Ajuste y conflictividad. La burocracia cómplice, bajo presión

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Crecen los conflictos frente al ajuste. Una verdadera olla a presión que complica los planes de la burocracia. Hay que reclamar un paro nacional de todas las centrales, mientras lo vamos preparando desde abajo.

El ajuste macrista es serial por la necesidad de las corporaciones de descargar la crisis sobre los trabajadores. Las inéditas oleadas de despidos estatales, responden a la decisión de «achicar el gasto fiscal». Y en el sector privado despiden porque las patronales requieren «bajar el costo laboral» para mantener sus ganancias. Topes salariales y tarifazo, responden a la misma lógica: que los de abajo les paguemos la fiesta. Hay más de 110.000 despidos contabilizados, la amenaza de la UIA de sumar 200.000 más y la desaparición de 50.000 puestos en la construcción.
Los estatales luchan por lugar con tomas, marchas y paros en más de 10 provincias. Hay resistencia en los privados contra la «reprogramación productiva». Pero para derrotar este ajuste y torcerle el brazo a Macri, hace falta una lucha nacional que tenga continuidad. Macri tiene un sostén político en el PJ y Massa. Pero la burocracia sindical juega el más pérfido papel. La bronca es creciente, la disposición a la pelea también, pero la unidad no llega por responsabilidad de esos dirigentes.

Unidad para sostener el ajuste

Ya durante la campaña electoral repartieron favores entre Macri y Massa. Apoyando proyectos patronales a cambio de prebendas y garantías para sus privilegios. Apenas subió, Macri prometió devolverles parte del control de fondos de obras sociales que es plata que pertenece a los trabajadores. Eso sí, a cambio de contener los conflictos y dejar correr el ajuste. Por un lado, vertebran trabajosamente y rencillas mediantes, el objetivo estratégico de la CGT única. Un proyecto pactado para agosto, para construir una pata sindical sólida que permita a patronales y gobiernos soñar con un deseado «pacto social». Mientras tanto, se dispusieron a dar muestras de merecer las contraprestaciones de los de arriba. Pasaron más de tres meses, decenas de miles de despidos, un millón y medio de nuevos pobres y…. no han lanzado ninguna medida de fuerza. Peor aún, sobran las perlas negras de su conducta gobiernera y propatronal. Tanto Barrionuevo como Piumato, elogiaron los despidos blandiendo el argumento de los «ñoquis». Pignanelli encabezó las asambleas «informativas» en la Volswagen, para legalizar centenares de suspensiones con recorte salarial, que debieron alivianar por presión de los trabajadores.
El colmo fue el burócrata Roberto Fernández, quien se sentó junto al ministro Dietrich en el acto en la Casa Rosada donde se anunció una suba del 100% en las tarifas de trenes y colectivos. «Roberto, te agradezco especialmente», le dijo Dietrich a Fernández que devolvió la atención: «No voy a ser hipócrita, hay que pagar tarifa para funcionar». A confesión de parte…

El piso se les mueve

La lucha y la bronca está obligando a este sector de la vieja dirigencia a tener que ensayar algunas críticas. Comenzaron a quejarse tibiamente por ganancias, una demanda justa pero muy parcial en el universo de los trabajadores, además que no reclaman la anulación del impuesto, sino otro ajuste en el mínimo. Después solicitaron que se dupliquen o eventualmente tripliquen las indemnizaciones, medidas que ya fracasaron y no impiden los despidos. Sobre fines de mes, se avinieron a reflotar proyectos de prohibición de despidos. Pero sin reclamar retroactividad ni penalización para las empresas que no cumplan. Ahora están llamando a una acción para el 29. Primero en un estadio, después se habló de una gran marcha, ahora parece que sería un acto en el monumento al trabajo, pero todo parece ceñido a algunos reclamos puntuales y una acción destinada más a descomprimir que a poner en marcha el plan de lucha que hace falta.

Fortalecer la Jornada del 19 de CTA y darle continuidad

El parazo estatal del 24/2 demostró que cuando hay unidad la pelea se amplifica. Sin embargo no hubo continuidad y la Jornada del 29 de la CTA Autónoma fue un paso adelante pero insuficiente. Se necesita una medida nacional que fortalezca las luchas en curso, las unifique y tenga continuidad con un plan de lucha. El 19 hay convocada una nueva Jornada Nacional de Lucha de la CTA/A. ATE ha resuelto parar en el país, CICOP y FeSProSa, Judiciales, serán de la partida y se planea confluir con la marcha de movimientos sociales convocada para ese día. Pero la medida todavía hay que prepararla desde los lugares de trabajo. Con reuniones de activistas, asambleas y plenarios abiertos. Votando el pliego que debe incluir un aumento general de salarios, jubilaciones y planes sociales, una verdadera ley de emergencia ocupacional que plantee la reincorporación de todos los despedidos, la prohibición de despidos y suspensiones, la apertura de los libros y el reparto de las horas de trabajo con la estatización con control de los trabajadores de toda empresa que cierre o no cumpla con esta ley, paritarias libres, anulación del impuesto al salario, el fin de la criminalización de la protesta, como parte de un programa de emergencia para que la crisis la paguen las corporaciones. Y ampliar la convocatoria a todas las demás centrales emplazando a sus dirigentes para que llamen a un paro nacional y un plan de lucha. La unidad en la acción es el camino para pararle la mano al ajuste de Macri, los gobernadores y las corporaciones.

Guillermo Pacagnini

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