La noticia se venía madurando hace meses de febriles negociaciones. Finalmente se confirmó que Bayer compró la firma Monsanto. La operación es económica, pero de profundo contenido político. La «marca» Monsanto está devaluada, corrida e impugnada por los pueblos que defienden la vida. Por eso se «encubre» en Bayer que a partir de ahora cambia de slogan para nosotros: no es bueno, es Monsanto camuflado. Esta megacompra también ofrece una metáfora dramática del capitalismo: una sola firma capitalista concentra la producción de «remedios» y la venta masiva de «agrotóxicos». Todo un símbolo del sistema que depreda y enferma, como consecuencias contingentes de su estrategia central: acumular rentabilidad para beneficio de un grupo de corporaciones que manda. En este asunto tampoco hay medias tintas posibles, coexistencias ni negociaciones. El camino es prohibir el agronegocio, con transgénicos y agrotóxicos. La vida vale más que todas las ganancias capitalistas. Esa es nuestra bandera.
M.R.