El 9 de setiembre es un día que los trabajadores de la 60 nunca vamos a olvidar. En horas de la mañana, mientras trabajaba debajo de un colectivo, el compañero David Ramallo, electricista de Técnica, quedó aplastado debajo de la unidad. Las calzas de los elevadores, que la empresa puso hace pocos días, se quebraron por ser insuficientes para sostener un colectivo y lo aplasto, además de arrastrarlo muchos metros. Otros dos compañeros que trabajaban con David, se salvaron por muy poco. El 14/9, en una costosa solicitada publicada en el diario Clarín, en el colmo del cinismo la empresa afirma que «la nueva terminal de Barracas es de máxima seguridad, tiene todos los controles de seguridad e higiene y ambientales, y la más moderna tecnología». Y mienten también cuando dicen que «se comunicaron con la familia de David Ramallo y se pusieron a entera disposición».
Desde el cuerpo de delegados se venía insistiendo en que la nueva cabecera de Barracas no reunía las mínimas condiciones de seguridad. Los propios compañeros se negaban a realizar algunas tareas y eran apretados por la empresa y su gente, tildados de «vagos» y de «que no querían trabajar».
Una muerte evitable. DOTA y el Estado son responsables
David era uno de nosotros. Tenía a su familia, a sus tres hijos, era un buen compañero. No se trata de un accidente. No se trata de mala suerte. Lo que pasa en la línea 60 pasa en muchas empresas de colectivos y también en otros lugares de trabajo. La voracidad patronal, la ansiedad por la ganancia, hace que los empresarios no inviertan en la seguridad de los trabajadores ni de los usuarios. Y fallan también los controles del Estado. Ni la CNRT ni la SRT ni las autoridades de la CABA ni las nacionales, controlan y exigen a las empresas que cumplan con todas las normas de seguridad e higiene. Y como en todos lados, con algunas cometas se tapa todo. Tuvo que suceder la muerte de un trabajador, tuvo que morir David, para que el Ministerio, la CNRT y todos los controles vengan y descubran que de 25 unidades había 18 que no podían circular en buenas condiciones. Para que digan ahora que esos elevadores no podían sostener sin riesgos tremendos el peso de un bondi, para que «descubran» que el surtidor de combustible no puede estar en medio de la cabecera.
La muerte de David se podía evitar si DOTA no fuera tan negrera y si al Estado le importara un poco la salud y la vida de los trabajadores. Por eso al inmenso y terrible dolor de cuando lo vimos a David ahí abajo, cuando lo llevamos al hospital y cuando nos enteramos que se había muerto, lo acompañó enseguida un tremendo sentimiento de bronca e indignación. Y ahí mismo, cuando dejamos de trabajar, cuando íbamos hablando entre nosotros y con nuestras familias, salió un juramento: ¡esta muerte no va a quedar impune! ¡Queremos justicia para David y su familia!
Fueron ese dolor, esa bronca y esa indignación las que paralizaron el servicio el mismo día. Y la empresa aprovechó esta muerte dolorosa para buscar lo que hace rato viene queriendo: crear un conflicto. Por eso persigue y judicializa a nuestro delegado Héctor Cáceres. Por eso la empresa y su gente abandonaron las cabeceras y volvieron a hacer un lock out patronal, igual que el año pasado. Para después acusarnos de que los trabajadores y los delegados tomamos las instalaciones con fines políticos.
El 12/9 llevamos nuestro dolor y nuestra bronca a las calles. En 18 colectivos salimos de Maschwitz rumbo al Obelisco. Nuestros compañeros salieron de Barracas. Nos juntamos, nos abrazamos, compartimos el dolor y la bronca y un grito se escuchó bien fuerte: «no se jode, con la 60 no se jode».Fuimos al Ministerio de Trabajo y no tuvimos respuesta. Acompañamos a la familia de David en el velorio y el entierro. En la despedida a nuestro compañero se mezclaban las lágrimas con la lluvia. Y ahí, en esa despedida, repetimos el juramento. ¡David no te vamos a olvidar y vamos a luchar para que esto no pase nunca más!
¡Basta de lock outs! ¡Queremos trabajar en condiciones dignas y seguras!
La empresa volvió a aparecer intimada por un Ministerio que actuó tarde, decretando una conciliación obligatoria que vencería la primer semana de octubre. Los trabajadores queremos trabajar, pero en condiciones de seguridad e higiene, sin riesgos para nuestras vidas y la de los pasajeros. Nunca más una inspección sin el control de los delegados. Nunca más cometas para los inspectores. Todo supervisado por los delegados y discutido con los trabajadores. Basta de chantajes! No podemos permitir que la empresa se borre varios días cada vez que hay problemas. Toda la población tiene que saber que la patronal es la responsable de que no anden los colectivos. Estuvimos una semana sin trabajar, unidos, solidarios, organizados. Y así vamos a seguir. Porque «¡con la 60 no se jode!»
Voces en medio del dolor y la bronca
Víctor Verón: Pienso que están todos sucios: gobierno, empresa y gremio y están viendo quién sale mejor parado ante semejante prueba de negligencia, mal servicio, pésimo control y eso los lleva a hacer lo que quieren. La solicitada de la empresa es mentirosa y salió para victimizarse el empresario. Ahora resulta que ellos son víctima y no el compañero fallecido. Empresa víctima, gremio bien parado y gobierno limpio. ¡Todo mentira!
Claudio Barteloot: El 15/9 la empresa mandó 35 telegramas para hacer descargos por lo sucedido el día de la muerte de David. El gremio dice defender a los trabajadores mientras se concretaba una conciliación obligatoria. Estamos esperando las pericias para que se busque a los responsables de haber desconocido las denuncias del cuerpo de delegados hechas a todos los entes gremiales y estatales. ¡Esta lucha vamos a ganarla!
Ubaldo Valle: Es algo inesperado y doloroso porque se trató de evitar mediante denuncias que se llegue a semejante hecho. Nunca esperábamos tener un compañero muerto en el taller. Estamos de duelo y en lugar de respetarlo, la empresa lo está usando políticamente estirando innecesariamente el conflicto. Podría haber retomado el servicio que tiene obligación de brindar con las condiciones de seguridad para trabajadores y usuarios.
Bonifacio Espinosa: Creo que hasta ahora no tienen como justificar este hecho lamentable para nosotros y están apuntando a dilatarlo con el fin de ganar tiempo y desgaste nuestro, buscando una manera de no terminar salpicados ni la Secretaría de Transporte ni el gobierno de CABA. Entiendo que al tener todos el mismo grado de responsabilidad no encuentran quién se haga cargo sin el riesgo de perder sus cargos.
Martín Schermer: Estamos ante un lock out patronal esperando respuesta del Ministerio de Trabajo que quiere meter conciliación obligatoria. Como es nuestra costumbre la asamblea decidirá. Queremos condiciones mínimas de seguridad y justicia para David Ramallo y su familia.
«Clark Kent» Zaragoza. David muere por negligencia patronal y encima la empresa hace lock out. Abandonan las cabeceras por que no quieren hacerse cargo de que ellos habilitaron Barracas junto al gobierno de la ciudad. Queremos justicia y responsabilizamos al gobierno de la ciudad y al inspector que cobró coimas de la empresa. Justicia para David, su familia y los hijos que quedaron.
Corresponsal
Los muertos invisibles
David es un tipo de mediana edad… Cuarentón como yo, laburante, de clase media muy apretada en estos tiempos… Seguramente con hijos que van al colegio, que crecen, que necesitan ropa, porque los pantalones les quedan cortos y las zapatillas apretadas… algún que otro regalito, total después «nos ajustamos». Algún cine en familia, algún MC de vez en cuando… o unos días en Mardel si se puede, total después «nos ajustamos». Está dura la vida… muy dura para los que elegimos el camino del bien, el camino más difícil, el del esfuerzo y el trabajo digno. Está muy dura para nosotros, la gente decente, para todos… para David también. Pero hay algo más duro y más terrible que la vida… Y es la muerte. Inesperada y cruel, como la que encontró a David en un día común de trabajo, un día común en los que sale a ganarse el pan y vivir menos «ajustado», tratando de meter alguna horita extra… Una muerte absurda e indigna, que en dos minutos «aplastó» literalmente los sueños y la vida de una persona como vos o como yo… Un INVISIBLE…Una muerte que no tenía que ocurrir, injusta, impía, signada por la desidia, la precariedad y la corrupción. David no va más a trabajar, no va más al cine ni al MC con su familia… no va de vacaciones, ni al fulbito ni a los asaditos con amigos, ni el fernecito ni a ningún otro «placer del pobre»…. David se murió… ya no hay más vida para él.
La 60 esta parada otra vez… otra vez los «negros de mierda» paran la empresa… La paran por David… porque es injusto, doloroso, cruel e indignante. La paran porque ya no quieren más muertos invisibles…
María Saharrea, esposa de Gastón Maddelo, trabajador de la 60