El Frente de Izquierda hace un acto el 19. Sus tres fuerzas integrantes han ordenado su actividad alrededor de ese evento, que lamentablemente no está al servicio de la unidad de toda la izquierda ni del sindicalismo clasista.
Culmina el primer año del gobierno de Macri. El balance desde la vereda del movimiento obrero ha sido de una tenaz resistencia a un ajuste de corte neoliberal. Y la perspectiva es hacia un período de confrontaciones en defensa de las conquistas sociales más elementales. En la olla del pueblo trabajador hierve la bronca y sobran condimentos para un paro nacional. Las luchas obreras, barriales, de mujeres y jóvenes han amortiguado el ajuste pero no lograron derrotarlo.
La razón está a la vista: los caciques de la CGT, con la bendición de la Iglesia Católica, le han dado aire fresco al gobierno para afrontar una Navidad con hambre sin el síndrome del estallido. Los demás sectores sindicales convocaron marchas pero han sido insuficientes para parar el ajuste. Hay muchos conflictos, pero están aislados por falta de centralización. Y en el Congreso, la «oposición» le vota a Macri sus presupuestos de ajuste y endeudamiento. Todo pone a la orden del día la necesidad de una nueva alternativa política y una confluencia de los sectores sindicales clasistas.
La necesidad de superar la fragmentación
En este marco, la izquierda política y social y el sindicalismo clasista tienen un papel fundamental: hacer avanzar la sangre nueva y joven que crece en las luchas y procesos políticos y le va ganando terreno a la burocracia sindical. El proceso de recambio sindical generado luego del Argentinazo del 2001 está cobrando nuevo impulso al calor de estas peleas. Hay nuevos avances de la izquierda y el clasismo en el gremio docente, Sanidad, ATE, la salud y otros sectores estatales, en el transporte, el Neumático, la Carne.
Es un proceso transversal a la mayoría de los gremios pero todavía fragmentado y sin coordinación. Justamente, la necesidad de poner en pie un polo de referencia para el activismo, los nuevos delegados, comisiones internas y dirigentes sindicales es imperiosa. Y la izquierda podría jugar ese papel. Por desgracia el FIT, lejos de utilizar su ubicación electoral al servicio de ayudar a conformar ese polo combativo y clasista, reitera su política divisionista y electoralista.
Por un plenario del sindicalismo clasista
Desde comienzos de año, ante las primeras medidas de Macri, estuvo planteado realizar un gran encuentro sindical clasista. El sectarismo del PO, PTS e IS, llevó a que el intento de realizar el evento fracasara por completo. En años anteriores cada una de esas corrientes realizó su propio encuentro autorreferencial.
A partir de que asumió Macri, cuando más necesaria se torna la unidad para apoyar las luchas y ayudar a los nuevos dirigentes, la posibilidad de hacer un plenario fracasó en el intento por impugnaciones cruzadas. Pese a haberse realizado dos marchas que mostraron la potencialidad de la izquierda sindical unida, no se trasladó al terreno de la organización. Lamentablemente, cuando defecciona la burocracia, las fuerzas del FIT llaman a un acto electoral, un año antes de los comicios y desechan la posibilidad de un plenario clasista que se necesita.
Un acto que además divide
El FIT no sólo convoca a un acto electoralista cuando falta un año para las elecciones: también es divisionista al limitarlo y cerrarlo a toda una parte de la izquierda política y social. La desarticulación del kirchnerismo y el corrimiento de la centroizquierda hacia la derecha abren un gran espacio político para la izquierda. Así como en Brasil surgió el PSOL como alternativa de disputa ante el hundimiento del PT, la izquierda en la Argentina podría ubicarse como una verdadera opción si superáramos la dispersión y presentáramos una alternativa unificada.
Pero nada de esto le preocupa al FIT. Necios ante la realidad, repiten que ellos ya son la unidad de la izquierda. Son tres organizaciones que soslayan al resto de la izquierda política y social. Hacen un acto más al servicio de descomprimir y disimular sus fuertes disputas internas, para «contarse las costillas» como ritual previo a negociar el reparto de cargos. Por eso no se ponen de acuerdo ni siquiera en un afiche en común para el acto.
La unidad que hace falta
Vamos a seguir insistiendo en nuestro llamado unitario. En el terreno sindical, para unir a todo el clasismo en un gran plenario antiburocrático y de lucha. Y en el terreno político, para avanzar en una alternativa de izquierda anticapitalista con vocación de poder y no testimonial. Para lograrlo, proponemos priorizar los acuerdos y buscar mecanismos democráticos para consensuar un armado que contenga a todos sus componentes. Para sumar fuerzas en estas dos tareas clave, te invitamos a sumarte al MST-Nueva Izquierda.
Guillermo Pacagnini