Las complicaciones en materia económica tienen al gobierno en serios aprietos. En campaña había anunciado una modificación sustancial del mal llamado impuesto a las ganancias de los trabajadores. Para mostrarse activos y cumplidores de su palabra, hicieron una presentación de las modificaciones con bombos y platillos, anunciando un aumento del piso a $30.000. Pero como no modificaron las escalas porcentuales de tributación, no contemplaron la inflación y el decreto K que exceptuaba de pago a los que en el 2013 ganaban menos de $15.000, etc. a poco del anuncio se hizo evidente que más trabajadores pasarían a pagar ganancias sobre todo a partir de los aumentos en paritarias, sólo un pequeño grupo se beneficiaría algo, pero la mayoría pagaría lo mismo o incluso más por obra de la inflación y la no modificación de las escalas.
Por eso rápidamente empezaron a despegarse de la iniciativa del gobierno los burócratas de la CGT, que en los primeros días la apoyaron en todos los medios. Lo propio hizo Massa, que venía actuando como sostén del macrismo desde la oposición, pasando ahora a decir que hay que eliminar el impuesto a las ganancias y poner otro impuesto que grave los altos ingresos por encima de los $60.000, en un claro reposicionamiento como opción política opositora y de recambio. Por eso es también, que el DNU del ejecutivo que implementaría esta modificación a las ganancias está a punto de caer, porque nadie lo sostiene, por más que desde el gobierno prometan que la modificación de las escalas se votaría este año y se aplicaría el próximo. Es que la disyuntiva es de hierro ante la crisis, o se ajusta a los trabajadores y se les saca a ellos la el dinero para pagarla, como hacía Cristina y reafirma Macri, o se elimina directamente el impuesto al salario y se le cobran impuestos progresivos a los grandes capitales, como proponemos desde el MST-Nueva Izquierda.