La historia del movimiento obrero demuestra que su forma de organización no siempre fue lo que es hoy. También desmitifica la simbología que estuvo por décadas en la conciencia de la mayoría de la población.
No siempre hubieron retratos del General y Evita en las sedes sindicales. Pero más importante aún, en su origen tenían independencia política del Estado y se organizaron en torno a los intereses de los trabajadores, siempre contrario al de las patronales. En definitiva, la organización de los trabajadores en la Argentina tuvo un origen clasista.
Los sectores dominantes, en cualquier lugar y circunstancia, tienen un rasgo en común: Intentan perpetuar el presente. Ocultan el pasado y el futuro es cualquier cosa menos un cuestionamiento a su posición dominadora. La burocracia sindical no escapa a esta ley.
Es por esta razón que la tarea de los revolucionarios sea, también, la de dar una batalla para que la historia se conozca desde una perspectiva distinta de la que escriben los dominadores. Como dice el sabio proverbio africano «otra sería la historia sobre cazadores si la escribieran los leones» Además la historia tiene una conclusión implícita ineludible: Nada fue ayer, ni será mañana, como es hoy. Conclusión nada feliz para el que pretende mantener una posición de dominación.
El movimiento obrero antes de la CGT
La organización de los obreros en la Argentina vino de la mano de los inmigrantes europeos que traían además de «una mano atrás y otra adelante» una tradición y una ideología en primer lugar anarquista y, también, socialista.
El movimiento obrero argentino se comenzó a organizar con una fuerte influencia de estas dos ideologías. Las primeras centrales obreras (FOA-FORA) estuvieron dirigidas por anarquistas con un fuerte enraizamiento en la clase obrera. Con métodos de democracia directa y con la concepción de la organización gremial como una herramienta al servicio de combatir al Estado capitalista.
Durante los primeros años del siglo XX el movimiento obrero argentino lleva adelante grandes gestas con triunfos y fuertes represiones de los gobiernos patronales.
Sus orígenes
Hacia 1915 la FORA se divide a partir de la eliminación del estatuto de la finalidad del comunismo anárquico. Surge a partir de esta ruptura una tendencia sindicalista «neutral» que en 1922 da origen a la Unión Sindical Argentina (USA) una de las centrales que integrará la CGT.
En 1930, surge de la fusión de la USA y la COA, la CGT, influenciadas por las ideologías de los sindicalistas revolucionarios, los socialistas y comunistas.
Los primeros dirigentes de la CGT fueron los socialistas Cerruti y Domenech de la Unión Ferroviaria (los ferroviarios constituían más del 60% de los afiliados de aquella CGT).
El golpe del 43
Las tres tendencias originarias se habían dividido: los sindicalistas revolucionarios se habían separado de la CGT y refundaron la USA, los comunistas la CGT Nº2 y los anticomunistas estaban en la CGT denominada Nº1
La dictadura del 43 proscribe a la CGT Nº 2 y junto a la política desarrollada desde la secretaría de trabajo por Perón van forjando la necesaria reunificación del movimiento obrero en una sola central.
La transformación de la CGT
La política llevada adelante fue la de dar concesiones a fin de contener y burocratizar a las direcciones del movimiento obrero. Esto fue posible por la situación de crisis económica europea de entreguerras que potenció el desarrollo industrial y la exportación de materias primas simultáneamente, lo cual permitió otorgar importantes concesiones al movimiento obrero. Hábilmente Perón aprovechó esta coyuntura excepcional para cooptar, enchalecar y sentar las bases del modelo sindical actual: verticalista, estatista y monolítico y «columna vertebral» del movimiento peronista.
La reforma de los estatutos de la CGT, el estatuto del partido justicialista, la ley de asociaciones sindicales y la reforma constitucional de 1949 fueron la expresión jurídica de la subordinación política de la central obrera al Estado Capitalista el cual estaba facultado a regimentar la vida de la misma.
Desde aquel momento para acá, la historia de la central está plagada de traiciones de los dirigentes a sus bases y cumplen la función de sostenedores del régimen político, como lo demostraron infinidad de veces haciéndose cada vez más urgente la necesidad de un cambio.
César Latorre