El gobierno de Macri paso rápidamente de las palabras a los hechos y en los primeros cien días de su gobierno trazó con claridad los pilares de su proyecto de «normalización» del país.
Consciente de su debilidad estructural y aprovechando el apoyo, por acción u omisión, de las centrales sindicales, partidos «opositores» y medios masivos de comunicación, Mauricio se tomó a pecho ese viejo refrán de «aquel que pega primero, pega dos veces» y lanzó una batería de medidas contra los trabajadores y el pueblo y a favor de sus amigos de las corporaciones.
La «alegría» de quedarse sin trabajo. El presidente y sus ministros lanzaron una ola de despidos que ya bordea los 150 mil y anuncian un millón. La explicación pasó de los ñoquis a una supuesta «indignidad» para esa pobre gente que todos los días se presentaba a trabajar y «no tenía nada que hacer» (Macri dixit). Por eso la mejor salida fue despedirlos masivamente, con la promesa de que «el mercado» les encontraría nuevas ubicaciones en el sector privado, mientras tanto amigos del poder y familiares se van ubicando día a día en la estructura del Estado sin más merito que pertenecer a la nueva banda que se hizo cargo del trono.
Dólar, inflación y chau retenciones. El combo de la alegría le agrega a los despidos una devaluación del 42% que hace que la inflación no pare de crecer. No necesitamos poner una catarata de números: alcanza con medir la diferencia entre lo que dura el sueldo y los días que faltan hasta que llegue el siguiente. Seguro a vos también te pasa. Macri y su equipo nos dicen que estamos saliendo, pero las señales económicas indican lo contrario: siguen hundiendo al pueblo que vive de su trabajo, mientras que quitaron las retenciones al agro y la minería, ¡pero con alegría, che!
Las paritarias congeladas, el Impuesto a las Ganancias que incluye cada vez más sectores y el congelamiento de todos los presupuestos de asistencia social, salud, y otras áreas. completan el Mauri combo, que hace pocos días recibió la felicitación del gerente general del negocio, Barack Obama.
La deuda eterna. Quizás el capítulo más escandaloso de estos cien actos. Es el pago a los buitres, con un dantesco debate en el Congreso donde el 99% de los bloques explicaba que había que pagar mientras se acusaban unos a otros de irresponsables o vendepatria alternativamente. La deuda que va a volver a multiplicarse por estos acuerdos de coloniaje firmados por el macrismo y acompañados por la oposición, se consolida como el mecanismo privilegiado de transferencia de recursos y ataduras económicas a los poderes imperialistas.
La normalización propuesta por el nuevo gobierno es un combo completo, los perfiles fundamentales ya están delineados y no trae sorpresas. A lo antes desarrollado lo acompaña un plan represivo, que está en período de prueba, y la reconfiguración del esquema de propaganda del Estado, desmontando el esquema K y remplazándolo por uno que difunda apropiadamente las ideologías de la nueva etapa.
Nada debe parecer imposible de cambiar. Los primeros cien días del macrismo y algunas fotos del resto del continente o el mundo, como Obama caminando por la plaza de la revolución en Cuba o los refugiados que se cuentan por cientos de miles, someten el optimismo de cualquiera a una dura prueba. Sin embargo es justamente en estos momentos cuando se torna más necesario redoblar los esfuerzos por construir una salida. Es mentira que solo existe el macrismo o el kirchnerismo. Es mentira que el capitalismo es el único sistema posible. Es mentira que de la mano de las corporaciones tengamos futuro.
Desde el MST asumimos el desafío de reconstruir la esperanza, ese desafío que se expresa en las luchas de los trabajadores y los pueblos, y que estuvo presente en las calles el pasado 24 de Marzo. Ese desafío que es el más complejo de todos y a la vez el más necesario: el desafío de construir una alternativa por cambios de fondo. Sumate a construirla con nosotros.