Desde que asumieron, Macri y los gobernadores aplican un brutal ajuste. La inflación y los tarifazos liquidan el salario. La pobreza se extiende por todo el país. Hay suspensiones y despidos. No sacan el impuesto a las ganancias. Y nos quieren arreglar con un bono miserable de 800 o 1.000 pesos que ni siquiera está confirmado por el gobierno. No hace falta describir lo que todos sufrimos cada día.
Los trabajadores y el pueblo no miran lo que pasa de brazos cruzados. Hubo paros estatales, docentes y de gremios de la salud, entre otros tantos. Hubo frazadazos y cacerolazos para que no suban la luz, el gas, el agua y la electricidad. Y hubo una Marcha Federal para reclamar en unidad.
La mala situación, la bronca y las acciones fueron colocando la exigencia de paro y plan de lucha como una necesidad imperiosa. Las movilizaciones fueron demostrando que es posible hacer un parazo nacional y frenar al gobierno.
El gran problema son los dirigentes de las centrales sindicales. La CGT sostiene al gobierno, por lo tanto, más allá de los discursos, avala las medidas de Macri. Las CTA convocaron a la Marcha Federal, pero no hay continuidad. Y la división impide golpear con fuerza sobre la CGT para exigir el paro.
Desde hace meses, este cóctel social explosivo instaló en el escenario político y sindical el debate del paro nacional. Y una y otra vez los burócratas le esquivan el bulto al que se va abriendo como uno de los reclamos más justos y necesarios de los últimos años.
Frente a esto los viejos dirigentes sindicales actúan como equilibristas de circo. Critican a Macri, pero le garantizan la gobernabilidad. Van de agachada en agachada. Dijeron que si Macri vetaba la Ley antidespidos habría paro. No hubo. Dijeron que el paro ya tenía fecha. No tiene. Dijeron que sin respuestas del gobierno habría medidas. No las hay. Y fueron a ver al gobierno casi pidiendo disculpas por la molestia. De paro…ni hablar.
La formulación burocrática «ni paro ni tregua» es igual a tregua. Esto no va más. Cada minuto que pasa sin paro nacional es una ficha más a la política de ajuste de Macri. Por estos motivos tenemos que aprovechar cada reunión de trabajadores, delegados o activistas para plantear la exigencia de paro y plan de lucha. Exijamos la convocatoria a asambleas de base y plenarios de delegados. Llamemos a impulsar las luchas y coordinarlas.
Sin depositar ni un gramo de confianza en la burocracia sindical, tenemos que hacer fuerte el reclamo para que las centrales sindicales CGT-CTA convoquen a paro nacional activo, con cortes y piquetes; con movilización a Plaza de Mayo y los centros de poder más importantes del país. Y a darle continuidad en un plan de lucha hasta derrotar el ajuste. Convocando a las organizaciones sociales y políticas de izquierda.
El programa del paro tiene que incluir los reclamos de todos los sectores obreros y populares. Comenzando por apoyar y unir los conflictos en curso y los tres reclamos más urgentes: reapertura de paritarias, cese de los despidos y anulación de los tarifazos. Y también por un plan de emergencia obrero y popular: salario, jubilaciones y planes sociales actualizados según inflación; apertura de los libros contables de las empresas, reparto de las horas de trabajo y nacionalización de toda empresa que cierre o despida; reestatizar los servicios con control social, repudiar la deuda e impuestos progresivos para que la crisis la paguen las corporaciones.
El paro tiene que tener continuidad con un plan de lucha para derrotar el ajuste. Manos a la obra compañeros, tenemos que presionar desde abajo por las medidas de lucha que necesitamos. En este camino hagamos listas unitarias y reemplacemos a los viejos burócratas por otros dirigentes democráticos y combativos que defiendan un nuevo modelo sindical.