Expoagro. La feria del agronegocio, exultante para el 2016

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Hace pocos días terminó el evento más importante del negocio cerealero en el país. Esta feria es una suerte de “Davos del agrobusiness” en Argentina. Además de la exposición de maquinaria y la oferta de los monopolios cerealeros, es todo un indicador de cómo se para políticamente frente a lo que se viene uno de los sectores clave de la economía extractivista de Argentina. Por lo pronto, Macri fue recibido como el mejor de los embajadores por los pooles. El presidente que no le cumplió una sola promesa en 100 días a los trabajadores, sí fue puntilloso en los compromisos asumidos con las corporaciones: eliminación de las retenciones a la megaminería y reducción drástica en los cereales. Sumado a la mayúscula devaluación que favoreció a los exportadores con un salto de rentabilidad increíble. Esas son las razones por las cuales lo que predominó en Expoagro fue el optimismo capitalista por el floreciente negocio de la soja, fundamentalmente.

¿Monsanto se va de Córdoba? Se les puede ganar y hay otra salida

Fue noticia en la Voz del Interior de Córdoba, la filial mediática de Clarín en esa provincia. Parece que Malvinas ya dejó de ser “prioridad” para la multinacional. Es evidente que la incansable lucha social de las Madres de Ituzaingó, la Asamblea de Malvinas y organizaciones como la nuestra, no le otorgan licencia social  a Monsanto para funcionar. Por eso, la corporación evalúa irse de la zona. Hay una primera conclusión importante: se les puede torcer el brazo a las transnacionales. Es clave la unidad en la acción, plural, amplia y consecuente. Nosotros vamos a seguir insistiendo en un debate estratégico, de fondo. Hay que salir de la dependencia transgénica y agrotóxica. Es crucial abrir una deliberación social a gran escala sobre el modelo productivo en general y en particular sobre la comida como derecho social básico, la salud pública implicada y las relaciones de propiedad de la tierra para otro paradigma agrario, basado en el principio de la soberanía alimentaria. Esto supone, claro está, una reforma agraria integral y un plan de intervención estatal para repoblar un campo hoy dominado por la propiedad latifundista.


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