La ofensiva del PRO y toda la política tradicional con la megaminería es una marca de la etapa actual. La resistencia social también crece lenta pero sostenidamente. Una amplia unidad en la acción para resistir es central. Debates sobre estrategia. Productivismo de derecha, capitalista. Productivismo de izquierda, reformista. Debate con el maoísmo en Argentina.
Hay una encrucijada. Ofensiva capitalista en una etapa histórica donde el sistema desplaza la frontera de la mercantilización a todo lo vivo, incluso a la totalidad impensada de la naturaleza, de los territorios. Tiene una lógica exclusiva: la rentabilidad privada. Para el caso de Argentina y todo el continente, el proceso lo conducen las corporaciones, las transnacionales. Es una novedad la privatización de la naturaleza en la escala actual . Megaminería, fracking, agronegocio, cementación son pilares de una lógica de acumulación capitalista distintiva del siglo XXI. Frente a esta dinámica, los pueblos luchan, resisten. En ese marco se inscriben los debates en el campo de la izquierda. En artículos anteriores polemizamos con la visión productivista con “control obrero” del FIT-PO; con la visión de “coexistencia” autónoma de las UAC y otras vertientes de pensamiento posmoderno; también le salimos al cruce al productivismo “social” o “progresista”, alentado por García Linera y seguido por corrientes kirchneristas o filo kirchneristas como Patria Grande. Ahora, queríamos detenernos en debatir con la corriente maoísta PCR, que actúa en San Juan. Este sector se niega a apoyar el programa de la Asamblea de Jáchal que propone: cierre de Veladero, remediación y prohibición de la megaminería. Es una posición militante contra el proceso más importante anti-megaminero en el país, donde se juega una causa nacional.
¿Cerrar Veladero y prohibir la megaminería es “sectarismo”? La propuesta de megaminería estatal
El PCR se negó a marchar después del segundo derrame grave producido en San Juan por Veladero con el programa de la Asamblea de Jáchal apoyado por la Red Ecosocialista, el MST, ADICUS -el gremio de docentes universitarios – y otras organizaciones. Fue gravísimo, un verdadero boicot en medio de una pelea clave. ¿Qué plantea esta organización? Que el cierre de Veladero dejaría sin trabajo a sus obreros y que el problema es el aspecto social y económico de la megaminería en manos de transnacionales. Por lo tanto, la salida es megaminería estatal, así, a secas (Hoy N° 1637, 26/9/16). Este debate es igual al que tenemos con el FIT-PO en relación a la megaminería estatal con control obrero. Dinamitar cordillera y cianurar el agua, es depredador, contaminante y socialmente innecesario. Así lo administre un gobierno obrero, policlasista -como plantea el PCR- o pequeñoburgués. Es falso que sea la única alternativa como así también que la megaminería estatal sea la precondición de un desarrollo industrial independiente. El razonamiento reformista se adapta a los paradigmas que el capitalismo naturaliza. Falsas ideologías las denomina el marxismo revolucionario. Impugnamos totalmente la idea de que la emancipación antiimperialista de nuestros países tenga que recorrer el mismo camino productivista-capitalista que las potencias dominantes. Nuestro enfoque es opuesto y parte de desechar toda visión productivista sea capitalista, roja o progresista. El desafío es pensar la transición revolucionaria con estrategia pos-capitalista, pos-extractivista y ecosocialista.
Echar a la Barrick, prohibir la megaminería y pensar otro modelo productivo
Lo primero es asumir que toda estrategia tiene transiciones. La que nosotros proponemos también la tiene. Pero lo primero, es afirmar la estrategia, el “hacia dónde vamos” y “por qué luchamos”. Somos categóricos: es posible y urgente un modelo sin capitalismo extractivo. El punto de partida es producir lo socialmente necesario determinado a partir de una democracia obrera y popular de base, que a través de un enorme proceso de autogestión de masas y con coordinación centralizada, determine todo: qué producimos, para quiénes, cómo. Todo, con plena información para deliberar y decidir. Inclusive si hace falta -socialmente- adoptar emprendimientos con impacto socioambiental, hacerlo de forma controlada, consciente, con plazos. Esto supone desechar la lógica de “hacer lo mismo que el capitalismo” pero con otra administración de clase. Hay que prohibir industrias capitalistas, hay que enterrar parte de la herencia destructiva del capital. Para el caso de San Juan hay variantes: desarrollar energía solar y eólica, por ejemplo. Es una matriz de futuro, clave, renovable, de alta incorporación de fuerza de trabajo y limpia. Otro Estado, no este al que hay que desmantelar, otro transicional hasta que no haga falta ninguno en una sociedad sin clases, tiene que encabezar esa transición garantizando reconversión productiva y profesional-laboral de todxs lxs trabajadorxs afectados por el cambio de fondo. Esto con garantía salarial plena. Esa es una salida estratégica y revolucionaria. Todas las otras formas de adaptación reformista, en esta etapa, tributan al poder de los que mandan, del 1 % que decide. Nosotrxs, anticapitalistas y ecosocialistas, hasta el final.
Mariano Rosa