Patria Grande continúa profundizando un lamentable rumbo político de asimilación al régimen político. Su persistente acercamiento al PJ lo ha llevado también a una línea de subordinación a la Iglesia Católica, que arrancó en el último Encuentro Nacional de Mujeres, donde su agrupación de mujeres Mala Junta pactó con el aparato del PCR la imposición burocrática de Chaco como próxima sede, cuando una clara mayoría quería llevarlo al centro del poder político en Buenos Aires. Maniobra totalmente funcional a los deseos de Macri y de la Iglesia.
Lo último, su participación en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares, un espacio creado en el 2014 por Bergoglio con voceros representantes del Vaticano. Patria Grande, que se presenta como una organización de izquierda, independiente y feminista, viajó con su principal dirigente, Itai Hagman, a reunirse con el Papa en esta instancia, a la que caracterizan como “un gesto de una nueva perspectiva que, con la presencia de Francisco, comienza a dar los primeros pasos para transformar un discurso histórico”.
Con esto, Patria Grande básicamente sostiene que cualquier actor que se muestre preocupado por los efectos del ajuste capitalista ante la crisis sería progresivo. Así, en lugar de entender que a la Iglesia no le queda más opción que ofrecer esa falsa cara progresista debido al hartazgo y descreimiento que han generado tras años de escándalos y abusos, compran los espejitos de colores y adoptan la política de asimilarse y unírseles. Una política que no podría ser más funcional a la derecha que dicen enfrentar.
El Vaticano, una de las instituciones más reaccionarias del mundo, es hoy una de las principales trabas que enfrenta el movimiento de mujeres para avanzar en las conquistas pendientes de su agenda: aborto legal, seguro y gratuito, separación de la Iglesia del Estado, anulación de subsidios a escuelas confesionales, entre muchas.
El hecho de que ahora Bergoglio haga de salvavidas llamando a representantes de organizaciones a “organizarse y luchar por sus derechos y dignidad” lejos de ser progresivo como equivocadamente plantean los dirigentes de Patria Grande, es una maniobra para cooptar a sectores de los movimientos sociales para el pacto social que están tejiendo junto al gobierno de Macri y la CGT. La paz que buscan es la paz social para la gobernabilidad del ajuste macrista. Una vez más, Patria Grande cae en la trampa, y ayuda a lavarle la cara a un decadente conjunto de instituciones retrógradas que generan rechazo en la sociedad.
A los honestos militantes de Patria Grande, los llamamos a reflexionar sobre la orientación que viene tomando su organización, y los invitamos a sumarse a construir un espacio anticapitalista, feminista y ecosocialista que milite por una amplia confluencia independiente de los aparatos ligados a estas reaccionarias instituciones.
Emilce López