Con la excusa de que hace falta plata para reactivar la economía, pagarles los juicios a los jubilados y que a partir del año que viene, gracias a un convenio con agencias impositivas de otros países “nadie va a poder esconder la plata afuera”, el ministro Prat Gay lanzó un nuevo blanqueo de capitales. Nuevo porque el kirchnerismo ya había hecho dos, que recaudaron mucho menos de lo previsto, pero le aportaron buenos negocios a su entorno empresario.
El blanqueo macrista promete recaudar 5.000 millones de dólares, cobrando entre el 8 y 10% a los que dejen la plata afuera, y cerca de la mitad para los que la traigan al país. El blanqueo se completará con una amplia moratoria impositiva.
Este “blanqueo” es en realidad un nuevo choreo que beneficiará la gran evasión de grandes empresarios, ya que es de ellos la mayor parte de los 400.000 millones de dólares de activos argentinos en negro (y no de la clase media, que puede tener algunos dólares bajo el colchón). De esa enorme cifra, que equivale casi a un PBI anual del país, se cree que con suerte ingresarían unos 50 ó 60.000 millones.
Quizás algún compañero crea que igual el Estado recaudará mucha plata. Pero no es así. Sin blanqueo, ellos deberían pagar el 35% de adelanto del impuesto a la ganancia presunta en el momento de blanquear el activo, más un 1,25 % de Bienes Personales por cada año sin declarar. O sea, el Estado recaudaría mucho más que con el blanqueo.
En la época de Lázaro Báez, las cuentas off shore de Macri y el curro del dólar futuro, que compraron tanto funcionarios y empresarios kirchneristas como macristas, el gobierno macrista de los CEO no tiene ningún problema en legalizar el robo.
Por eso no le creas que van a pagar a los jubilados -a los que castigan con jubilaciones de miseria- ni que el capitalismo va a perseguir a los evasores en el mundo de la bicicleta financiera y los paraísos fiscales, ni que este blanqueo es «para reactivar», cuando el gobierno les bajó las retenciones al agronegocio, la megaminería y las petroleras.
Nuestro programa es el opuesto al de Macri y Prat Gay: fuertes impuestos a las corporaciones; anular el secreto bancario y abrir las cuentas y libros contables de las ocrporaciones para investigar la fuga de capitales; y el empresario o funcionario que no paga o no trae la plata que evadió, que vaya preso y pague con su fortuna el robo que los beneficiarios del poder nos han hecho a todos los argentinos.

Gustavo Giménez