Las marchas por Ni Una Menos, el tetazo nacional, el tortazo, la pelea con la que liberamos a Belén y otras luchas preanunciaban un gran Encuentro. Y así lo confirmamos del 8 al 10 de octubre en Rosario, cuando decenas de miles de mujeres nos encontramos con la firme convicción de que podemos luchar y triunfar. Sin embargo, el abrupto final deja un sabor amargo y una crisis a superar.
* El Encuentro fue una muestra clara del ascenso feminista global, expresado en la multitud de compañeras que participamos y en los profundos debates que se desarrollaron. Se vio que el movimiento de mujeres avanza en ser consciente de que las medias tintas no pueden dar respuestas a nuestros problemas, cuyas causas son profundas y sistémicas. Por eso los espacios políticos más reformistas y posibilistas aparecieron relativamente estancados, mientras que en cambio las organizaciones de la izquierda radicalizada pudimos mostrar un crecimiento.
* Los talleres más concurridos fueron los de aborto y violencia. En los primeros hubo discusión con las Socorristas, que priorizan erróneamente el uso del misoprostol en desmedro de la pelea central por la legalización del aborto. En los de violencia hubo acuerdo en denunciar la complicidad institucional y exigir mayor presupuesto. También fueron interesantes los talleres sobre diversidad y sobre prostitución y trata, con debates que abordaremos en futuras ediciones. En los talleres sindicales, hubo unidad en denunciar el rol traidor de la CGT y la necesidad de un paro general. No casualmente, el primer paro nacional a Macri se lo hicimos las mujeres…
* La Iglesia no se volcó con fuerza a los talleres, mostrando que cada vez tiene menos base social para sus posturas misóginas y retrógradas. El ascenso que venimos protagonizando las mujeres pone de los pelos a las instituciones del sistema, que ven en él un riesgo para sus privilegios.
Por eso, igual que en Mar del Plata el año pasado, en Rosario se unieron la cruz y la espada: la policía reprimió la marcha ante la Catedral. Alguna pintada irreverente, alguna piedra marginal, en nada justifican las balas contra mujeres. En ese marco, el PCR y otras agrupaciones actuaron en el ENM con posturas funcionales a la Iglesia y al gobierno macrista.
* La gran contradicción de este Encuentro fue que, a mayor fuerza de las mujeres, mayor freno de la comisión organizadora, hegemonizada por el PCR con apoyo de Patria Grande. Esta vez pegó un salto en su burocratismo, prefiriendo fracturar el Encuentro en el acto de cierre antes que perder la conducción. Esperamos poder remontar esa crisis y aportaremos a la perspectiva de brindar al movimiento de mujeres la dirección unitaria, plural y democrática que necesitamos para ir por todos nuestros derechos.
Viki Caldera