Se cumple otro aniversario del movimiento conocido como Reforma del ’18. Este proceso ha sido manipulado históricamente por las castas profesorales y las conducciones pro-capitalistas que hoy hegemonizan el estudiantado. Queremos ubicar la real significación de ese evento trascendente, su vigencia y las tareas del movimiento estudiantil con perspectiva transformadora, anticapitalista.
El gobierno de Macri marca una bisagra en la situación política del país y plantea un cambio en la relación con el estudiantado y la universidad en la etapa post 2001. La concepción privatista, elitizada, meritocrática del nuevo gobierno que ya lleva un semestre atravesó una primera prueba hace algunas semanas. Quiso aplicar un ajuste de proporciones y tuvo que recular.
La reacción del movimiento estudiantil fue decisiva y con una sola expresión unitaria en las calles con docentes y no docentes, impuso una relación de fuerzas claramente a favor del movimiento educativo. Se logró el presupuesto que el gobierno nacional pretendía no ejecutar y un aumento salarial que perforó el techo que el macrismo quería imponer. Daba para mucho más, claro. Fueron las conducciones docente y estudiantil las que bajaron la persiana con una orientación conservadora, de autopreservación.
Sin embargo, lo central, es que este primer encontronazo del nuevo gobierno con el estudiantado mostró dos cosas. Por un lado, que hay una decisión burguesa de atacar la universidad pública, recortar presupuesto e instalar un clima de opinión pública a favor del examen de ingreso y alguna forma de arancel. Varios editoriales de Clarín y La Nación abonaron en ese sentido y un fallo a favor del examen de ingreso de un juez federal fue defendido por el ministro Bullrich. Lo segundo y clave es que quedó constatado también que, pese a todas sus contradicciones actuales, esta universidad, todavía pública, tiene quién la defienda: un decidido movimiento educativo de estudiantes y jóvenes docentes precarizados. Fue apenas el primer round.
Un movimiento subversivo, dirigido por reformistas
El marco de la Reforma era el de una América Latina sacudida por una enorme convulsión que se iniciaba en la Córdoba clerical de 1918. Esa provincia expresaba las contradicciones sociales existentes que emergían a la superficie, producto de una coyuntura mundial marcada por la crisis de la 1ª Guerra Mundial y el impacto de la Revolución Rusa de Lenin y Trotsky. El orden capitalista, autosuficiente de la belle époque se tambaleaba. En Argentina la vieja oligarquía ligada al campo había perdido peso político dentro del régimen político, pero poseía un peso enorme dentro de las instituciones educativas, en particular en la universidad. Esta hegemonía de clase tenía un fuerte apoyo en la Iglesia. El atraso que provocaba su injerencia en los planes de estudio, el carácter elitista de la composición estudiantil y el monolítico control político de castas de la conducción universitaria terminaron tensando la cuerda y provocando el estallido.
El proceso tuvo varias fases, saltos programáticos y una radicalización metodológica que hizo escuela: primero fue forzar la intervención del presidente Yrigoyen para la democratización de la asignación de cátedras y posibilitar la participación amplia del cuerpo docente. Esto se logró con una dura huelga estudiantil. Sin embargo esa alianza con un sector docente se fracturó al girar a derecha éstos, votando un rector del poder clerical. Entonces se produce un salto en el programa y una radicalización en los métodos que sentó precedente: el reclamo pasó a ser el ingreso libre, la autonomía, la gratuidad y el co-gobierno docente y estudiantil que se terminó conquistando.
Este movimiento no transcendió los marcos del capitalismo, pero estimuló un proceso continental que tuvo refracciones en varios países. La conducción reformista del movimiento congeló el proceso, aunque marcó un punto de inflexión que se mantiene hasta hoy con banderas muy sentidas por la juventud y con extendida simpatía social.
La universidad no es una isla: de las aulas a las calles, dar vuelta todo
La decadencia de la universidad pública está asociada al sostenido intento por transformarla en fábrica de mano de obra barata, precaria. Además el capitalismo en su etapa actual es incompatible con el derecho social a la educación -la considera un gasto que hace falta reducir- y a la vez, como fábrica de conocimiento e intelectualidad, aspira a formatear reproductores de ideología dominante, anestesia social para la justificación del propio sistema.
Para esa lógica y para habilitar la injerencia de empresas privadas en la educación superior, la burguesía sostiene una casta de funcionarios, profesores y una burocracia estudiantil desmovilizadora y privilegiada. Para otro modelo social, de país independiente de las corporaciones, sin capitalismo, se requiere otro formato de universidad. Para luchar por esa perspectiva, hoy defendemos como programa la necesidad de una completa democratización con el voto directo de todas las autoridades y el co-gobierno con mayoría estudiantil. A la vez, planteamos barajar y dar de nuevo en las herramientas gremiales del movimiento estudiantil. Centros y Federaciones que tenemos que recuperar de manos de la Franja-UCR y del PJ, y las que dirigen sectores de la izquierda, reorientarlas por completo -como la FUBA- para que dejen de ser un cascarón vacío, pura superestructura alejada de la base.
Estas medidas, junto al boleto gratuito, un sistema serio de becas para garantizar permanencia, aumento cualitativo del presupuesto y pluralidad ideológica de cátedras, son algunas coordenadas de otra orientación para la universidad en nuestro país. Este planteo ordena la construcción de la Juventud Socialista del MST en todo el país, y a la vez contribuye al desarrollo de una potente herramienta revolucionaria con trabajadores y trabajadoras en el camino de un gobierno de los que nunca gobernaron.
Mariano Rosa
Último momento: tercer año consecutivo sin Congreso de FUBA
Mientras cerramos esta edición de nuestro quincenario se produjo un nuevo hecho que confirma la profunda crisis de la conducción actual de la FUBA. Por tercer año consecutivo la presidencia compartida del PO-FIT y Patria Grande se prorrogan de hecho su mandato al no haber quórum para sesionar. Acusaciones cruzadas de un lado y de otro, aunque lo central es el bochorno de una Federación transformada en una superestructura alejada completamente del movimiento estudiantil por años de políticas aparatistas y burocráticas de su actual conducción. Es imprescindible una reorientación general de esta herramienta, casi una política refundacional que la vuelva a colocar de frente a la base estudiantil, y que sirva como palanca de deliberación democrática, movilización independiente e integración plural de todas las corrientes de opinión para enfrentar un nuevo período con el macrismo en el poder. En el próximo número de este quincenario vamos a completar un balance a fondo y propuestas sobre este tema.