La próxima gran iniciativa del movimiento de mujeres es un paro internacional el 8 de marzo, cuando se conmemora el Día Internacional de la Mujer. En Buenos Aires, al igual que el año pasado, el paro está convocado entre las 13 y las 14. A las 17, habrá una marcha del Congreso a la Plaza de Mayo.
Se están reuniendo grupos feministas de Argentina, Alemania, Brasil, Chile, Corea del Sur, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Escocia, Honduras, Irlanda del Norte, República de Irlanda, Israel, Italia, México, Nicaragua, Perú, Polonia, Rusia, Suecia, Turquía y Uruguay, y su impacto será aún más amplio a partir de la gran movilización de mujeres contra Trump.
La expansión de una medida legítima: el paro de mujeres
Los paros de mujeres lograron grandes hitos en la historia, como “el levantamiento de las 20 mil” de las textiles de Nueva York en 1909, por mejoras laborales; la huelga de “Pan y Rosas” en 1912 cuando las obreras de Lawrence (EE.UU.) lograron la reducción de la jornada y el incremento de salarios; las “187 luchadoras de Dagenham” en 1918, cuando las trabajadoras de Ford en Reino Unido reclamaron paridad salarial con los varones. Como se lee, los paros eran contra las pésimas condiciones laborales de principios de siglo. Y si bien las mujeres se organizaron por sus problemas específicos, su lucha fue acompañada por varones sin que ellas dejen de ser las protagonistas de sus propios reclamos. Hasta aquí las acciones internacionales sólo existieron como expresiones de solidaridad con huelgas importantes.
El movimiento de mujeres fue cobrando fuerza y visibilidad al calor de las luchas obreras y por el voto femenino. Con el tiempo fueron incorporando nuevos reclamos tales como la libertad sexual, el derecho a decidir, el divorcio, el cese de la violencia machista y la igualdad ante el varón, bajo el lema “lo personal es político”. Estas nuevas demandas fueron centrales en la segunda mitad del siglo XX; y así fue como en 1975 la herramienta del paro se extendió hacia ellas: en el “Día libre de las mujeres” de Islandia, decidieron hacer paro en sus trabajos formales pero también en el invisibilizado trabajo doméstico. Así surgió una primera combinación entre esa poderosa herramienta obrera y problemáticas que anteriormente se confinaban a la “vida privada”.
Pasados los ‘70, esa tradición se fue debilitando (nunca del todo), y muchos movimientos de mujeres se institucionalizaron o se refugiaron en centros académicos, debido al surgimiento de dictaduras y al avance neoliberal. Pero este nuevo siglo, al calor de una nueva etapa mundial, del surgimiento de sectores anti-sistémicos y de una serie de revoluciones democráticas que recorrieron el mundo, está viendo nacer una verdadera nueva ola feminista, que tuvo su primer salto en la periferia: el “Ni Una Menos” en nuestro país. Ahora, la herramienta del paro fue re-inaugurada en 2016 por las mujeres Polacas en el famoso “Lunes Negro” contra el proyecto de restricción del derecho al aborto. Las argentinas no tardamos en tomar su ejemplo, y tras el brutal el femicidio de Lucía Perez, dimos cita en todas las ciudades del país para gritan bien fuerte “Ni una Menos, Vivas nos queremos”. El paro nacional se volvió regional y se replicó en Bolivia, Chile, México, Perú, Uruguay, Costa Rica, Guatemala y El Salvador. “Latinoamérica será toda feminista”, se oyó, logrando eco mundial y sentando las bases para una nueva convocatoria, inédita en el mundo: el primer Paro Internacional de Mujeres de la historia.
La maduración de un gran movimiento
El 3J fue una explosión contra la violencia machista. Pero del #NiUnaMenos al #NosotrasParamos, hubo una gran maduración: los reclamos empezaron a tocar el nervio de los problemas: la Economía. El lema “si mi vida no importa, produzcan sin mí”, dirige la atención al sistema productivo y al rol de las mujeres en él. Pues las mujeres, por nuestra posición desigual, somos esencialmente trabajadoras, y esa conciencia es la que se está recuperando. Sólo el 2% de los propietarios de los medios de producción son mujeres; participamos en un 40% de los trabajos remunerados y un 94,7% en trabajo no remunerado, diferencias que luego se expresan en que nuestras jornadas laborales son 3 hs. más largas que las de los varones, las tareas de cuidado y reproductivas caen sobre nuestras espaldas y no tienen valor en el mercado, la desocupación crece dos puntos en nuestro género y la brecha salarial entre hombres y mujeres es casi del 30% (1). Además, en un contexto de ajuste y de incremento de la pobreza como el que propone el gobierno de Cambiemos, y como el generado en el último periodo kirchnerista, nosotras nos llevamos la peor parte: la pobreza se feminiza y eso nos coarta la libertad de decidir. Mientras las variables económicas sigan reproduciendo la desigualdad, las mujeres no contaremos con los recursos para salir de la violencia.
Las denuncias en comisarías y juzgados crecieron junto con la movilización, demostrando que muchas mujeres desnaturalizamos la violencia machista, pero si ese cambio cultural no es acompañado por reformas de Estado, mejoras en la situación económica y cambios profundos a nivel de la justicia, nos quedamos a mitad de camino. Y tal como sostuvo la colaboradora de Ni Una Menos Luciana Peker, “en la mitad del camino es donde las mujeres más riesgo corren”: aumenta la crueldad de la violencia machista y la reacción defensiva del patriarcado.
Se registró el promedio de un femicidio cada 18 horas en los últimos cien días, las muertes por aborto clandestino llegan a más de trescientos por año y se perpetúa el incumplimiento de la ley de aborto no punible. A la vez, siguen las múltiples formas de violencia en la vida cotidiana. El “Primer Índice Nacional de Violencia Machista” (2) demuestra sobre un total de 59.380 casos, que el acoso en espacios públicos y privados, la estigmatización, el aislamiento y la desvalorización en la pareja se dan en más del 93% de los casos, seguidos de la discriminación, la violencia contra objetos comunes y el control en la pareja, que superan el 84%. En ese marco urgen acciones que erradiquen toda forma de violencia machista, en sus expresiones más brutales como en sus fases previas y/o legimitimantes.
A su vez se debe revolucionar la actuación de la Justicia: sólo el 3% de los casos cuenta con sentencia condenatoria. De las causas iniciadas en 2015, el 29% se encuentra en la etapa de juicio oral, mientras que un 51% permanece en la etapa de investigación. Por eso seguimos reclamando el patrocinio jurídico gratuito, que es ley, pero no realidad. Además, el presupuesto asignado al Consejo Nacional de las Mujeres no es suficiente y no se cumple la ley de educación sexual integral. El reclamo es en todas las áreas y el paro es la visibilización de todas las horas que las mujeres trabajamos sin que nos paguen, situación que sostiene una desigualdad estructural base de todas las violencias.
Hacer grande la Jornada
Desde Juntas y a la Izquierda, vamos a participar activamente. El paro será muy fuerte porque canalizará parte de la bronca contra el gobierno de Macri y su política de derecha, así como en el mundo será una vía de expresión contra el gobierno de Trump y la crisis económica. Además, la complicidad de las centrales sindicales ante los despidos y el ajuste, hará que el paro de mujeres tenga una fuerza añadida, la acumulación de una necesidad: la de tomar las calles. Los documentos leídos por el colectivo “Ni una Menos” en las sucesivas manifestaciones fueron correctos, por sus demandas al Estado y sus denuncias al poder político. Seguramente el nuevo programa incorpore nuevos puntos sobre problemas a nivel mundial. Nuestra tarea es luchar por la conquista de esas demandas, y exigir que todos los sindicatos se expresen en apoyo ¡y llamen a parar!. Solo una gran jornada nos fortalecerá en todas y cada una de las peleas que las mueres estamos dando en distintos terrenos.
Caro Dome
Fuentes: 1 Disponible en: http://www.economia.gob.ar/peconomica/basehome/DT_09_uso-del-tiempo_03.pdf
2) Disponible en: http://contalaviolenciamachista.com/
También ver: https://notas.org.ar/2016/10/18/cinco-huelgas-mujeres-historia/