Este 24 de marzo se cumplen 40 años del Golpe Militar. La derrota de esa dictadura genocida, siniestra, responsable de 30.000 desaparecidos, miles de presos y más de un millón de exiliados, marcó la historia política de la Argentina contemporánea.
Es que una verdadera revolución democrática liquidó a las FFAA como alternativa de poder, cortando el ciclo recurrente de gobiernos civiles y golpes de Estado que signó nuestro país en la mayor parte del siglo pasado. La prueba contundente de esta afirmación la dio la crisis del 2001. Agotados todos los mecanismos normales para evitar el levantamiento popular, ante la ineficacia y desprestigio de los partidos tradicionales, de la CGT y la burocracia sindical, la burguesía argentina no contó con las “salvadoras” fuerzas armadas como lo había hecho anteriormente.
Nuestro pueblo enfrentó en movilizaciones multitudinarias las leyes del Punto Final y de Obediencia Debida de Alfonsín y los Indultos de Menem, y en el pos Argentinizo terminó con las leyes de impunidad. Pese al paso de los años, nuevas generaciones se sumaron a las marchas y las banderas democráticas contra los genocidas se fusionaron con los reclamos de los derechos humanos del presente, la pelea contra la miseria y los planes de ajuste y las represiones de los gobiernos “democráticos”.
El kirchnerismo utilizó la bandera de los derechos humanos, para tratar de impedir que se siguiera desarrollando, que no pasara de juicios a viejos milicos, muchos de los cuales se van muriendo y evitar que la movilización terminara cuestionando el régimen político y social de la Argentina, a los políticos, empresarios, burócratas sindicales, curas y obispos, que fueron cómplices de la dictadura. Al servicio de esta política coptó a los organismos históricos y a sus dirigentes, quienes salvo contadas excepciones, favorecieron esta política.
Por eso el gobierno K terminó con Milani, un reconocido represor genocida, al frente de su ejército y a lo largo de sus doce años de gobierno, cientos de luchadores pasaron por las cárceles, se cuentan por decenas los militantes y activistas asesinados y en 4.000 la cifra de luchadores procesados.
Macri viene a “normalizar” esta situación. Intenta empezar a desmontar este reclamo. Por eso ya recibió a referentes que reivindican a los represores, Lopérfido habla de que son menos los desaparecidos y está intentando reglamentar la protesta con sus promesas de protocolo, para judicializar y reprimir, como hizo en Cresta Roja, La Plata, el encarcelamiento del dirigente de ATE de Rio Negro o la injusta prisión de la dirigente social y parlamentaria electa del Parlasur, Milagro Sala.
Con la derecha liberal en el gobierno, este 24 plantea la oportunidad de realizar una movilización unitaria de todos los organismos de derechos humanos, las organizaciones sociales y la izquierda, siempre que se acuerde un programa correcto contra la impunidad de ayer y de hoy, contra la criminalización de la protesta, el desprocesamiento de los 4000 luchadores y el ajuste. Nosotros, desde nuestra ubicación en el Encuentro Memoria Verdad y Justicia vamos a concurrir a la reunión que los organismos de DDHH llaman a tal efecto.
Como participantes del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, el espacio unitario que no defeccionó frente a las maniobras de cooptación de ningún gobierno, manteniendo los reclamos históricos y actuales, empujamos para el 24/03 una jornada que levantando bien alto las banderas de Justicia para nuestros 30.000 compañeros desaparecidos, enfrente la política de ajuste y represión del nuevo gobierno de Macri.
Gustavo Giménez
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