Lamentablemente tuvimos la razón cuando alertamos que la movilización del 29 de abril, defraudando a los miles que se movilizaron, no era la antesala de un paro nacional. Vino el veto, casi acordado con esa «oposición» que impulsó la ley trucha y los dirigentes cegetistas salieron a apuntalar al gobierno de Macri, profundamente cuestionado por el feroz ajuste en curso. Callaron sus aisladas y tímidas críticas a cambio de la bolsa de las obras sociales, un dinero que no es de ellos ni del gobierno que lo utiliza como moneda de cambio, sino que proviene del bolsillo de los trabajadores. Barrionuevo y Caló, dicen que hay que darle tiempo al gobierno y que ni piensan en hacer un paro. Moyano, se muestra más preocupado por su lugar en la AFA, que por la suerte de los trabajadores. Los tres se encaminan a la unificación, a espaldas de las bases y al servicio del gobierno. La marcha de ambas CTA fue un paso correcto pero insuficiente. Yasky dice que se inició la cuenta regresiva para el paro, pero no pasa de las declaraciones. La CTA autónoma está paralizada por una profunda crisis. Los sectores sindicales combativos y de izquierda tenemos que denunciar y reclamar el paro y el plan de lucha a las centrales. Pero fundamentalmente hay que prepararlo desde abajo. Impulsando asambleas, plenarios, reuniones de activistas y llevando la moción a cada conflicto.
Guillermo Pacagnini
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