastan a la oposición, las mujeres y las minorías, estén al filo de algo más que la ruptura diplomática.

Fabio Marucci

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