El pasado 29 de junio, más de 42 muertos en el aeropuerto de Estambul, la principal ciudad de Turquía. El 2 de julio, al menos 20 muertos en un restaurant argentino en Dacca, la capital de Bangladesh. Y el 3 de julio, otros 213 muertos en una zona comercial de Bagdad, la capital de Irak, atestada de gente al terminar la festividad musulmana de Ramadán.
En suma, 275 muertos y cientos de heridos causaron los tres últimos atentados suicidas cometidos por ISIS (Daesh o Estado Islámico). Repudiamos enérgicamente estos crímenes de dicha organización terrorista ultraislámica, que controla zonas en Siria e Irak y cuyo objetivo contrarrevolucionario es instalar un califato fundamentalista en las regiones de influencia musulmana.
A la vez repudiamos la intervención imperialista en Medio Oriente, cuyos bombardeos también provocan muertos entre la población civil y de ese modo retroalimentan el accionar de ISIS. Lo mismo en cuanto a gobiernos dictatoriales como los de Siria, Turquía y Arabia Saudita, o al Estado sionista de Israel -genocida del pueblo palestino-, cuyos crímenes y persecuciones le dan asimismo argumentos a ISIS o que directamente lo financian vía la compra clandestina de petróleo.
Imperialistas, dictadores y terroristas son funcionales entre sí y sólo traerán más muerte y barbarie para los sufridos pueblos de Medio Oriente. Sacárselos de encima es tarea de dichos pueblos, junto a la solidaridad popular internacional. Apoyamos su pleno derecho a la autodeterminación, incluso en armas como lo hace el pueblo kurdo, para avanzar en un camino de libertades democráticas, derechos sociales y contra las corporaciones capitalistas que los saquean.
Pablo Vasco