Mala coyuntura. Prometió crecimiento en el segundo semestre. Hay estancamiento e inflación. Limitó las paritarias. No pudo parar los reclamos salariales. Anunció «pobreza cero». Hay cada vez más pobres. Intenta imponer el tarifazo. Está empantanado. Llegó al poder con apoyo mayoritario. Sus votantes se están desilusionando. Montó una persecución circense contra Hebe de Bonafini. Terminó haciendo el ridículo. Es evidente que el gobierno tiene problemas.
Cronograma de lucha. Ya hubo dos cacerolazos nacionales e instancias de coordinación. El 1º hubo un parazo docente y estatal en la provincia de Buenos Aires y luego marcharon las organizaciones territoriales por aumento de la ayuda social. El 9 hubo una importante movilización del sindicalismo combativo de izquierda. El 11 paran estatales y docentes. Para el 31 de agosto se está gestando una Marcha Federal de tres días. Así se va delineando una agenda de lucha.
Nada fácil. La combinación de descontento, incertidumbre y movilizaciones, hizo que muchos recordaran el Argentinazo. Es porque el gobierno está mostrando su debilidad estructural y sus limitaciones. Sin embargo, esto es sólo una cara de la realidad. La otra demuestra que Macri tiene aliados estratégicos que lo sostienen para “normalizar” el país.
Objetivos reaccionarios. Desde el punto de vista burgués, normalizar significa: tener un gobierno fuerte, sanear el deterioro de las corruptas instituciones políticas y consolidar un capitalismo que garantice las ganancias de las corporaciones. Este combo tiene como complemento la reconciliación con los genocidas, la represión y el recorte de libertades democráticas.
No hay plan B. Hay peleas en curso que limitan el accionar macrista. Pero la tónica es que vuelva al ataque. Cuenta con el aval del PJ y la burocracia sindical que le garantizan la gobernabilidad. No retrocede fácilmente porque es agente directo del imperialismo y las patronales. Desde la lógica de ambos no hay otra opción que ajustar y que los costos de la crisis económica los paguen los de abajo.
PROa al TPP(Trans-Pacific Partnership). El Acuerdo Transpacífico es la estrategia de EE.UU. para recuperar el espacio perdido en el mundo compitiendo con China. Y es el destino final al que conducen las relaciones carnales de Macri con el imperialismo. Ya dio el primer paso al participar como «observador privilegiado» en la cumbre realizada el 20 de junio en Chile.
Implicancias directas. La aplicación del Acuerdo traería: limitación del derecho a la organización gremial, superexplotación a favor de las corporaciones, protección a las patentes de medicamentos, liberación de productos genéticamente modificados, circulación comercial irrestricta para las mercancías yanquis y censura discrecional de Internet por parte de los proveedores. ¿Podrá Macri avanzar en esta estrategia? Dependerá de la lucha de clases.
Cortinas de humo. Volviendo a la Argentina actual, el gobierno intenta desviar la atención del ajuste con los casos de corrupción K. Con tal fin, ni siquiera duda en usar hasta a los “alegres” Pokemones de moda. Por su parte, el FPV se aferra a la brutalidad de las medidas económicas para esconder el fracaso de su proyecto y sus curros. Ambos polarizan como táctica para disimular sus propios desastres.
Salir del círculo vicioso. Es falso que sólo se pueda optar entre el PRO y el FPV-PJ. El gran desafío de la izquierda es terciar con una propuesta nueva y amplia, que le dispute palmo a palmo a los partidos patronales. De no lograrlo, el descontento será capitalizado nuevamente por variantes recicladas de la vieja política.
Que lo nuevo se abra paso. En este terreno el sectarismo del FIT es más dañino, ya que no sirve para avanzar, cuando existe la posibilidad de ir más allá de la unidad de acción en las luchas para buscar una alternativa política superior. No es una utopía, se puede hacer. En Brasil es el PSOL el que muestra un camino de unidad y amplitud con la izquierda como actor fundamental. Es lo que tenemos que hacer en la Argentina.
Tenemos propuestas. Por ejemplo, contra el tarifazo. Peleamos en unidad de acción para anularlo. Y también planteamos medidas transicionales, como audiencias públicas, no truchas sino vinculantes, que auditen realmente sobre los libros contables. Está demostrado que las empresas privatizadas fueron un fracaso y un negociado, por eso se impone reestatizarlas bajo control de sus trabajadores y usuarios. Ganemos las calles para que millones de personas sepan que hay un camino distinto al del ajuste.
El MST como herramienta. Más allá del tarifazo, tenemos un programa antiimperialista y anticapitalista para el país, para que la crisis la paguen los de arriba, para que gobiernen los trabajadores y el pueblo, tomando medidas socialistas que resuelvan las necesidades más elementales de salud, vivienda, educación y trabajo. Te invitamos a conocerlas, a entrar al MST, para luchar y hacer política juntos.