Invitado por nuestros compañeros de La Commune, del 12 al 17 de mayo participé de diversas actividades en una París sacudida por huelgas y marchas contra la reforma laboral del falso socialista Hollande. Luego visité un par de días Barcelona, en donde los aires independentistas crecen en un Estado español corroído por una crisis política sin precedentes y el ascenso de la izquierda.
Sin duda la lucha de clases en Francia ha dado un giro de 180 grados. Hacía más de dos décadas que no se producía una rebelión social como la que se está desarrollando. Refinerías bloqueadas, estaciones de servicio sin combustible, centrales nucleares paralizadas, cortes de electricidad, huelgas en los ferrocarriles, subtes, aviones y puertos, cientos de miles de trabajadores y jóvenes en las calles, barricadas y enfrentamientos con la policía, indignados en las plazas y una huelga de varios gremios con una gran marcha nacional para este 14 de junio muestran un ascenso solo comparable a las jornadas de 1995.
Ese año un estallido social, originado por el rechazo a otra reforma antiobrera, la de la Seguridad Social, desató un proceso de luchas que terminaron con el Plan Juppé del gobierno derechista de Chirac. A 21 años, un proceso similar amenaza con llevarse puestos a la ley antiobrera El Khomri, al primer ministro Manuel Valls y al propio François Hollande, cuya popularidad ya está por el piso.
El 14J, huelga y movilización nacional
Así describe la situación La Commune: «Tras cada marcha, desde los medios repiten que ‘la lucha se desinfla’. Pero las movilizaciones siempre reúnen cientos de miles de manifestantes, en medio de provocaciones policiales del Estado y de la represión. Las encuestas no dejan dudas: el 70% de los interrogados sigue rechazando la ley y el 65% responsabiliza al gobierno y no a los piquetes por la falta de combustible. Todo el palabrerío mediático sobre el ‘odio antipolicial’ y los patrulleros incendiados chocan contra el rechazo abierto y masivo a la ley El Khomri. El decretazo no provocó la derrota. El gobierno supera sus récords de impopularidad.
«Ciertas acciones, más allá de lo que pensemos sobre ellas, valen como síntoma: el repudio a numerosos líderes del PS identificados con la ley, el ataque a una comisaría en Burdeos el 26 de mayo y el hecho de que los ‘encapuchados’ no están solos al enfrentar a la policía indican que el gobierno está sentado sobre un polvorín y que la movilización actual es sólo un anticipo de lo que le espera a este régimen y a las cúpulas sindicales: la explosión social súbita, sin previo aviso. El título del diario Le Parisien, ‘Clima social: de peor en peor’, es un buen informe del ambiente
«En estas condiciones, por primera vez y bastante tardía, la Intersindical debió llamar a la huelga interprofesional para el 14 de junio y con movilización nacional. Hasta entonces habrá muchos conflictos y seguiremos insistiendo en que convoquen al paro general ya mismo».
La izquierda francesa, en profunda crisis
Lamentablemente, el cambio brusco que se ha producido agarra muy mal parada a toda la izquierda.
Fui invitado a la fiesta anual de Lutte Ouvrière, en donde brindé una charla sobre la situación latinoamericana y junto a La Commune participamos con un stand los tres días que duró dicho evento, del que participaron más de 30 mil personas. LO es la organización trotskista y de la izquierda radical más importante. Ya lanzó la candidatura presidencial de Nathalie Arthaud, aunque es consciente de su carácter testimonial, sigue teniendo un análisis ultra pesimista de la situación y ni se plantea confluir con otros para postular una opción fuerte desde la izquierda.
Tuve reuniones con las distintas fracciones que conviven en el NPA (Nuevo Partido Anticapitalista). El retroceso es evidente. Queda muy poco de los 10 mil militantes que agruparon en su lanzamiento hace apenas unos años. Hoy está al borde de la ruptura, consumido por una lucha fratricida que les viene impidiendo participar de los procesos en curso. También lanzaron la candidatura presidencial de Philippe Poutou, aunque no está claro si podrán cumplimentar los requisitos para legalizarla.
Participé también de un encuentro con los referentes de Ensemble, corriente interna de lo que queda del Front de Gauche (Frente de Izquierda), ya que el Partido Comunista ha roto con el mismo para intentar nuevamente una alianza con el Partido Socialista del ajustador Hollande. Esto ha motivado que el principal referente del FG, Jean-Luc Mélenchon, unilateralmente con su propio grupo lance su candidatura presidencial. Para completar el cuadro de crisis y dispersión, se dividió la otra organización trotskista importante: el Partido de los Trabajadores (lambertista).
La nueva situación social planteará una nueva oportunidad a la izquierda, pero solo podrá ser capitalizada si junto a tener una política correcta para intervenir en las luchas en curso se sacan conclusiones que permitan poner en pie un nuevo proyecto, alejado del sectarismo y del oportunismo que han llevado a esas organizaciones a la situación actual. Ese proyecto para crecer y desarrollarse deberá ser unitario, anticapitalista y democrático para poder canalizar matices y diferencias y ponerlas al servicio de crear una alternativa atractiva para los millones de trabajadores y jóvenes franceses que la están buscando.
En España corren otros vientos
La izquierda española, a diferencia de la francesa y más allá de sus contradicciones, debilidades programáticas y estratégicas, está en la cresta de la ola. Avanza y es vista como opción de gobierno por millones de trabajadores y sectores populares. En medio de la debacle de los partidos tradicionales, el Partido Popular y el PS, la unidad electoral para las presidenciales entre Podemos e Izquierda Unida es la única coalición dinámica.
En Cataluña, que se ha transformado en la vanguardia de un proceso que recorre a todas las nacionalidades oprimidas por la monarquía española, la izquierda es un actor clave. La CUP (Candidatura por la Unidad Popular) lo es en el parlamento y el gobierno autonómico catalán, mientras que la coalición de izquierda que comanda Podemos lo es en la alcaldía de Barcelona y lo será en las próximas elecciones nacionales. Se ha reactivado y renovado la izquierda independentista vasca detrás del liderazgo de Arnaldo Otegi y procesos similares recorren todas las regiones.
Todo esto crea oportunidades excepcionales para que los revolucionarios podamos crecer a saltos. Este y no otro es el desafío apasionante que tenemos planteado, en cada uno de nuestros países, aquellos que estamos convencidos de que el capitalismo no va más y llegó la hora del verdadero socialismo.
Alejandro Bodart