Hace pocos días el PO organizó su campamento de jóvenes en Ramallo, provincia de Buenos Aires. Un eje de debate, según informaron, fue «la revolución en América Latina». Así discutieron el «fracaso de los nacionalismos burgueses (chavismo) y la perspectiva de la independencia de clase en el continente».
Desde el surgimiento del fenómeno bolivariano el PO tuvo un esquema de análisis y política: Chávez no es revolucionario, por lo tanto es como Perón un nacionalista burgués, por lo tanto el centro de la política revolucionaria es denunciarlo, combatirlo y llamar a las masas a construir un PO en Venezuela. Así el partido de Altamira no solo centró en criticar al chavismo sino también en denunciar por oportunista y claudicante, la orientación de Marea Socialista, la organización venezolana de la corriente internacional que integra el MST de Argentina. Pero para hacer un debate marxista queremos apelar a dos variables: 1) las recomendaciones de los bolcheviques y Trotsky para intervenir en procesos nacionalistas; 2) el balance de construcción concreta de organización revolucionaria en Venezuela.
Volver a las fuentes: dogmatismo no, bolchevismo real sí
El estalinismo distorsionó la historia real del marxismo revolucionario. Esa degeneración permeó al propio trotskismo. Por eso queremos rescatar las mejores lecciones de esa tradición probada. Una elaboración importantísima son «Las Tesis de Oriente», del IV Congreso de la Internacional Comunista (1922). Allí se sintetiza la orientación para intervenir en procesos nacionalistas de países capitalistas semicoloniales. Dicen los bolcheviques: «En la hora actual, en las colonias orientales, es indispensable, lanzar la consigna de frente único antiimperialista (…) De la misma manera que la consigna de frente único proletario en Occidente contribuyó a desenmascarar la traición, por parte de los social-demócratas, de los intereses del proletariado, la consigna de frente único antiimperialista contribuirá también a desenmascarar las dudas e incertidumbres de los diversos grupos del nacionalismo burgués». Esta recomendación es la unidad táctica con corrientes nacionalistas-antiimperialistas, para desarrollar la movilización manteniendo la independencia político-organizativa de los revolucionarios. Eso dicen Lenin y Trotsky. En cambio Altamira propuso poner al mismo nivel a los agentes de la derecha yanqui y las corrientes nacionalistas independientes.
Dos trayectorias, dos balances, dos resultados
Marea Socialista hizo vida al interior del proceso bolivariano manteniendo siempre su independencia de la dirección del PSUV. Pasados años de esa orientación y con el giro a derecha de Maduro, la burocratización y corruptela de esa dirección política, Marea es blanco de ataques y una campaña estalinista de proscripción, amenazas a sus dirigentes y criminalización de sus posiciones por la conducción del proceso. Hoy Marea Socialista es la principal corriente de izquierda con desarrollo e influencia nacional en Venezuela. Dirigentes sindicales antiburocráticos, activistas de la juventud rebelde, intelectuales, referentes del movimiento feminista y de los pueblos originarios, abandonan el chavismo burocratizado y convergen en la construcción de Marea. Ese es el mejor balance de una política práctica revolucionaria. Altamira y el PO acumulan litros de tinta en artículos escritos desde Buenos Aires, y ninguna construcción conocida en el corazón del proceso venezolano. Dos políticas, dos orientaciones, dos resultados.