El presidente estuvo en San Juan. Inauguró la apertura de calificaciones de empresas interesadas en construir el túnel Agua Negra. Es parte del corredor bioceánico para comunicar Brasil, Argentina y Chile. Detrás de todo está el rol de nuestros países en el capitalismo del siglo XXI. El IIRSA, nombre propio de la nueva colonización.
La idea es conectar los puertos de Coquimbo (Chile) y Porto Alegre (Brasil) a través de Argentina. El objetivo es facilitar la circulación de lo que produce la industria de Brasil al comercio transpacífico. En síntesis: llegar a China, a la India. Esto a priori parece ventajoso, integrador, estímulo de avance económico para el país. Sin embargo, queremos explicar por qué es efectivamente lo opuesto. Es crucial anotar un nombre: Iniciativa de Integración para la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA). Allá por el 2000, por impulso visible del presidente Cardoso de Brasil -ex progresista de la Teoría de la Dependencia, devenido neoliberal- se diseña un plan global estratégico para el subcontinente. Es la arquitectura de la neocolonización para el siglo en curso, la integración dependiente del capitalismo continental al patrón actual de acumulación imperialista. Se trata de un diseño para construir una infraestructura física de transporte terrestre, aéreo y fluvial -proyectos que representan el 87% de IIRSA-; de oleoductos, gasoductos, puertos marítimos y fluviales, tendidos eléctricos y de fibra óptica, centrales hidroeléctricas, megaminería, soja y transgénicos (Monsanto mediante) entre otros. Desde el 2000 hasta ahora, pasaron gobiernos, pero el proyecto IIRSA queda.
Progresismo y extractivismo: una historia de amor
La hoja de ruta de los llamados gobiernos progresistas en la última década, no solo no modificó un centímetro la orientación del IIRSA, sino que consolidó esa perspectiva. Avanzaron megaminería, fracking, agronegocio y cementación. Tal como el proyecto original del IIRSA reza en sus considerandos “las barreras naturales -léase Amazonas, Andes, Orinoco, etc.- deben ser sorteadas por proyectos de integración”, así la gestión del FPV en Argentina, de Evo en Bolivia, Correa en Ecuador y ahora Maduro en Venezuela, reafirmaron la “superación” de esos escollos “naturales”. Monsanto, Barrick, Chevron y otras corporaciones ganaron presencia coexistiendo con gobiernos con los que terminaron negociando cuotas del negocio del saqueo y la depredación continental. El cambio de tendencia con la crisis de 2008 fue bisagra y los gobiernos progresistas evidenciaron su esencia capitalista como administradores gradualistas -y no tanto- del ajuste a las grandes mayorías. Así erosionaron su base social y fueron pavimentando el camino a expresiones políticas más a derecha. Mientras tanto, el IIRSA sigue siendo el plan A del imperialismo en la región.
Una hoja de ruta al servicio de los pueblos. Desmantelar el IIRSA
Obviamente nuestro planteo es antagónico a todo lo que describimos. Los derechos sociales, de género y ambientales del 99 % que vive de su propio trabajo es nuestro prioridad política, el eje que ordena nuestra estrategia revolucionaria. Por eso, ni megaminería, ni fracking, ni transgénicos o biocombustibles. Nada de eso integra nuestra hoja de ruta, la que luchamos porque el pueblo tome en sus manos como programa transicional pos-capitalista, hacia un horizonte de ruptura y construcción del socialismo en esta etapa histórica. Estamos por la integración regional, claro. Pero no de las corporaciones capitalistas, sino de lxs trabajadorxs, lxs campesinxs, los sectores medios, la juventud. Nuestra obsesión es expropiar todos los resortes de la economía de manos de las transnacionales y sus socios locales. Planteamos suspender todo pago de deuda externa, y cortar con la fuga de capitales. Estatizar sistema financiero y comercio exterior. Reforma agraria y reorientación productiva, para garantizar comida suficiente, accesible y saludable.
Es decir: soberanía alimentaria. Otro modelo de energía, con base en despetrolar y desarrollar renovables y limpias. Democratizar todo: mecanismos plebiscitarios, revocabilidad y fin de privilegios materiales para la casta que gobierna. Esta es nuestra hoja de ruta, el plan B que proponemos discutir a los pueblos. Es nuestro enfoque estratégico anticapitalista, antipatriarcal/feminista y ecosocialista.
Mariano Rosa