Un año de resistencia y organización. Clase trabajadora: hora de balance

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Termina 2016. El año debut de Macri y su intento de aplicar un ajuste ortodoxo para «normalizar» el país. Termina mal y cuestionado. Desde abajo le pusimos palos en la rueda a su plan. Mientras, vamos avanzando en la nueva dirección clasista que se necesita.

Apenas asumió, el gobierno de Macri desplegó un ataque global contra el movimiento obrero, funcional a la estrategia de las multinacionales norteamericanas de recuperar terreno competitivo y a la del FMI de reinsertar al país en el circuito usurero de la deuda. Para ello había que disminuir el déficit fiscal a costa de los presupuestos sociales y las plantas de estatales. Y reducir el «costo laboral» con salarios a la baja, flexibilización y eliminación de conquistas, incluyendo revisión de los convenios y despojo del fuero laboral. Además de contar con los servicios de la burocracia sindical, prepararon un plan de contingencia con protocolo y otras medidas represivas y limitantes de la libertad sindical. El movimiento obrero protagonizó uno de los años de mayor conflictividad, les arruinó la fiesta y amortiguó en parte los efectos de una crisis que quieren descargar hacia abajo. Si el ajuste no fue derrotado, es porque la traición de la burocracia evitó que confluyeran las luchas en un paro nacional. Por eso en este año también aumentó el descrédito y la bronca con los dirigentes sindicales tradicionales y comenzó a cobrar impulso un nuevo proceso de recambio sindical desde abajo expresado en nuevos delegados y organismos sindicales recuperados.

Conflictividad récord y el gobierno, recalculando

Primero fueron los despidos en el estado nacional y los municipios, encubiertos como cese de contratos. La resistencia fue importante y planta del estado no logró reducirse como lo habían planificado. Luego en el sector privado con una oleada de suspensiones y reprogramaciones productivas, facilitada por la burocracia con la secuela de una destrucción neta de 200.000 puestos de trabajo.
La segunda política fue el techo salarial y el condicionamiento a las paritarias. Los centenares de conflictos llevaron a superar el techo y llevar los aumentos a un promedio de 31%. La tercera pata del ajuste inicial fueron los tarifazos y recortes presupuestarios que aplicaron sobre la población en general. Que generaron un amplio rechazo que obligó a bajar su intensidad.
La respuesta fue temprana y global. Las marchas de trabajadores como la del 24 de febrero de estatales, del 29 de abril de las «cinco centrales», la Federal de agosto, la marcha de la comunidad educativa, la concentración estatal frente a la gobernación de Vidal de mayo (la mayor de la década), el ruidazo contra los tarifazos, y el paro de mujeres, demostraron que cuando hay un polo convocante las respuestas son masivas. El gran problema no fue la falta de disposición a la pelea, como arengaban algunos dirigentes, sino la dirección que traiciona, regula o aisla los conflictos, pacta con el gobierno y aborta las peleas centralizadas. Ese fue el factor que le dio aire al gobierno y las patronales. Pero a la vez generó bronca, ruptura y realimentó el proceso de recambio sindical desde la base. Si se hubiera logrado una lucha centralizada y nacional, un paro nacional con un plan de lucha y medidas escalonadas, el ajuste se podría haber derrotado.

Está cambiando el mapa sindical

El nuevo período abierto con el cambio del gobierno también trajo aparejada una modificación importante del mapa sindical. La derrota y la debacle del proyecto kirchnerista ha acelerado la crisis de la burocracia sindical. sobre todo la ruptura por la base que dinamiza de nuevo el proceso de recambio sindical.
La novedad ha sido la unificación de la CGT. Funcional al «acuerdo social» pero también para cerrar filas ante el proceso de renovación que surge desde abajo. Esta unidad de los triunviros no significa fortaleza y, si bien alejaron la posibilidad del paro nacional, acumularon mayor crisis con la base. Las CTAs si bien han impulsado algunas iniciativas unitarias correctas, no aparecen como el lugar donde el activismo joven y rebelde que germina en la raíz de los conflictos se empiece a aglutinar. La nueva división de la CTA/A y la galopante crisis de ATE, de la mano de la división geométrica de de las «verdes», han dificultado seriamente el desarrollo de la lucha, pero a la vez han empujado a un nuevo recambio, como el que sucede en diversas juntas internas de ATE. Todo indica que la crisis de la burocracia va a seguir profundizándose. La tensión de los combates por venir va de la mano de lograr una nueva dirección. El ministro Triaca: dijo «Tocamos temas sindicales que parecían vacas sagradas». Se refería a la traición del burócrata Pereyra, que firmó un convenio de flexibilización. Van a insistir en liquidar convenios y eliminar conquistas y habrá que resistir.

Una nueva oportunidad

Con la salida del kirrchnerismo del poder, se debilitó un factor clave que había atemperado el proceso de recambio de dirección abierto con el argentinazo de 2001. No sólo porque acelara la crisis de la burocracia sindical peronista, sino porque se descongelan y dinamizan nuevos fenómenos de recuperación sindical. Aunque se visibilice con más claridad en el activismo joven y rebelde que surge en los gremios más dinámicos, hay expresiones de nueva dirección en el conjunto del movimiento obrero. El gremio docente, donde más ha venido avanzando la recuperación de terreno a la burocracia, ha dado nuevas muestras de vitalidad. La inacción de la Celeste y el capital acumulado de la oposición son un buen aliciente para encarar las elecciones de Suteba y CETERA de 2017. Los avances de Alternativa Docente, que conquistó la secretaría gremial en ADEMyS, muestran la otra cara de esta pelea: la necesidad de que las nuevas direcciones practiquen un nuevo modelo sindical democrático y no reproduzcan rasgos burocráticos del viejo modelo que hay que comatir y desterrar, como muchas veces hacen las fuerzas integrantes del FIT. Así como el nuevo cuerpo de delegados de ADOSAC Río Gallegos, reflejando la necesidad de una amplia unidad de la izquierda clasista. El nutrido activo que se refleja en los estatales, las juntas internas combativas como las del ENRE y la Subsecretaría de Trabajo, los nuevos delegados del INTI o el triunfo en Cultura, son datos más que representativos. El fortalecimiento de nuestra agrupación Alternativa Estatal es parte de este viento de cambio. También en el gremio de Salud, uno de los que más ha luchado de la mano de la consolidación de la CICOP, la UTS de Córdoba, el nuevo cuerpo de delegados del SUTECBA del Htal. Ramos Mejía y el nuevo sindicato del Hospital Moyano. También en el sector privado como la Lista Bordó de la Sanidad que ha extendido la oposición al sindicato de Daer, uno de los triunviros cegetistas. La profundidad del proceso coloca que esté abiero en los gremios del estratégico proletariado industrial. La recuperación del SUTNA nacional y la lista roja de la Carne apuntan en ese sentido. Son los primeros y fructíferos pasos de una nueva oportunidad de ganar nuevos delegados, internas y hasta sindicatos en el camino de forjar la nueva dirección que se necesita.

Los desafíos para 2017

Vamos a un año de nuevos enfrentamientos. Será necesaria la mayor unidad de acción para derrotar el ajuste de Macri y los gobernadores. Siempre manteniendo la independencia política y organizativa y priorizamos, dentro de estos marcos de confluencia, la lunidad con los sectores combativos, clasistas y de izquierda.
Junto a las reivindicaciones de coyuntura, habrá que plantear la necesidad de un plan alternativo obrero y popular. Y la propuesta de un nuevo modelo sindical democrático y para la lucha. Planteando la derogación de la ley de asociaciones sindicales, la más irrestructa democracia sindical, que la basedecida todo, la integración proporcional de todas las corrientes de opinión en listas y organismos, la revocatoria, la no reelegibilidad, las finanzas controladas por la base y la coordinación genuina.
Proponemos como prioritario un gran plenario unitario de todo el sindicalismo clasista y de izquierda, que acuerde con un programa antiburiocrático y con una integración consensuada en todas sus instancias (mesa, oradores, etc). Es un paso clave para apoyar las luchas, ayudar a los nuevos dirigentes, impulsar listas unitarias, organizar acciones. Rechazando la política sectaria y divisionista de las fuerzas del FIT que se vienen negando a ello. Las marchas unitarias de la izquierda clasista como la del 9 de agosto y la convocada a los 15 años del argentinazo, son pasos que hay que continuar. Hacia una nueva dirección clasista y antiburocrática en el movimiento obrero. Desde la Corriente Sindical del MST, trabajaremos en ese sentido.

Guillermo Pacagnini


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