Tras casi un año de una crisis política abierta a partir de la imposibilidad de formar gobierno tras las elecciones de diciembre de 2015 y junio de 2016, Rajoy fue investido presidente con los votos de PP y Ciudadanos y la abstención del PSOE. Con esta maniobra los partidos del régimen español buscan cerrar la crisis política, pero este escenario aun está por verse.
Para llegar a esta votación la dirección del PSOE no ha dudado en profundizar la crisis de su propio partido. A principios de octubre desplazaron a Pedro Sanchez como secretario general, y tras la votación de investidura han abierto una persecución interna a los 15 diputados que votaron “no”, entre ellos a la totalidad de los diputados del Partido Socialista de Catalunya. Al mismo tiempo, profundizan la brecha con gran parte de su base social que rechazaba abrirle la puerta a un nuevo gobierno de austeridad. Así, al tiempo que el PSOE demuestra una vez más su carácter de puntal del régimen español, ha quedado dura y quizás irremediablemente golpeado, lo cual es, a su vez, un duro golpe para el conjunto del régimen.
El régimen se jugó todo a la formación de esta “gran coalición” para sostener los intereses del establishment económico, y tratar de cerrar un ciclo de ascenso y movilización popular que comenzó con el 15M y que luego generó la irrupción de fuerzas electorales como Podemos y las Mareas y candidaturas municipales y autonómicas ubicadas a la izquierda que lograron importantes avances.
Este objetivo fundamental está, sin embargo, lejos de cumplirse. Así lo demuestran las movilizaciones que en las principales ciudades del país repudiaron la investidura de Rajoy y las maniobras del PSOE. En Madrid llegó nuevamente a la “Puerta del Sol”, lugar de las históricas jornadas del 15M, el reclamo por democracia real ya. En este escenario, las fuerzas anticapitalistas tienen por delante el gran desafío de seguir construyendo en las calles y en las elecciones una alternativa política al régimen del ‘78.
Luis Meiners